sábado, 13 de septiembre de 2008

Visita papal agudiza la disputa sobre el papel de la religión en Francia


(RD/Agencias).-Seguro que Napoleón se removió en su tumba de la iglesia de los Inválidos cuando sonó ante el fondo de la cúpula dorada un aleluya coral y el Papa Benedicto XVI celebró una misa ante cientos de miles de personas. El emperador francés guerreó contra dos Papas y se comprometió a separar por ley Iglesia y Estado, algo que se aprobó finalmente en 1905. La visita del Sumo Pontífice de la Iglesia católica a Francia ha vuelto a despertar la disputa sobre el papel de la religión en el país.

El Papa no quiere patalear por la separación fundamental entre Iglesia y Estado y cita acto seguido el siguiente pasaje bíblico: "Al César lo que es del César". Pero también le gustaría algo más de influencia para la Iglesia católica, que también en Francia sufre de falta de clérigos y de iglesias vacías. La Iglesia considera que su misión es educar y luchar contra la pobreza, aseguró Benedicto XVI.

En efecto, las escuelas católicas tienen buena fama en Francia - incluso intelectuales ateos envían con gusto a sus hijos a escuelas católicas privadas. Por lo demás, la Iglesia pierde influencia en Francia debido a que no hay un impuesto religioso y las iglesias tienen que mantenerse únicamente con las limosnas de los fieles.

El presidente conservador de Francia, Nicolas Sarkozy, no está entre el diez por ciento de los católicos practicantes en su país, pero ve las comunidades religiosas como importantes interlocutores del Estado. Esto es exactamente lo que provoca la furia de la oposición socialista, que cree ver quebrantarse los fundamentos del "laicismo" francés, la separación entre Iglesia y Estado. "La religión es una cosa privada, aunque el Estado garantice la libertad de religión", subrayó el portavoz socialista Julien Dray.

A Benedicto XVI seguramente no le ha gustado que Sarkozy equipare la Iglesia católica al mismo nivel que el budismo tibetano del Dalai Lama, al que mencionó expresamente en presencia del Papa. Pero Sarkozy sí reconoció a las comunidades religiosas el derecho a participar en el debate sobre cuestiones delicadas como la bioética.

En los pasados meses fueron musulmanes antes que los católicos quienes reavivaron la cuestión del papel de la religión en Francia. Recientemente anuló un juez francés un matrimonio entre musulmanes porque la novia fingió su virginidad. Un juicio por atraco se aplazó a petición del defensor, quien arguyó el estado de debilidad en que se encontraba su cliente por el mes del Ramadán.

Mientras que Sarkozy durante su visita al Vaticano subrayó que las raíces de Francia son "sobre todo cristianas" y que un profesor "no puede sustituir nunca a un cura" en la transmisión de valores", en París, sin embargo, se mantuvo reservado a la hora de hacer alagos a los católicos. Los próximos debates sobre eutanasia o madres de alquiler mostrarán si su oferta de diálogo a la Iglesia francesa traerá frutos o no. Al menos, la visita del Papa ha tenido un efecto revivificante a corto plazo sobre la Iglesia católica francesa, que raras veces se ve en primera plana de la atención pública.

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