sábado, 30 de mayo de 2015

Rutilio Grande, después de San Romero por Alliver Metalli

En noviembre llega a Roma la causa de beatificación del jesuita asesinado


Su muerte marcará los últimos tres años de vida de Romero y la dirección de sus pasos


Del beato Romero a Rutilio Grande sin solución de continuidad. Dos días después de la ceremonia en la plaza Salvador del Mundo, cuando todavía no se han desmontado las pantallas gigantes en las calles céntricas de San Salvador y una legión de periodistas e invitados peregrina a los lugares romerianos, Rafael Urrutia está en su pequeña oficina del arzobispado, a pocos metros del seminario San José de la Montaña.
Allí también se encuentran la sede del semanario Orientación y la idea de resucitar Radio Ysax, los dos medios de comunicación que en una época estuvieron dirigidos por el beato Romero. El escritorio de Urrutia parece sorprendentemente limpio, no hay carpetas ni legajos ni volúmenes, todas las cosas que serían de esperar en el lugar donde se estudiaron los documentos de monseñor Romero durante tantos años. Y la tarea no ha terminado.
Una vez más Urrutia estará a cargo de la postulación de Rutilio Grande, el jesuita salvadoreño asesinado tres años antes que su amigo arzobispo y que marcó de manera decisiva su futuro y probablemente también su destino. "Es imposible comprender a Romero sin comprender a Rutilio Grande", afirmó monseñor Vincenzo Paglia, obispo postulador romano de la causa, el mismo día que anunció la beatificación en la sala de prensa del Vaticano.
Rutilio Grande García fue asesinado el 12 de marzo de 1977 cuando se dirigía a su parroquia para celebrar misa. Junto con él murieron un anciano y un adolescente, acribillados por un grupo de hombres que les tendieron una emboscada. Se ocultaron a ambos lados de la ruta polvorienta que lleva a la casa parroquial de Aguilares, en el pueblo natal del padre Rutilio, El Paisnal. Rutilio Grande tenía en ese momento 48 años y sus acompañantes, Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus, 72 y 16 respectivamente.
Fue Romero, un Romero lleno de dolor, quien veló su cadáver y presidió la ceremonia fúnebre. Suspendió las misas en toda la arquidiócesis en protesta por el crimen, para reemplazarlas por una sola celebración litúrgica en la catedral. Hubo algunos que criticaron la decisión, pero a la convocatoria respondieron 150 sacerdotes concelebrantes y más de cien mil personas, según las estimaciones de los diarios de la época. Frente a la enorme y solemne multitud Romero recordó que "en los momentos más importantes de mi vida él estuvo muy cerca, y esos gestos no se olvidan nunca".
La muerte de Rutilio Grande marcará profundamente los últimos tres años de vida de Romero y la dirección de los pasos sucesivos. "Estamos introduciendo el proceso de beatificación de Rutilio Grande y sus compañeros mártires, Nelson Rutilio y Manuel Solórzano", confirma Rafael Urrutia. El postulador, con anteojos y una pequeña barba blanca, trabajará junto con el padre Edwin Henríquez, de la diócesis de San Salvador, quien será el vice de la causa. Urrutia está convencido de que los tiempos del proceso diocesano pueden ser breves.
El trabajo, da a entender sin decirlo explícitamente, está bastante avanzado. Después anticipa a Tierras de América: "Esperamos terminar para el mes de noviembre". Uno demora en comprender que no está hablando de 2016, sino de este mismo año. "Queremos llevar todo a Roma el primero de noviembre, que fue el día en que terminamos de preparar la causa de Romero".
Para hacer el anuncio no necesita ser adivino. Considera que el beato Romero es un buen protector y no solo para el jesuita salvadoreño. "Facilitará el camino de Rutilio", admite Urrutia. "Creo que la historia de Romero ha dejado una huella profunda en Roma". Y después de Rutilio "todos los demás", agrega. "Una sola causa para todos", seminaristas, sacerdotes, catequistas asesinados antes y después que Romero.
Pero en "todos los demás" no están incluidos los seis jesuitas de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, Ellacuría y sus compañeros, asesinados el 16 de noviembre de 1989. "Para ellos probablemente habrá una causa aparte", aclara Urrutia. Y eso no es todo.
Nombra al predecesor inmediato de Romero, monseñor Luis Chávez y González, tercer arzobispo de San Salvador -"un hombre santo"- y a Arturo Rivera y Damas, salesiano, quien tomó el lugar de Romero cuando murió, "un verdadero confesor". Arturo Rivera y Damas colaboró activamente con Romero y mantuvo con él una relación de amistad personal. En las votaciones internas de la Conferencia Episcopal se alineaba siempre con él. Apoyó también el trabajo de Rutilio Grande en las zonas rurales de la arquidiócesis, de las que era obispo auxiliar. Un mes después del asesinato de Romero, en abril de 1980, Juan Pablo II lo nombró administrador apostólico de la arquidiócesis de San Salvador y más tarde lo confirmó como obispo el 28 de febrero de 1983. Participó en las negociaciones de paz entre el gobierno y la guerrilla e inició la causa de beatificación de Romero.
Durante los años de su gobierno se produjo la masacre de los jesuitas de la UCA, hasta que un infarto terminó su vida el 26 de noviembre de 1994. "Trabajaría con inmenso placer en la causa de Rivera y Damas, a quien quiero muchísimo", declara Urrutia. Él hubiera querido que las dos figuras, la de Romero y la de Rivera y Damas, estuvieran más unidas en estos días de memoria y celebración. "Es una cuestión de justicia y una manera de agradecer como corresponde a este obispo extraordinario".
En cuanto a Romero y su futura canonización, Rafael Urrutia desmiente que haya algo “fuerte”, “algo de peso, algo sólido” que merezca ser profundizado desde el punto de vista médico-científico. Durante la beatificación de Romero se hablaba de manera no oficial del caso de un joven salvadoreño de veinte años, emigrado a Milán, y de una religiosa costarricense; el primero había caído del décimo piso del edificio donde trabajaba y la segunda gravemente enferma. Los dos casos ya fueron “estudiados”, aseguraba la fuente, que en su momento estuvo relacionada con la causa de Romero pero deseaba permanecer anónima. “Ambos se deben a la intercesión de Romero y ambos resultaron inexplicablemente ilesos cuando fueron sometidos a los estudios médicos”. Pero Urrutia no lo confirma, solo concede un “todavía” que deja abierta la posibilidad. “Todavía no nos han enviado nada”. Un milagro extraordinario, sobrenatural”, agrega, “no tenemos”. La lista de las gracias recibidas está pegada en la pared frente a la capilla de la Divina Providencia y sigue creciendo todos los días. Trabajos conseguidos, curaciones, nacimientos, reunificaciones familiares, nada extraordinario según los parámetros que maneja la Congregación para los Santos. “En los próximos días haremos un llamamiento al pueblo a través de nuestro periódico Orientación”, anticipa Urrutia. “Para que cualquier persona que haya obtenido una gracia invocando a Romero nos avise sobre del caso”.
Sin embargo, hay algo que no figura en la multitud de crónicas de estos días. Los restos de Romero fueron sepultados en la cripta de la catedral de San Salvador y son la meta de una peregrinación prácticamente ininterrumpida. Las vísceras, en cambio, fueron sepultadas en el jardín de la casa donde vivía Romero, el hospitalito, a pocos metros de la capilla donde celebraba misa y donde fue asesinado. Las hermanas que se ocupaban de atenderlo las pidieron y les fueron entregadas cuando embalsamaron el cuerpo. En 1993, en ocasión del segundo viaje de Juan Pablo II a El Salvador y previendo una visita al lugar del martirio, las religiosas construyeron una gruta colocando en ella una imagen de la Virgen de Lourdes y desenterraron los restos que custodiaban para que el ilustre visitante pudiera venerarlos. Se comprobó –atestiguado por un acta notarial, pericias y fotografías- que al cabo de 13 años no habían sufrido el natural proceso de corrupción, sobre todo tratándose de tejidos internos del cuerpo humano. Las vísceras fueron colocadas nuevamente en la urna y se las volvió a enterrar en la base de la gruta.
Alver Metalli 
San Salvador
TIERRAS DE AMÉRICA
RD

lunes, 25 de mayo de 2015

CVX. Conversando con Sergio Avendaño, Presidente del Consejo de Servicio de Puerto Montt,



Aprovechando mi paso por Puerto Montt,  conversamos con Sergio Avendaño, Presidente del Consejo de Servicio quien nos cuenta de la CVX  de esa ciudad, la que tiene sus tres ramas activas.

domingo, 24 de mayo de 2015

LECTURAS PARA EL DÍA DE HOY



DOMINGO DE PENTECOSTÉS
PRIMERA LECTURA
Hechos: 2, 1-11
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar.La primera lectura, sacada del libro de los Hechos de los Apóstoles, nos narra la llegada del Espíritu Santo y la sorpresa que supuso para todos. Hoy deberíamos sorprendernos tanto como ellos de ese Espíritu que llega a cada uno de nosotros. Ya no estamos solos, el Espíritu de Jesús vive y actúa en cada hombre. Esto ha de movernos a llevar, sin miedo, el mensaje allí donde nos encontremos.
El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar. De repente se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse.
En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
Atónitos y llenos de admiración, preguntaban: "¿No son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay medos, partos y elamitas; otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene. Algunos somos visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay cretenses y árabes. Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua". 

Palabra de Dios

SALMO
Del salmo 103Este salmo 103 es uno de los más extensos del salterio y es un himno jubiloso a la fuerza de Dios, por la que ha creado el mundo y todo lo que existe. Para nosotros, hoy, tiene enormes resonancias respecto al Espíritu Santo. El versículo 30 es el utilizado como verso responsarial. En el salmo está presente el aliento de Dios, su soplo creador, que es un bello sinónimo para el Espíritu.

R/. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.
Bendice al Señor, alma mía;
Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza.
¡Qué numerosas son tus obras, Señor!
La tierra llena está de tus creaturas. R/.
Si retiras tu aliento,
toda creatura muere y vuelve al polvo;
pero envías tu espíritu, que da vida,
y renuevas el aspecto de la tierra. R/.
Que Dios sea glorificado para siempre
y se goce en sus creaturas.
Ojalá que le agraden mis palabras
y yo me alegraré en el Señor. R/.

SEGUNDA LECTURA
1 Corintios: 12, 3-7. 12-13
Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo.Esta responsabilidad es para todos, como dice la segunda lectura, de la Carta de Pablo a los fieles de Corinto, somos miembros de un único Cuerpo, bautizados en un mismo Espíritu y cada uno tendrá que responder de su tarea.. Pentecostés no es una cosa de ayer. Tenemos cada uno que vivir nuestro Pentecostés.

Hermanos: Nadie puede llamar a Jesús "Señor", si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo.
En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo.
Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu. 
Palabra de Dios


SECUENCIALa secuencia es un texto litúrgico antiquísimo. La Iglesia lo ha guardado como definición de la obra y presencia del Espíritu Santo y es pieza muy importante de esta Misa de Pentecostés. Abramos nuestra alma de par en par para escuchar este himno, uno de los más bellos de la liturgia católica.


1 Ven, Dios Espíritu Santo,
6 Sin tu inspiración divina
   y envíanos desde el cielo
los hombres nada podemos
   tu luz, para iluminamos.
y el pecado nos domina.
2 Ven ya, padre de los pobres,
7 Lava nuestras inmundicias,
   luz que penetra en las almas,
fecunda nuestros desiertos
   dador de todos los dones.
y cura nuestras heridas.
3 Fuente de todo consuelo,
8 Doblega nuestra soberbia,
   amable huésped del alma,
calienta nuestra frialdad,
   paz en las horas de duelo.
endereza nuestras sendas.
4 Eres pausa en el trabajo,
9 Concede a aquellos que ponen
   brisa, en un clima de fuego,
en ti su fe y su confianza
   consuelo, en medio del llanto.
tus siete sagrados dones.
5.Ven, luz santificadora,
10 Danos virtudes y méritos,
  y entra hasta el fondo del alma
danos una buena muerte
  de todos los que te adoran.
y contigo el gozo eterno.


EVANGELIO
San Juan: 20, 19-23
Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo: Reciban el Espíritu Santo.Las claves de lo que es Pentecostés las encontraremos en el Evangelio de Juan: Igual que Jesús penetra en el Cenáculo en medio de personas aterradas por el miedo, así aparece hoy Jesús en nuestro corazón. Vamos a dejarle entrar; Él nos trae el amor, la paz, la fortaleza, la luz, la compañía... Y nos ofrece para siempre el Espíritu.

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.
De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar". 
Palabra del Señor

sábado, 23 de mayo de 2015

SANTIAGO JÓVENES. Este domingo. Compromisos Temporales


VALPARAÍSO: Hoy Pentecostés Eucaristía y Oración cantada







PUERTO MONTT: Secundarios. Cuarta jornada de iniciación





Se efectuaron ayer y hoy día

San Romero de América, en los altares y en los corazones. Video completo y carta del Papa Francisco


Multitudinaria beatificación de Oscar Arnulfo Romero en San Salvador


Monseñor Paglia dice que "Romero cargó sobre sus hombros todo el dolor de los pobres"


(José M. Vidal).- Fiesta de la fe y del amor para elevar a los altares oficialmente (en los corazones ya estaba) al obispo mártir de la justicia Oscar Arnulfo Romero. En la plaza de Cristo Salvador abarrotada de fieles. En una ceremonia presidida por el cardenal Angelo Amato, que aseguraba, en su homilía, que la opción proferencial por los pobres del nuevo beato no era ideológica, sino evangélica.
Acompañado de cientos de obispos, cardenales y sacerdotes. Con casullas rojas, como corresponde a la beatificación de un mártir.
"Que se digne inscribir en el número de los beatos a Oscar Arnulfo Romero", pide el arzobispo de San Salvador. A continuación, el postulador de su causa, Vincenzo Plagia lee la biografía del aspirante a beato. Y reslata que, en sus obras, escribió: "Los pobres son la encarnación de Cristo". O "deseo ser una hostia ofrecida al Señor sobre el altar". Y el Señor se lo concedió.
Y Paglia sigue contando su vida y sus palabras. Decía, por ejemplo, "el obispo no es sólo un profeta, sino un creador de comunidad". Y su relato se ve interrumpido por aplaudos.
"Con Romero, Jesús caminaba de nuevo con su pueblo", dice monseñor Plagia. Y añade que "cargó sobre sus hombros con todo el dolor de los pobres".
"El pueblo sintió el olor de pastor de Romero y éste llegó a ser un ejemplo de pastor que defiende a los pobres".
"Lo acusaron de hacer política, pero Romero aclaraba: 'lo que busco hacer no es política, sino Evangelio que tiene que iluminar las calles del país"
Paglia dice que Romero veneraba a Pablo VI, mientras a Juan Pablo II apenas tuvo tiempo de conocerlo. "El secreto de la verdad, para mí, es estar en comunión con el Papa"
"Su voz se difundió por toda la tierra y el sensus fidelium lo veneró desde siempre como santo".
"Hoy Romero sigue pidiendo nuestra conversión"
"Con esta celebración se lleva a cabo la misa interrumpida el día del martirio y la otra interrumpida la del día del funeral. Y, desde el cielo, Romero bendice a este país, a todo el mundo, a toda la Iglesia y al Papa Francisco que sentimos cerca de nosotros en estos momentos".
A continuación se lee, precisamente, la carta del Papa Francisco en la que concede el permiso para beatificar a monseñor Romero. Y el pueblo aplaude y canta el Amén.
Y, entre una estruendosa ovación, llegan las reliquias de monseñor Romero. En una urna, la camisa ensangrentada que llevaba el dia de su asesinato. Mientras suena "Tu reino es justicia, tu reino es paz, venga a nosotros tu reino, Señor".
El pueblo de el Salvador, a través de su arzobispo, monseñor Alas, agradece la beatificación al Papa: "Expreso nuestro más profundo agradecimeinto al Papa Francisco por la beatificación del mçártior Oscar Romero, que derramó su sangre en defensa de la fe".
Tras las lecturas, la intencionada homilía de monseñor Amato.
Algunas frases de la homilía del cardenal Amato
"La beatificación de monseñor Romero es una fiesta de gozo y de fraternidad. Un don del Espíritu Santo a la Iglesia y a la noble nación salvadoreña"
"La del obispo es una dura tarea, como decía San Agustín"
"Romero amó a sus fieles y a sus sacerdotes con el afecto y con el martirio, dando la vida como ofrenda de reconciliación y de paz"
"Testigo heróico del Reino de Dios"
"Las almas de los justos están en las manos de Dios"
"La memoria de Romero sigue viva y da consuelo a los pobres y marginados de la tierra"
"Nada ni nadie separó a Romero de Cristo y de su Evangelio"
"Una bala traidora lo hirió de muerte y su sangre se mezcló con la sangre redentora de Cristo"
"¿Quién era Romero? ¿Cómo se preparó al martirio?"
"Era un sacerdote bueno, un obispo sabio, pero sobre todo un hombre virtuoso. Amaba a Jesús y lo adoraba en la eucaristía. Amaba a la Iglesia y al Papa y a su pueblo"
"El martirio no fue una improvisación, sino que tuvo una larga preparación"
"Hombre de fe profunda y de esperanza inquebrantable"
"Siempre decía: 'Con tu todo y con mi nada haremos mucho"
"Un cambio en su vida de pastor casi tímido fue el asesinato de Rutililo Grande, jesuita salvadoreño"
"Este evento tocó el corazón de monseñor Romero"
"Los campesinos se quedaban huérfanos y Romero quiso tomar su puesto"
"La liberación que el padre Grande predicaba se inspira en la fe"
"Desde aquel día, su lenguaje se volvió más explícito en la defensa del pueblo oprimido, sin preocuparse de las amenazas que cotidianamente recibía"
"Sus palabras no eran una provocación al odio y a la venganzia, sino una invitación a la concordia de sus hijos divididos"
"Soñaba que un día, sobre las ruinas del mal, brillaría la gloria de Dios y su amor"
"Su opción por los pobres no era ideológica, sino evangélica. Su caridad se extendía también a los perseguidores"
"La caridad pastoral le infundía una fortaleza extraordinaria"
"Tengo que ir adelante. No guardo rencor a nadie, decía"
"Romero es otra estrella luminosa que se enciende en el firmamento espiritual de la Iglesia americana"
"Son muchos los santos de este maravilloso continente"
"Tierra de amor y fidelidad a la buena noticia del Evangelio"
"Su beatificación, fiesta de paz, de justicia y de perdón"
"Que su martirio sea una bendición para El Salvador para las familias, los pobres y los ricos. Para todos los que buscan la felicidad"
"Romero no es un símbolo de división, sino de paz, de concordia y de fraternidad"
"Romero es nuestro. Pertenece a la Iglesia y a la humanidad"
"Romero es nuestro, pero también de todos. Para todos es el profeta del amor de Dios y del amor al prójimo"
"Beato Oscar Romero, ruega por nosotros"
RD

Dios concedió al Obispo mártir la capacidad de ver y oír el sufrimiento de su Pueblo, el Papa sobre Romero

RV).- Con motivo de la beatificación de Monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez, el Papa Francisco envió una Carta, este 23 de mayo, a MonseñorJosé Luis Escobar Alas Arzobispo de San Salvador y Presidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador.
Dirigiéndose a este querido hermano, el Obispo de Roma se une a la alegría, en este día de fiesta para la Nación salvadoreña, y también para lospaíses hermanos latinoamericanos, dando gracias a Dios porque concedió al Obispo mártir la capacidad de ver y oír el sufrimiento de su pueblo, y fue moldeando su corazón para que, en su nombre, lo orientara e iluminara, hasta hacer de su obrar un ejercicio pleno de caridad cristiana.
El Santo Padre recuerda que “en ese hermoso país centroamericano elSeñor concedió a su Iglesia un Obispo celoso que, amando a Dios y sirviendo a los hermanos, se convirtió en imagen de Cristo Buen Pastor: quien en tiempos de difícil convivencia, supo guiardefender y proteger a su rebaño, permaneciendo fiel al Evangelio y en comunión con toda la Iglesia”.
El Papa Bergoglio también escribe que el ministerio del nuevo Beato “se distinguió por una particular atención a los más pobres y marginados. Y en el momento de su muerte, mientras celebraba el Santo Sacrificio del amor y de la reconciliación, recibió la gracia de identificarse plenamente con Aquel que dio la vida por sus ovejas”.
Francisco destaca asimismo que la voz del nuevo Beato “sigue resonando hoy para recordarnos que la Iglesia (…) es familia de Dios, en la que no puede haber ninguna división”. Porque la fe en Jesucristo, “cuando se entiende bien y se asume hasta sus últimas consecuencias genera comunidades artífices de paz y de solidaridad”. De ahí que agregue que “a esto es a lo que está llamada hoy la Iglesia en El Salvador, en América y en el mundo entero: a ser rica en misericordia, a convertirse en levadura de reconciliación para la sociedad”.
“Monseñor Romero nos invita a la cordura y a la reflexión, al respeto a la vida y a la concordia – escribe el Santo Padre  –. U añade que  “es necesario renunciar a la violencia de la espada, a la del odio, y vivir la violencia del amor, la que dejó a Cristo clavado en una cruz, la que se hace cada uno para vencer sus egoísmos y para que no haya desigualdades tan crueles entre nosotros”.
Antes de concluir su carta en la que pide al Presidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador que rece y haga rezar por él, el Papa destaca que el nuevo Beato “supo ver y experimento en su propia carne el egoísmo que se esconde en quienes no quieren ceder de lo suyo para que alcance a los demás”.
Y recuerda que es un “momento favorable para una verdadera y propia reconciliación nacional ante los desafíos que hoy se afrontan”. Por esta razón el Papa participa de sus esperanzas, se une a sus oraciones para que florezca la semilla del martirio y se afiancen por los verdaderos senderos a los hijos e hijas de esa nación, que se precia de llevar el nombre del divino Salvador del mundo”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
Texto de la Carta del Santo Padre Francisco con motivo de la beatificación de Monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez
Excmo. Mons. José Luis Escobar Alas
Arzobispo de San Salvador
Presidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador
Querido Hermano: La beatificación de monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez, que fue Pastor de esa querida Arquidiócesis, es motivo de gran alegría para los salvadoreños y para cuantos gozamos con el ejemplo de los mejores hijos de la Iglesia. Monseñor Romero, que construyó la paz con la fuerza del amor, dio testimonio de la fe con su vida entregada hasta el extremo.
El Señor nunca abandona a su pueblo en las dificultades, y se muestra siempre solícito con sus necesidades. Él ve la opresión, oye los gritos de dolor de sus hijos, y acude en su ayuda para librarlos de la opresión y llevarlos a una nueva tierra, fértil y espaciosa, que “mana leche y miel” (cf.Ex 3, 7-8). Igual que un día eligió a Moisés para que, en su nombre, guiara a su pueblo, sigue suscitando pastores según su corazón, que apacienten con ciencia y prudencia su rebaño (cf. Jer 3, 15).
En ese hermoso país centroamericano, bañado por el Océano Pacífico, el Señor concedió a su Iglesia un Obispo celoso que, amando a Dios y sirviendo a los hermanos, se convirtió en imagen de Cristo Buen Pastor. En tiempos de difícil convivencia, Monseñor Romero supo guiar, defender y proteger a su rebaño, permaneciendo fiel al Evangelio y en comunión con toda la Iglesia. Su ministerio se distinguió por una particular atención a los más pobres y marginados. Y en el momento de su muerte, mientras celebraba el Santo Sacrificio del amor y de la reconciliación, recibió la gracia de identificarse plenamente con Aquel que dio la vida por sus ovejas.
En este día de fiesta para la Nación salvadoreña, y también para los países hermanos latinoamericanos, damos gracias a Dios porque concedió al Obispo mártir la capacidad de ver y oír el sufrimiento de su pueblo, y fue moldeando su corazón para que, en su nombre, lo orientara e iluminara, hasta hacer de su obrar un ejercicio pleno de caridad cristiana.
La voz del nuevo Beato sigue resonando hoy para recordarnos que la Iglesia, convocación de hermanos entorno a su Señor, es familia de Dios, en la que no puede haber ninguna división. La fe en Jesucristo, cuando se entiende bien y se asume hasta sus últimas consecuencias genera comunidades artífices de paz y de solidaridad. A esto es a lo que está llamada hoy la Iglesia en El Salvador, en América y en el mundo entero: a ser rica en misericordia, a convertirse en levadura de reconciliación para la sociedad.
Monseñor Romero nos invita a la cordura y a la reflexión, al respeto a la vida y a la concordia. Es necesario renunciar a “la violencia de la espada, la del odio”, y vivir “la violencia del amor, la que dejó a Cristo clavado en una cruz, la que se hace cada uno para vencer sus egoísmos y para que no haya desigualdades tan crueles entre nosotros”.
Él supo ver y experimentó en su propia carne “el egoísmo que se esconde en quienes no quieren ceder de lo suyo para que alcance a los demás”. Y, con corazón de padre, se preocupó de “las mayorías pobres”, pidiendo a los poderosos que convirtiesen “las armas en hoces para el trabajo”.
Quienes tengan a Monseñor Romero como amigo en la fe, quienes lo invoquen como protector e intercesor, quienes admiren su figura, encuentren en él fuerza y ánimo para construir el Reino de Dios, para comprometerse por un orden social más equitativo y digno.
Es momento favorable para una verdadera y propia reconciliación nacional ante los desafíos que hoy se afrontan. El Papa participa de sus esperanzas, se une a sus oraciones para que florezca la semilla del martirio y se afiancen por los verdaderos senderos a los hijos e hijas de esa Nación, que se precia de llevar el nombre del divino Salvador del mundo.
Querido hermano, te pido, por favor, que reces y hagas rezar por mí, a la vez que imparto la Bendición Apostólica a todos los que se unen de diversas maneras a la celebración del nuevo Beato.
Fraternamente, Francisco - Vaticano, 23 de mayo de 2015