jueves, 31 de mayo de 2018

El Papa escribe a los chilenos y agradece a las víctimas de abuso por su valentía. También declaración del Comité Permanente de los Obispos


La carta de Francisco a los fieles de Chile: el grito de los que han sufrido abusos sexuales ha llegado al cielo, la cultura del encubrimiento es incompatible con el Evangelio. Se necesita el compromiso de todo el pueblo de Dios para contrarrestar el clericalismo

El clamor de las víctimas de los abusos sexuales «llegó al cielo. Quisiera, una vez más, agradecer públicamente la valentía y la perseverancia de todos ellos. Este último tiempo, es tiempo de escucha y discernimiento para llegar a las raíces que permitieron que tales atrocidades se produjeran y perpetuasen, y así encontrar soluciones al escándalo de los abusos no con estrategias meramente de contención -imprescindibles pero insuficientes sino con todas las medidas necesarias para poder asumir el problema en su complejidad». Es un fragmento clave de la carta que el Papa Francisco envía al pueblo de Chile, un texto de ocho cartillas que lleva la fecha de este 31 de mayo de 2018. Al leer el texto, publicado por el sitio del Episcopado chileno a medio día (hora local)se deduce que el problema de los abusos sexuales, de poder y de conciencia en Chile no puede ser reducido a algunos casos circunscritos, sino que representa una enfermedad más profunda, relacionada con una manera clerical de concebir a la Iglesia, que no se supera sin la ayuda de todos. 
  
Bergoglio recuerda las oraciones que pidió a los fieles chilenos antes de su encuentro con los obispos en el Vaticano, que concluyó con la clamorosa decisión de todo el episcopado de poner en manos del Papa el destino de su mandato, para dejar que decidiera libremente. «Apelar a Ustedes, pedirles oración no fue un recurso funcional como tampoco un simple gesto de buena voluntad», sino, por el contrario, «quise enmarcar las cosas en su preciso y precioso lugar y poner el tema donde tiene que estar: la condición del Pueblo de Dios». 
  
Antes de referirse directamente al tema de los abusos, el Papa describe la situación de una Iglesia enferma de clericalismo. «Cada vez que intentamos suplantar, acallar, ningunear, ignorar o reducir a pequeñas elites al Pueblo de Dios en su totalidad y diferencias –escribe el Pontífice argentino–, construimos comunidades, planes pastorales, acentuaciones teologías, espiritualidades, estructuras sin raíces, sin historia, sin rostros, sin memoria, sin cuerpo, en definitiva, sin vidas. Desenraizarnos de la vida del pueblo de Dios nos precipita a la desolación y perversión de la naturaleza eclesial; la lucha contra una cultura del abuso exige renovar esta certeza». 
  
«En el Pueblo de Dios –insiste el Papa– no existen cristianos de primera, segunda o tercera categoría. Su participación activa no es cuestión de concesiones de buena voluntad, sino que es constitutiva de la naturaleza eclesial. Es imposible imaginar el futuro sin esta unción operante en cada uno de Ustedes que ciertamente reclama y exige renovadas formas de participación […] La renovación en la jerarquía eclesial por si misma no genera la transformaci6n a la que el Espíritu Santo nos impulsa. Se nos exige promover conjuntamente una transformación eclesial que nos involucre a todos». El problema no se extirpa de raíz sin la participación de todo el pueblo de Dios, no se resuelve solamente con medidas técnicas o nuevas normas, no se resuelve sin conversión y disponibilidad a la obra del Espíritu Santo. 
  
Por ello, afirma Francisco, hay que «mirar el presente sin evasiones pero con valentía, con coraje pero sabiamente, con tenacidad pero sin violencia, con pasión pero sin fanatismo, con constancia pero sin ansiedad, y así cambiar todo aquello que hoy ponga en riesgo la integridad y la dignidad de cada persona; ya que las soluciones que se necesitan reclaman encarar los problemas sin quedar atrapados en ellos o, lo que seria peor, repetir los mismos mecanismos que queremos eliminar». 
  
Después, el Pontífice agradece a las víctimas y a las personas que se han ofrecido para escuchar. «Todo el proceso de revisión y purificación que estamos viviendo es posible gracias al esfuerzo y perseverancia de personas concretas que, incluso contra toda esperanza o teñidas de descrédito, no se cansaron de buscar la verdad; me refiero a las victimas de los abusos sexuales, de poder, de autoridad y a aquellos que en su momento les creyeron y acompañaron. Victimas cuyo clamor llego al cielo». 
  
«Quisiera, una vez más—continúa Francisco—, agradecer públicamente la valentía y la perseverancia de todos ellos. Este último tiempo, es tiempo de escucha y discernimiento para llegar a las raíces que permitieron que tales atrocidades se produjeran y perpetuasen, y así encontrar soluciones al escándalo de los abusos no con estrategias meramente de contención -imprescindibles pero insuficientes- sino con todas las medidas necesarias para poder asumir el problema en su complejidad». 
  
Francisco subraya el problema de la falta de atención a las víctimas de abusos. «Creo que aquí reside una de nuestras principales faltas y omisión: el no saber escuchar a las víctimas. Así se construyeron conclusiones parciales a las que le faltaban elementos cruciales para un sano y claro discernimiento. Con vergüenza debo decir que no supimos escuchar y reaccionar a tiempo». La visita de monseñor Scicluna y de monseñor Bertomeu, los dos prelados autores de la investigación que sentó las bases para el la decisión del Papa, «nace al constatar que existían situaciones que no sabíamos ver y escuchar. Como Iglesia no podíamos seguir caminando ignorando el dolor de nuestros hermanos». 
  
Durante los encuentros con las víctimas de abusos, explica el Papa, «constate cómo la falta de reconocimiento/escucha de sus historias, como también del reconocimiento/aceptación de los errores y las omisiones en todo el proceso, nos impiden hacer camino». Un reconocimiento que «quiere ser más que una expresión de buena voluntad hacia las víctimas, más bien quiere ser una nueva forma de pararnos frente a la vida, frente a los demás y frente a Dios». 
  
«El “nunca más” a la cultura del abuso –escribe Bergoglio–, así como al sistema de encubrimiento que le permite perpetuarse, exige trabajar entre todos para generar una cultura del cuidado que impregne nuestras formas de relacionarnos, de rezar, de pensar, de vivir la autoridad; nuestras costumbres y lenguajes y nuestra relación con el poder y el dinero». 
  
«Hoy sabemos que la mejor palabra que podamos dar frente al dolor causado –afirma el Papa– es el compromiso para la conversión personal, comunitaria y social que aprenda a escuchar y cuidar especialmente a los más vulnerables. Urge, por tanto, generar espacios donde la cultura del abuso y del encubrimiento no sea el esquema dominante; donde no se confunda una actitud crítica y cuestionadora con traición». Y Francisco pone el dedo en la llaga de las prácticas eclesiales que tratan de uniformar y que no respetan las experiencias ni las instancias de los fieles.  
  
«Esto nos tiene que impulsar como Iglesia a buscar con humildad a todos los actores que configuran la realidad social y promover instancias de diálogo y constructiva confrontación para caminar hacia una cultura del cuidado y protección. Pretender esta empresa solamente desde nosotros o con nuestras fuerzas y herramientas nos encerraría en peligrosas dinámicas voluntaristas que perecerían en el corto plazo». Es una invitación a la Iglesia a que colabore con la sociedad y con las autoridades públicas que se ocupan de crear un ambiente saludable y seguro para los menores. 
  
El Papa exhorta «a todos los cristianos y especialmente a los responsables de Centros de formación educativa terciaria, de educación formal y no formal, Centros sanitarios, Institutos de formación y Universidades, a mancomunar esfuerzos en las diócesis y con la sociedad civil toda para promover lúcida y estratégicamente una cultura del cuidado y protección. Que cada uno de estos espacios promueva una nueva mentalidad».  
  
«La cultura del abuso y del encubrimiento es incompatible con la lógica del Evangelio –insiste Bergoglio– ya que la salvación ofrecida por Cristo es siempre una oferta, un don que reclama y exige la libertad. Lavando los pies a los discípulos es como Cristo nos muestra el rostro de Dios. Nunca es por coacción ni obligación sino por servicio. Digámoslo claro: todos los medios que atenten contra la libertad e integridad de las personas son anti-evangélicos». 
  
«Invito a todos los Centros de formación religiosa, facultades teológicas, institutos terciarios, seminarios, casas de formación y de espiritualidad a promover una reflexión teológica que sea capaz de estar a la altura del tiempo presente, promover una fe madura, adulta y que asuma el humus vital del Pueblo de Dios con sus búsquedas y cuestionamientos». Francisco quiere promover de esta manera «comunidades capaces de luchar contra situaciones abusivas, comunidades donde el intercambio, la discusión, la confrontación sean bienvenidas. Seremos fecundos en la medida que potenciemos comunidades abiertas desde su interior y así se liberen de pensamientos cerrados y auto- referenciales llenos de promesas y espejismos que prometen vida pero que en definitiva favorecen la cultura del abuso».  
  
Para concluir, Francisco, después de haber recordado la importancia de la pastoral como antídoto contra el clericalismo que «busca siempre controlar y frenar la unción de Dios sobre su pueblo», invita a apreciar también el bien que existe y a tener en cuenta «a muchos fieles laicos, consagrados, consagradas, sacerdotes, obispos que dan la vida por amor en las zonas más recónditas de la querida tierra chilena». El Papa invita, y se parece mucho a la invitación que dirigió el mismo Bergoglio a los consagrados en Santiago de Chile durante su viaje de enero de este año, a «no disimular, esconder o encubrir nuestras llagas. Una Iglesia llagada es capaz de comprender y conmoverse por las llagas del mundo de hoy, hacerlas suyas, sufrirlas, acompañarlas y moverse para buscar sanarlas. Una Iglesia con llagas no se pone en el centro, no se cree perfecta, no busca encubrir y disimular su mal, sino que pone allí al único que puede sanar las heridas y tiene un nombre: Jesucristo». 
  
«Esta certeza es la que nos moverá a buscar, a tiempo y destiempo, el compromiso por generar una cultura donde cada persona tenga derecho a respirar un aire libre de todo tipo de abusos. Una cultura libre de encubrimientos que terminan viciando todas nuestras relaciones. Una cultura que frente al pecado genere una dinámica de arrepentimiento, misericordia y perdón, y frente al delito, la denuncia, el juicio y la sanción». Es decir, todo lo contrario del silencio, del encubrimiento, del descrédito de las víctimas, de la defensa auto-referencial con actitudes de casta, que se han, desgraciadamente, registrado en Chile. Y, no hay que olvidarlo, también en otros lugares.  

Andrea Tornielli
Vatican Insider

Comunicado de los Obispos del Comité Permanente

Fecha: 31/05/2018
Referencia: 59/2018
País: Chile
Ciudad: Santiago
Autor:



Acompañamos la publicación de la carta del Papa Francisco “Al Pueblo de Dios que peregrina en Chile”, con profunda gratitud por su ministerio de Sucesor de Pedro que ilumina y orienta la situación que estamos viviendo como Iglesia. Acogemos su llamado, y pedimos a todos los fieles, que continuemos en estado de oración, para contar con la asistencia del Espíritu Santo y “seguir construyendo una Iglesia profética, que sabe poner en el centro lo importante: el servicio a su Señor en el hambriento, en el preso, en el migrante, en el abusado” (Francisco, Carta a los Obispos de Chile, 17.05.2018).



Recibimos esta carta justo cuando los Obispos de la Comisión Pastoral del Episcopado nos encontramos reunidos con los Equipos de Conducción Pastoral de las diócesis del país. Nos hemos reunido en un clima de oración, escucha y diálogo, para discernir la voluntad del Señor con respecto a la crisis que vivimos como Iglesia. Esta iniciativa se agrega a los procesos de reflexión y discernimiento que se están iniciando en las diócesis de nuestro país.

De igual forma, estamos trabajando en una propuesta global frente a la situación de la Iglesia en Chile, entre otras cosas, rediseñando las funciones del Consejo Nacional de Prevención de Abusos y Acompañamiento de Víctimas para que pueda asumir otras tareas de las que hasta ahora ha desempeñado. 

Exhortamos a los laicos, laicas y personal consagrado de la Iglesia en Chile a entrar en sintonía con lo que el Papa nos pide en su carta, de manera que todos nos comprometamos en la reflexión y en la acción para suscitar caminos de solución y superar la cultura del abuso y del encubrimiento. Todo el Pueblo de Dios tiene una palabra que decir al respecto, que es necesario escuchar y acoger. 

Por este motivo, este mensaje del Santo Padre ha de difundirse ampliamente en nuestras comunidades y constituirse en objeto de atenta meditación personal y comunitaria en todas las instancias eclesiales, para que oriente efectivamente nuestro servicio pastoral. 

Hoy celebramos la Fiesta de la Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel. Que esta actitud de humilde servicio de la Madre de Jesús inspire nuestro caminar como Iglesia en el Chile de hoy. 


LOS OBISPOS DEL COMITÉ PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE


Dan a conocer la carta que envió el Papa Francisco a Chile


Dan a conocer la carta que envió el Papa Francisco a Chile

Este jueves la Conferencia Episcopal dio a conocer los detalles de la carta que el Papa Francisco envió "al pueblo de Dios que peregrina en Chile". 
La misiva fue enviada este mismo 31 de mayo, y relata parte de las impresiones de la máxima autoridad de la Iglesia Católica tras la visita de las víctimas de abusos sexuales y los obispos chilenos al Vaticano.
En el texto de 8 páginas de Francisco asegura, entre otras cosas que "la renovacion en la jerarquía eclesial por si misma no genera la transformación a la que el Espiritu Santo nos impulsa. Se nos exige promover conjuntamente una transformación eclesial que nos involucre a todos".
Más adelante, en relación a los testimonios de las víctimas, postula: "Seriamos injustos si al lado de nuestro dolor y nuestra vergtienza por esas estructuras de abuso y encubrimiento que tanto se han perpetuado y tanto mal han hecho, no reconociéramos a muchos fieles laicos, consagrados, consagradas, sacerdotes, obispos que dan la vida por amor en las zonas m6s recónditas de la querida tierra chilena".
Y añade: "Reconozco y agradezco su valiente y constante ejemplo que en momentos de turbulencia, vergüenza y dolor siguen jugándose con alegria por el Evangelio. Ese testimonio me hace mucho bien y me sostiene en mi propio deseo de superar el egoismo para entregarme más".
PUEDEN VER LA CARTA COMPLETA, AQUÍ
Por medio de un comunicado, leído más tarde en un punto de prensa por el monseñor Juan Ignacio González, la Conferencia Episcopal reaccionó a las palabras del Papa afirmando que la carta "ilumina y orienta la situación que estamos viviendo como Iglesia". 
Con ello, han anunciado el rediseño de las funciones del Consejo Nacional de Prevención de Abusos y Acompañamiento de Víctimas.
"Este mensaje del Santo Padre ha de difundirse ampliamente en nuestras comunidades yconstituirse en objeto de atenta meditación personal y comunitaria en todas las instancias eclesiales, para que oriente efectivamente nuestro servicio pastoral", añaden.



CNN CHILE



miércoles, 30 de mayo de 2018

Conversando con Tony Mifsud sobre la revista Mensaje del mes de junio



Tony Mifsud sj. es el director de la revista Mensaje y con él conversamos sobre el próximo número de esta revista, es decir, la del mes de junio de este año.
Uno de los temas es la situación de la iglesia en Chile y en este sentido está la editorial de la revista como una entrevista a un psicólogo -que además estudió teología- y en opinión de Tony Mifsud es un muy buen artículo. Presenta una hipótesis  y propuestas para salir de esta situación.
También se encontrará una entrevista al obispo Alejandro Goic, quien es el más antiguo de los obispos y les pareció que era bueno que él de su mensaje de su experiencia, como también le consultaron de los últimos acontecimientos acaecidos en su diócesis.
Destaca también el director de la revista Mensaje una entrevista  realizada a Juan Andrés Murillo sobre la Fundación  para la Confianza y sobre el Observatorio para la Confianza.
Otro de los temas de este número está relacionado con los migrantes y el proyecto de ley sobre migraciones  actualmente en el Congreso Nacional.
También en esta conversación, Tony Mifsud, señala que la revista Mensaje volverá a organizar seminarios y el primero de este año, a efectuarse en el mes de octubre, está relacionado con la Educación.
Los invito a escuchar y ver esta entrevista



SECUNDARIOS PUERTO MONTT: LUX MUNDI


HOY JÓVENES VALDIVIA: TERCERA JORNADA DE INICIACIÓN


JÓVENES SANTIAGO: FEMINISMO


En casa CVX se efectuó la asamblea de mujeres feministas

martes, 29 de mayo de 2018

ASAMBLEA NACIONAL 2018. IMÁGENES DEL SEGUNDO DÍA

El nuevo Consejo Nacional: Ismael Aracena sj, Asistente Eclesiástico Nacional, Luciano Caiozzi (Puerto Montt), Delegado Secundarios; Belén Teuquil (Puerto Montt), Delegado Jóvenes; Claudio Pérez (Puerto Montt), Delegado Adultos; Rafael Aranguiz (Bío Bío), Tesorero; Giannella González (Osorno), Tesorera; Alfredo Pavez (La Serena), Vicepresidente y Javier Cifuentes (Santiago), Presidente























El nuevo Consejo Nacional: Ismael Aracena sj, Asistente Eclesiástico Nacional, Luciano Caiozzi (Puerto Montt), Delegado Secundarios; Belén Teuquil (Puerto Montt), Delegado Jóvenes; Claudio Pérez (Puerto Montt), Delegado Adultos; Rafael Aranguiz (Bío Bío), Tesorero; Giannella González (Osorno), Tesorera; Alfredo Pavez (La Serena), Vicepresidente y Javier Cifuentes (Santiago), Presidente

sábado, 26 de mayo de 2018

CONVERSANDO CON TONY MIFSUD SJ DE LA SITUACIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA CHILENA




En la parte final de esta conversación con el jesuita Tony Mifsud, director de la revista Mensaje, ante la consulta si está esperanzado por lo que viene, nos dice "a nivel personal todo esto me produce, especialmente cuando uno lee los diarios, tristeza y vergüenza. Pero tengo mucha esperanza, sí, ¿por qué?, porque yo creo que va a ser un momento de volver a una profunda espiritualidad. Cuando vienen esos golpes tan fuertes, cuando ya comienzan a dudar de ti por el solo hecho de ser sacerdote, entonces uno dice, a ver, ¿cuál es mi centro? ¿qué es lo que me hace lo que soy? Y obviamente en nuestro caso, la llamada de Jesús. Entonces en este momento, uno vuelve al Evangelio y sabe qué es lo que más es esencial acá. Y ahí también hay un punto, como dice san Pablo, en vasos de barros, aquí hay alguien más grande, entonces hay que volver a tener fe en este Jesús que es más grande y que es fiel a sus promesas. Y promesas son de futuro y no de pasado. Entonces, sí estamos viviendo tiempos difíciles, sí nos va a hacer bien, nos va a purificar, nos va a limpiar y al final quizás seremos menos, pero más sólidos porque aquí también, todo lo que está pasando, obviamente, lo que cuestiona es a la institución, para mi personalmente no me cuestiona la fe, no me cuestiona la fe, entonces a mi me preocupa, varias personas que me han dicho que han dejado la Iglesia. Entonces me dice pucha que trasmitimos nosotros entonces. Trasmitimos a Jesús o a nosotros mismos. Aquí lo importante, para mi personalmente, no es defender la institución, no es para que la iglesia llegue otra vez a ser un poder social. A mi no me interesa eso. Lo que a mi me interesa es que la Iglesia, tenemos un mensaje, que nosotros creemos que es maravilloso, un mensaje que dice oye tú nunca estás solo, Dios te quiere. No estás sólo en este mundo. Que seamos creíble de nuevo, eso es lo que me interesa, no recuperar la fama, para mi es totalmente secundario. Lo primero es que ese mensajero es verdad, entonces le creo el mensaje. eso para mi es lo que me da esperanza porque obviamente cuando hay terremoto también uno va a lo más esencial; entonces volvamos a lo más esencial. Lo más esencial no es la iglesia, es decir, la iglesia y eso no es algo nuevo, es un medio, no es un fin. Es decir, cuando termina la historia, la iglesia no va a existir, lo que va a existir es el reinado del Padre. Entonces volver a sentirse medio y no fin y que lo más importante es a quien anunciamos, que es más grande que nosotros, lo cual implica, escuchar, ser humilde, admitir errores, pero siempre como vamos a mejorar. eso que sea la obsesión, porque sino caemos al otro lado, pucha que somos mal, que lo hemos hecho mal, ya listo, ya, ahora qué vamos a hacer, cómo vamos a impedir eso, cómo vamos a superar eso y creo que saldremos fortalecidos, menos quizás, pero mejores

martes, 22 de mayo de 2018

VALDIVIA JÓVENES: MISA EL PRÓXIMO JUEVES


ESPERAMOS TIEMPOS MEJORES por JORGE COSTADOAT SJ



Por los años sesenta y setenta Pablo VI nombró en Chile una generación de obispos excepcionales. Juan Pablo II, a partir de los años ochenta, en Chile y el resto de América Latina, nombró obispos con poca libertad para interpretar la doctrina de la Iglesia, hombres sin las luces de la generación anterior, timoratos, estrictamente fieles al gobierno del Papa.
Los obispos chilenos de Pablo VI hicieron frente a la dictadura de Pinochet. El cardenal Raúl Silva Henríquez creó la Vicaría de la Solidaridad que acogió y defendió a las víctimas de violaciones de los derechos humanos. Bajo la inspiración de la conferencia episcopal de Medellín (1968) y luego de la de Puebla (1979), y de la Teología de la liberación, la Iglesia chilena hostigada y perseguida, especialmente en las comunidades eclesiales de base, experimentó un fervor evangélico y profético extraordinario.
Estos mismos años, sin embargo, comenzó a hacerse fuerte el catolicismo conservador, discordante de las voces oficiales. Tenía a su favor a Pinochet y al cardenal Sodano, el nuncio. También tenía el viento favorable al entrevistado de Messori en Informe sobre la fe, el cardenal Ratzinger, el principal intérprete del Concilio en los últimos cincuenta años y fiero censurador de los teólogos de la liberación.
Lo que explica en gran medida las proporciones del problema de la Iglesia chilena actual, es que este fortalecimiento del catolicismo conservador se concentró en la agrupación sacerdotal muy poderosa creada por un párroco, el sacerdote Fernando Karadima, un hombre intelectualmente limitado, pero encantador de la elite. Este generó en torno a su persona una verdadera secta de jóvenes frágiles psicológicamente de los que abusó sexual y espiritualmente. No sin el consentimiento de Sodano, quien tenía un despacho privado en la parroquia de Karadima, de este grupo fueron nombrados obispos Juan Barros, quien llegó a constituirse en la “manzana de la discordia”, Andrés Arteaga, Tomislav Koljatic y Horacio Valenzuela.
El caso estalló en 2010. El nuevo arzobispo de Santiago el cardenal Francisco Javier Errázuriz, apartó al párroco de sus funciones. Pero lo hizo después que las víctimas de Karadima, James Hamilton, Juan Carlos Cruz y Andrés Murillo, le rogaran justicia desde 2003. El año 2011, el nuevo arzobispo, Ricardo Ezzati, tras investigar la situación, sancionó al párroco, impidiéndole ejercer públicamente el sacerdocio y la dirección espiritual. Paralelamente el caso fue presentado ante los tribunales de justicia los cuales, luego de haber juzgado culpable a Karadima, lo absolvieron por prescripción de los delitos.
En los años sucesivos se destaparon numerosos casos de abusos sexuales del clero, abusos de pederastia y pedofilia. Unos terminaron con sentencias civiles (hay sacerdotes presos), otros con sentencias canónicas (restringidos en su funciones sacerdotales) y, en fin, algunos cuantos aún están siendo investigados. Los doce recién suspendidos en Rancagua completan un panorama es desolador. El clero y casi todas las agrupaciones religiosas de varones, han tenidos casos de abusos y acusaciones (incluidos nosotros los jesuitas).
El Papa Francisco, después de equivocarse más de dos veces respecto a Juan Barros, repudiado por la diócesis de Osorno, decidió informarse a fondo y tomar medidas drásticas. Envió a Chile a investigar la situación al obispo de Malta Charles Scicluna y a Jordi Bertomeu, de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El resultado de esta indagación hizo concluir al Papa que había sido mal informado. ¿Quién lo informó mal? No lo sabemos. Pero, o él no le hizo caso a Francisco Javier Errázuriz, uno de la comisión de los “Nueve” (uno de sus estrechos colaboradores), ni al nuncio Ivo Scápolo, que por cercanía y cargo debieron hacerlo, o estos, o uno de estos, inclinaron la balance del lado de Barros. M. Ezzati, en cambio, tendrá otros “pecados”, pero se sabe que se opuso al nombramiento del obispo de Osorno.
Hoy, tras la renuncia de todo el episcopado chileno, parece cerrarse un capítulo y abrirse otro. ¿Será uno mejor?
La situación es inaudita. La carta que el Papa que entregó en privado a los obispos para discernir con ellos el futuro de la Iglesia chilena, es conmovedora. Este documento revela el impacto que han producido en Francisco los gravísimos abusos sexuales, psicológicos y de conciencia, de mayores y menores; y a su vez, estremece a los católicos por el tipo de inmoralidades cometidas por obispos y mandos medios en labores de encubrimiento de tales abusos y delitos. El documento, por una parte, esboza un verdadero programa de futura reforma de la Iglesia chilena y, por otra, confirma la comisión de irregularidades tan graves como destruir archivos, es decir, eliminación de pruebas. Cualquiera puede imaginar que el informe de 2,400 páginas que el investigador Charles Scicluna entregó al Pontífice, es espeluznante.
¿Qué viene? Suponemos que Francisco acogerá la renuncia de varios obispos renunciados ¿Cuántos? Es casi seguro que saldrán de la conferencia los cuatro dirigidos espirituales de Karadima. Además, todos los que ya habían renunciado por edad. Son cuatro. ¿Alguien más? No sabemos. Es decir, en el futuro inmediato tendrá que nombrarse, por lo menos, a ocho obispos y a un noveno por la sede vacante de Valdivia.
¿Qué viene? Ignoramos si los obispos que queden y los nuevos estarán a la altura de las exigencias que el Papa les ha puesto en el documento en comento. Francisco pide a todos trabajar por una Iglesia profética que sepa “poner a Cristo en el centro” de su corazón y de su acción. Un Iglesia profética, como la de los obispos de Pablo VI que se orientó por la opción por los pobres y encaró las violaciones de los derechos humanos, y no como la que vino después, la de la jerarquía que, en palabras de Francisco, “dejó de mirar y señalar al Señor para mirarse y ocuparse de sí misma”.
He aquí que surge una pregunta inquietante: ¿estarán capacitados los obispos que queden para emprender una conversión de esta magnitud? ¿Claudicarán estos a su alianza de clase con la elite de un país injusto como Chile? Hay entre estos obispos muy conservadores e incluso alguno que, antes de ser sacerdote, trabajó como abogado en dependencias de la dictadura. Si el Papa Francisco quiere realmente hacer los cambios que su giro pastoral requiere, tendrá que poner los medios para que sus palabras no queden en letra muerta. Deberá aceptar la renuncia de varios obispos más. Tendrá que desnivelar la conferencia episcopal. La Iglesia chilena ha pretendido operar con dos pastorales al mismo tiempo: una para los sectores altos, acomodados y religiosamente de tendencia pre-conciliar; y otra inspirada por las conferencias de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida que, como cuatro martillazos sobre un mismo clavo, ratificaron una opción preferencial por los pobres. Pero en los últimos veinticinco años, al menos en la diócesis de Santiago, parece no haber pastoral alguna.
Otra pregunta: ¿Hay gente que pueda ser nombrada para reemplazar a los que se van que cumpla con el giro que el Papa quiere darle a la Iglesia chilena? En su carta hay una queja contra los seminarios. Los seminarios del período del “invierno eclesial” de Juan Pablo II han “resacralizado” al clero. Este tipo de clero, concluye la Royal Comision sobre los abusos de menores en Australia (2017), genera relaciones humanas asimétricas e inapropiadas.
El Papa Francisco delinea un programa y pone los fundamentos para esperar algo mejor. Por de pronto, recuerda que Dios actúa en el santo pueblo de Dios y que en este pueblo hay una fe y una energía extraordinaria. Si los futuros obispos no se nutren y aprenden del pueblo de Dios en quien reside la fe de la Iglesia, creo yo, volveremos a lo mismo. Es imperioso, por tanto, dar participación a los fieles en la organización de su Iglesia. Lo dice Francisco con estas palabras: “Permítanme la insistencia, urge generar dinámicas eclesiales capaces de promover la participación y misión compartida de todos los integrantes de la comunidad eclesial”, dejando de lado la “psicología de las elites” (estilo y prácticas sectarias). ¿Participarán en alguna instancia los laicos en la elección de los próximos obispos?
Es la hora de los laicos. Esperamos que la nueva generación de obispos termine de “ordenar la casa” y ponga la Iglesia al servicio del mundo. Lo hagan o no lo hagan, ya ahora los católicos, curas y fieles debieran asumir un rol protagónico. Urge crear algo nuevo. Se necesita una Iglesia de comunidades. Se necesitan comunidades de todo tipo que exijan respeto y participación, capaces de representar con respeto sus diferencias a la autoridad y de rebelarse contra los atropellos. Es imperiosa más creatividad, más solidaridad con el prójimo, más participación de las mujeres, en una palabra, más Evangelio.

SECUNDARIOS SANTIAGO. RETIRO PILAR ESPIRITUAL (GENERACIÓN 2019)


En el colegio Carampagne el pasado fin de semana

“Determinará lo que haga levantarte por las mañanas, lo que harás con tus atardeceres, cómo pases tus fines de semana, lo que leas, a quien conozcas, lo que te rompa el corazón”. 

Pedro Arrupe SJ.