jueves, 28 de agosto de 2014

Alianza de ateísmo y cristianismo por Jorge Costadoat S.J.



Rebrota el tema del ateísmo. Ha aumentado el número de ateos en el país. Ateos y agnósticos quitan adeptos a la Iglesia Católica. Los ateos, por su parte, reivindican su respetabilidad. El asunto tiene innumerables aspectos y una historia tan antigua como el cristianismo. En los orígenes de este, los mismos cristianos fueron considerados “ateos” por no creer en las supercherías religiosas que poblaban el Mediterráneo.
¿Por qué importa el tema hoy? Desde la orilla del cristianismo, siempre interesará ser fieles al Cristo de quien se recibió una orientación fundamental. Jesús, el creyente por excelencia, chequeó la autenticidad de la fe con la parábola de Buen Samaritano (Lc 10, 29-37): ¿quién es el prójimo?; no el sacerdote, no quien ha sido investido de un rol religioso particular, sino el pagano que fue capaz de socorrer al hombre asaltado y dejado medio muerto al borde del camino. Consecuencia: el cristiano, para ser tal, debe llevar un ateo en el corazón. El cristiano, como hijo de Dios, debe ser un hermano de la humanidad sin apellidos, una persona capaz de incomodarse y arriesgar sus privilegios en favor de los desamparados. Si Jesús, en este sentido, fue ateo, los cristianos solo pueden seguir su camino y pertenecer a su Iglesia de un modo autocrítico. Pues fuera de ella puede haber gente mejor que dentro de ella.
De aquí que la parábola del Buen Samaritano fue el texto fundamental que inspiró a los ateos y a los cristianos al levantar la Vicaría de la Solidaridad. El Cardenal entendió que creer en Dios durante el gobierno militar equivalía a creer en una alianza de humanidad en favor de los torturados, los ejecutados sin piedad, los detenidos desaparecidos y sus familiares. Por una parte, los ateos de esos años recordaron a los cristianos que lo fundamental no se juega en la pertenencia religiosa; por otra, los mismos ateos tuvieron que reconocer, paradójicamente, que se puede no creer en Dios pero sí creer en una iglesia hondamente humana.
El Concilio Vaticano II (1962-1965) había ya emparejado la cancha para una convergencia entre ateos y cristianos. El Concilio realizó un progreso doctrinal impresionante. Declaró que Dios ilumina a los seres humanos por vías que la Iglesia Católica puede desconocer; afirmación que, considerada la estrechez mental que normalmente tienta a las religiones, es muy significativa. El Vaticano II puso a la caridad como el criterio dirimente de la fe auténtica. Dicho en términos religiosos, un católico que no ama puede “condenarse” y un ateo que ama se “salva”. Es más, ante el fenómeno del ateísmo el gran concilio sostuvo que los cristianos habían podido bloquear su acceso al Evangelio con la inautenticidad de su cristianismo.
Una alianza entre ateísmo y cristianismo en Chile hoy, cobra relevancia en el plano de la educación. El país quiere ser igualitario e integrador. Lo quieren más los hijos que los padres, está claro. El gobierno impulsa un proyecto que, en sus trazos principales, independientemente de sus varias pifias, los cristianos deben reconocer como evangélico. Lo es. Pero no porque la presidenta Bachelet –atea o agnóstica, no sé- se haya comprometido a reconocer que las escuelas y colegios católicos pueden elaborar proyectos educativos religiosos, sino porque la sustitución de un modelo individualista y clasista de educación por uno igualitario e integrador ayuda infinitamente más a formar buenos samaritanos.
Y de esto se trata. Una alianza entre ateísmo y cristianismo a favor de los excluidos y desintegrados, sea en el plano de la educación u otros, constituye la mejor de las bases para el porvenir del país.
Jorge Costadoat S.J.
Cristo en construcción

LECTURAS PARA EL DÍA DE HOY




PRIMERA LECTURA
1 Corintios: 1, 1-9
Por Cristo, Dios los ha enriquecido en todo.
Yo, Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Sóstenes, mi colaborador, saludamos a la comunidad cristiana que está en Corinto. A todos ustedes, a quienes Dios santificó en Cristo Jesús y que son su pueblo santo, así como a todos aquellos que en cualquier lugar invocan el nombre de Cristo Jesús, Señor nuestro y Señor de ellos, les deseo la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Cristo Jesús, el Señor.
Continuamente agradezco a mi Dios los dones divinos que les ha concedido a ustedes por medio de Cristo Jesús, ya que por Él los ha enriquecido con abundancia en todo lo que se refiere a la palabra y al conocimiento; porque el testimonio que damos de Cristo ha sido confirmado en ustedes a tal grado, que no carecen de ningún don ustedes, los que esperan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. El los hará permanecer irreprochables hasta el fin, hasta el día de su advenimiento. Dios es quien los ha llamado a la unión con su Hijo Jesucristo, y Dios es fiel. 
Palabra de Dios

SALMO
Del salmo 144
R/. Siempre, Señor, bendeciré tu nombre.
Un día tras otro bendeciré tu nombre
y no cesará mi boca de alabarte.
Muy digno de alabanza es el Señor,
por ser su grandeza incalculable. R/.
Cada generación,
a la que sigue anunciará tus obras y proezas.
Se hablará de tus hechos portentosos,
del glorioso esplendor de tu grandeza. R/.
Alabarán tus maravillosos prodigios
y contarán tus grandes acciones;
difundirán la memoria de tu inmensa bondad
y aclamarán tus victorias. R/.

EVANGELIO
San Mateo: 24, 42-51
Estén preparados.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Velen y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor. Tengan por cierto que si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. También ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre.
Fíjense en un servidor fiel y prudente, a quien su amo nombró encargado de toda la servidumbre para que le proporcionara oportunamente el alimento. Dichoso ese servidor, si al regresar su amo, lo encuentra cumpliendo con su deber. Yo les aseguro que le encargará la administración de todos sus bienes. Pero si el servidor es un malvado, y pensando que su amo tardará, se pone a golpear a sus compañeros, a comer y emborracharse, vendrá su amo el día menos pensado, a una hora imprevista, lo castigará severamente y lo hará correr la misma suerte de los hipócritas. Entonces todo será llanto y desesperación".
Palabra del Señor

miércoles, 27 de agosto de 2014

Audiencia General: Papa Francisco: Basta con las habladurías y las envidias. Videos. Catequesis completa



Papa: "Es el diablo el que separa, destruye las relaciones y siembra prejuicios"


Invita a la Iglesia a "reproducir la imagen de Dios, rico en misericordia y gracia"


Recuerda que mañana se colocará una imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre



(RV).- Aunque está llena de pecadores, con divisiones y escándalos, los católicos recitan en su Credo que la Iglesia es una y santa. Elobispo de Roma -que defiende a los pecadores pero condena el pecado, con su conocida afirmación "pecadores si pero corruptos no"- en su Catequesis del miércoles 27 de agosto de 2014, se refirió al tema de la unidad y santidad de la Iglesia, profesadas en el Credo Católico.
Jesús pidió a Dios Padre por la unidad de sus discípulos, confiándoles así su deseo de quela unidad sea nota característica de la comunidad, afirmó Francisco y explicó que "la división es uno de los pecados más graves, porque no permite que Dios actúe. Es el diablo el que separa, destruye las relaciones, siembre prejuicios".
Relacionando la unidad con la santidad, las dos palabras de referidas en el Credo, el Sucesor de Pedro explicó que "lo que Dios quiere es que seamos acogedores, que nos perdonemos y nos amemos, para parecernos cada vez más a Él que es comunión y amor", para definir que la santidad de la Iglesia consiste: "en reproducir la imagen de Dios, rico en misericordia y gracia".
Una imagen que replica la representación de María, en su advocación de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, traída para ser venerada también en los jardines vaticanos, fue el motivo principal del saludo del Vicario de Cristo a los peregrinos de lengua española y de su bendición al pueblo cubano.
Texto del saludo en español
Queridos hermanos y hermanas:
Cuando recitamos el "Credo", decimos que la Iglesia es "una" y "santa", aunque sabemos por experiencia que también está compuesta de pecadores y que no faltan divisiones.
Jesús, antes de su Pasión, pidió por la unidad de sus discípulos: "que todos sean uno". Nos confía así su deseo de que la unidad sea una de las notas características de nuestra comunidad.
Los pecados contra la unidad no son sólo los cismas, sino también las cizañas más comunes de nuestras comunidades: envidias, celos, antipatías... sacarle el cuero a los demás. Esto es humano, pero no es cristiano.
En una comunidad cristiana, la división es uno de los pecados más graves, porque no permite que Dios actúe. Es el diablo el que separa, destruye las relaciones, siembra prejuicios. Lo que Dios quiere es que seamos acogedores, que nos perdonemos y nos amemos para parecernos cada vez más a Él, que es comunión y amor. En esto consiste la santidad de la Iglesia: en reproducir la imagen de Dios, rico en misericordia y gracia.
***
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Venezuela, Chile, Argentina, México y otros países latinoamericanos. Mañana tendrá lugar en los jardines del Vaticano la colocación de una imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. Saludo con afecto a los obispos de Cuba, venidos a Roma para esta ocasión, a la vez que les pido hacer llegar mi cercanía y bendición a todos los fieles cubanos. Que Jesús les bendiga y la Virgen Santa les cuide. Muchas gracias.

Catequesis completa de Papa Francisco:
La Iglesia Una y Santa

Queridos hermanos y hermanas, buenos días:
cada vez que renovamos nuestra profesión de fe recitando el "Credo", afirmamos que la Iglesia es «una» y «santa». Es una, porque tiene su origen en Dios Trinidad, misterio de unidad y de comunión plena. Y la Iglesia es santa, porque está fundada en Jesucristo, animada por su Santo Espíritu, colmada por su amor y por su salvación. Al mismo tiempo, sin embargo, es santa pero compuesta por pecadores, todos nosotros. Pecadores que experimentamos cada día las propias fragilidades y las propias miserias. Así, esta fe que profesamos nos mueve a la conversión, a tener el valor de vivir cotidianamente la unidad y santidad; y si nosotros no estamos unidos, si no somos santos, es porque no somos fieles a Jesús. Pero Él, Jesús, no nos deja solos, no abandona a su Iglesia. Él camina con nosotros, Él nos comprende. Comprende nuestras debilidades, nuestros pecados, ¡nos perdona! Siempre que nosotros nos dejemos perdonar, ¿no? Pero Él está siempre con nosotros ayudándonos a ser menos pecadores, más santos, más unidos.
1. El primer consuelo nos llega del hecho que Jesús rezó tanto por la unidad de sus discípulos. Es la oración de la última cena, Jesús pidió tanto: "Padre que sean uno". Rezó por la unidad. Y justo en la inminencia de la Pasión, cuando estaba a punto de ofrecer toda su vida por nosotros. Es aquello que estamos invitados a leer y meditar continuamente, en una las páginas más intensas y conmovedoras del Evangelio de Juan, el capítulo diecisiete (cf. vv. 11,21-23). ¡Qué bello es saber que el Señor, apenas antes de morir, no se preocupó por sí mismo, sino que pensó en nosotros! Y en su diálogo intenso con el Padre, oró justamente para que podamos ser una cosa sola con Él y entre nosotros. Es decir: con estas palabras, Jesús se hizo nuestro intercesor ante el Padre, para que también nosotros podamos entrar en la plena comunión de amor con Él; al mismo tiempo, nos confía este deseo como su testamento espiritual, para que la unidad pueda volverse siempre más la nota distintiva de nuestras comunidades cristianas y la respuesta más bella a cualquier persona que nos pregunte la razón de la esperanza que hay en nosotros (cf. 1 Pt 3, 15). La unidad.
2 «Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste». (Jn 17,21). La Iglesia ha buscado desde el principio realizar este propósito, que es tan querido por Jesús. Los Hechos de los Apóstoles nos recuerdan que los primeros cristianos se distinguían por el hecho de tener "un solo corazón y una sola alma" (Hch 4,32); el apóstol Pablo, después, exhortaba a sus comunidades a no olvidar que son «un solo cuerpo» (1 Cor 12,13)...hemos oído en las lecturas. La experiencia, sin embargo, nos dice que son tantos los pecados contra la unidad. Y no pensamos solamente en los cismas, pensamos en faltas muy comunes en nuestras comunidades, en pecados "parroquiales", en los pecados en las parroquias. A veces, de hecho, nuestras parroquias, llamadas a ser lugares de comunión y donde compartir, son tristemente marcadas por la envidia, los celos, las antipatías...Y las habladurías están a la mano de todos ¿eh? ¡Cuánto se habla en las parroquias! ¿Es bueno esto o no es bueno? ¿Es bueno?...Y si, uno es elegido ‘presidente' de tal asociación: se habla contra de él... Y si tal otra es elegida ‘presidenta' de la catequesis: las demás hablan contra de ella...Pero esto, ¡no es la Iglesia! Esto no se debe hacer, ¡no debemos hacerlo! No les digo que se corten la lengua, no, no, no, tanto no, pero pedir al Señor la gracia de no hacerlo.
Esto es humano, ¡pero no es cristiano! Esto sucede cuando apuntamos a los primeros puestos; cuando nos ponemos en el centro, con nuestras ambiciones personales y nuestras formas de ver las cosas, y juzgamos a los demás; cuando nos fijamos en los defectos de los hermanos, en lugar de ver sus cualidades; cuando damos más importancia a lo que nos divide en lugar de aquello que nos une...
Una vez, en la diócesis que tenía antes, oí un comentario interesante y bello: se hablaba de una anciana que había trabajado toda su vida en la parroquia. Y una persona que la conocía bien dijo: "esta mujer jamás ha hablado mal, nunca participó de habladurías, siempre tenía una sonrisa". ¡Una persona así podría ser canonizada mañana! Es así, es bello esto, un hermoso ejemplo.
Y si miramos la historia de la Iglesia...¡cuántas divisiones entre nosotros, cristianos! También ahora estamos divididos. También en la historia, los cristianos hicimos la guerra entre nosotros por divisiones teológicas, pensemos en la guerra de los treinta años. Pero, esto no es cristiano. ¿Somos cristianos o no? Estamos divididos ahora. Tenemos que pedir por la unidad de todos los cristianos, ir por el camino de la unidad que es lo que Jesús quiere y por lo que ha rezado.
3. En vista de todo esto, tenemos que hacer seriamente un examen de conciencia. En una comunidad cristiana, la división es uno de los pecados más graves, porque la hace signo no de la obra de Dios, sino de la obra del diablo, el cual es, por definición, aquel que separa, que arruina las relaciones, que insinúa prejuicios...La división en una comunidad cristiana - sea una escuela, sea una parroquia, una asociación, donde sea - es un pecado gravísimo, porque es obra del diablo. Dios, en cambio, quiere que crezcamos en la capacidad de acogernos, de perdonarnos y de bien querernos, para parecernos cada vez más a Él, que es comunión y amor. En esto está la santidad de la Iglesia: en el reconocerse imagen de Dios, colmada de Su misericordia y de Su gracia.
Queridos amigos, hagamos resonar en nuestro corazón estas palabras de Jesús: «Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9). Pedimos sinceramente perdón por todas las veces que hemos sido motivo de división o de incomprensión al interno de nuestras comunidades, sabiendo bien que no se llega a la comunión, sino es a través de la continua conversión. ¿Y qué es la conversión?: "Señor, dame la gracia de no hablar mal, de no criticar, de no chismorrear, de querer bien a todos". ¡Es una gracia que el Señor nos da! Esto es convertir el corazón, ¿no?
Y pedimos que el tejido cotidiano de nuestras relaciones pueda convertirse en un reflejo siempre más bello y gozoso de la relación entre Jesús y el Padre. Gracias.






Papa Francisco: Basta con las habladurías y las envidias.


Puntos para la oración con Jose María Bullich S.J.


Cada día, Magis Radio ofrece unos puntos para la oración a partir de los textos bíblicos de la liturgia. Una oportunidad para orar contemplativamente a partir de las pistas dadas por personas de tradición ignaciana.


LECTURAS PARA EL DÍA DE HOY



PRIMERA LECTURA
2 carta a los tesalonicenses: 3, 6-10. 16-18
El que no quiera trabajar, que no coma.
Hermanos: Les mando, en nombre del Señor Jesucristo, que se aparten de todo hermano que viva ociosamente y no según la enseñanza que de mí recibieron. Ya saben cómo deben vivir para imitar mi ejemplo, puesto que, cuando estuve entre ustedes, supe ganarme la vida y no dependí de nadie para comer; antes bien, de día y de noche trabajé hasta agotarme para no serles gravoso. Y no porque no tuviera yo derecho a pedirles el sustento, sino para darles un ejemplo que imitar. Así, cuando estaba entre ustedes, les decía una y otra vez. “El que no quiera trabajar, que no coma". Que el Señor de la paz les conceda su paz siempre y en todo. Que el Señor esté con todos ustedes. Este saludo es de mi puño y letra. Así firmo yo, Pablo, en todas mis cartas; ésta es mi letra. Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos ustedes.
Palabra de Dios

SALMO
Del salmo 127
Dichoso el que teme al Señor.
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos:
comerá del fruto de su trabajo,
será dichoso, le irá bien. R/.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor:
"Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida". R/.

EVANGELIO
San Mateo: 23, 27-32
Ustedes son hijos de los asesinos de los profetas.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: "¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque son semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre! Así también ustedes: por fuera parecen justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque les construyen sepulcros a los profetas y adornan las tumbas de los justos, y dicen: 'Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, nosotros no habríamos sido cómplices de ellos en el asesinato de los profetas'! Con esto ustedes están reconociendo que son hijos de los asesinos de los profetas. ¡Terminen, pues, de hacer lo que sus padres comenzaron!".
Palabra del Señor

domingo, 10 de agosto de 2014

Hoy en Roma: Francisco denuncia que la violencia en Irak "ofende gravemente a Dios y la humanidad". Video Angelus. Audio


El Papa pide por la paz entre israelíes y palestinos y por las víctimas del ébola


El Pontífice anuncia que el cardenal Filoni partirá para el norte del país mañana mismo


(Jesús Bastante).- Decenas de miles de fieles respondieron al llamamiento por la paz de Francisco en la plaza de San Pedro. Millones, en las iglesias de todo el mundo. En su saludo posterior al rezo del Angelus, Bergoglio apuntó cómo "asistimos incrédulos a las noticias de Irak, donde miles de personas, muchos de ellos cristianos, han sido expulsados de sus casas de forma brutal".
"Niños muertos y asesinados durante la huida, mujeres secuestradas, personas masacradas. Violencia de todo tipo. Destrucción de casas, de patrimonio histórico y cultural, de iglesias..."
"Todo esto ofende gravemente a Dios y a la humanidad. No se puede dar promover el odio o hacer la guerra en nombre de Dios. Pensando en esta situación, en esta gente, hagamos silencio y recemos", rogó el Papa
Al término de la oración silenciosa, el Papa agradeció a todos los que "con valentía", están "ayudando a estos hermanos y hermanas", al tiempo que mostró su confianza en "una eficaz solución política, a nivel local e internacional, pueda acabar este crimen y restablecer el derecho".
Para asegurar mi cercanía a esta población, "he nombrado al cardenal Fernando Filonimi enviado personal a Irak, que mañana partirá desde Roma", incidió el Papa, quien también tuvo un especial recuerdo para las víctimas del conflicto en Gaza y para los fallecidos víctimas del ébola.
"Aunque parece que se ha dado una tregua,continúa la guerra, con víctimas inocentes, niños.. que no hace sino empeorar el conflicto entre israelíes y palestinos. Recemos por la paz, danos la paz, Señor, a nuestros jóvenes. Haznos artífices de justicia y de paz", subrayó Francisco.
"Recemos también por las víctimas del virus ébola, y por los que lo están sufriendo", concluyó. Finalmente, el Papa pidió a todos los presentes que rezaran por su próximo viaje a Corea. "Por favor, lo necesito".
Con anterioridad, Francisco comentó el tema del Evangelio de hoy que nos presenta el episodio de Jesús que camina sobre las aguas del lago, después de la multiplicación de los panes y los pescados. Después de despedir a la multitud, Jesús se retira a rezar, mientras en el lago se desata una gran tempestad, y en medio de esta tormenta el Señor alcanza a los discípulos caminando sobre las aguas del lago.
Ellos se asustan pero Él los tranquiliza diciéndoles: Soy Yo, ¡No tengan miedo! A lo que Pedro responde "Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua". Jesús lo llama y Pedro, bajando de la barca, comienza a caminar sobre el agua en dirección a él. Pero al ver la violencia del viento, tiene miedo, y como empezaba a hundirse, grita: ¡Señor sálvame! Jesús entonces, le tiende su mano y lo sostiene, mientras le dice: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?"
El Papa, reflexionando sobre la actitud de fe del apóstol Pedro, que lo lleva a cumplir cosas extraordinarias, señala que comienza a hundirse en el momento en que quita su mirada de Jesús: en ese momento el apóstol se deja arrollar por las adversidades que lo circundan. Por ello, dijo el Pontífice, en el personaje de Pedro se describe nuestra fe: frágil y pobre, inquieta y victoriosa, que camina al encuentro de Jesúsresucitado en medio de la tempestad y de los peligros del mundo.
Francisco evidencia también la escena final, cuando suben a la barca y el viento cesa: los discípulos, que se sentían aterrorizados y pequeños, se vuelven grandes en el momento en que se arrodillan ante Jesús y lo reconocen como Hijo de Dios . Esta es una imagen eficaz de la Iglesia, dice el Sucesor de Pedro: La fe nos da la seguridad de la presencia de Jesús siempre a nuestro lado, y nos permite caminar también en la oscuridad y a través de los momentos de dificultad.

Angelus Domini



Queridos hermanos y hermanas
nos dejan pasmados y consternados ante las noticias que llegan de Irak: miles de personas, entre ellos tantos cristianos, expulsados de sus hogares de una manera brutal; niños que mueren de sed y de hambre durante la fuga; mujeres secuestradas; violencias de todo tipo; destrucción de patrimonios religiosos, históricos y culturales. ¡Todo esto ofende gravemente a Dios y a la humanidad. ¡No se odia en nombre de Dios! ¡No se hace la guerra en nombre de Dios!
Agradezco a los que, con valentía, están brindando socorro a estos hermanos y hermanas, y confío en que una solución política eficaz a nivel internacional y local pueda detener estos crímenes y restaurar el derecho. Para asegura mejor mi cercanía a esas queridas poblaciones he nombrado como mi Enviado Personal en Irak al Cardenal Fernando Filoni.
También en Gaza, después de una tregua se ha reanudado la guerra que se cobra víctimas inocentes y no hace más que empeorar el conflicto entre israelíes y palestinos.
Oremos juntos al Dios de la paz, por intercesión de la Virgen María: Dona la paz, Señor, a nuestros días, y haz que seamos constructores de justicia y de paz.
Oremos también por las víctimas del virus "Ébola" y para aquellos que están luchando para detenerlo».

Con sus saludos a todos los peregrinos y fieles romanos, el Papa recordó que desde el próximo miércoles hasta el lunes, 18 va a realizar un Viaje Apostólico a Corea, y pidió ¡por favor, acompáñenme con la oración!

Pedro comienza a hundirse en el momento que deja de mirar a Jesús y se deja envolver por las adversidades, el Papa en el Ángelus

Escuchar aquí

En el Decimonoveno Domingo del tiempo ordinario , la plaza de San Pedro volvió a acoger a miles de peregrinos y fieles provenientes de diversas partes del mundo. Puntualmente el Santo Padre se asomó a la ventana de su estudio en el palacio pontificio para rezar la oración mariana del Ángelus dominical, y, antes de la oración, Francisco comentó el tema del Evangelio de hoy que nos presenta el episodio de Jesús que camina sobre las aguas del lago, después de la multiplicación de los panes y los pescados. Después de despedir a la multitud, Jesús se retira a rezar, mientras en el lago se desata una gran tempestad, y en medio de esta tormenta el Señor alcanza a los discípulos caminando sobre las aguas del lago.

Ellos se asustan pero Él los tranquiliza diciéndoles: Soy Yo, ¡No tengan miedo! A lo que Pedro responde “Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua”. Jesús lo llama y Pedro, bajando de la barca, comienza a caminar sobre el agua en dirección a él. Pero al ver la violencia del viento, tiene miedo, y como empezaba a hundirse, grita: ¡Señor sálvame! Jesús entonces, le tiende su mano y lo sostiene, mientras le dice: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”

El Papa, reflexionando sobre la actitud de fe del apóstol Pedro, que lo lleva a cumplir cosas extraordinarias, señala que comienza a hundirse en el momento en que quita su mirada de Jesús: en ese momento el apóstol se deja arrollar por las adversidades que lo circundan. Por ello, dijo el Pontífice, en el personaje de Pedro se describe nuestra fe: frágil y pobre, inquieta y victoriosa, que camina al encuentro de Jesús resucitado en medio de la tempestad y de los peligros del mundo. 

Francisco evidencia también la escena final, cuando suben a la barca y el viento cesa: los discípulos, que se sentían aterrorizados y pequeños, se vuelven grandes en el momento en que se arrodillan ante Jesús y lo reconocen como Hijo de Dios . Esta es una imagen eficaz de la Iglesia, dice el Sucesor de Pedro: La fe nos da la seguridad de la presencia de Jesús siempre a nuestro lado, y nos permite caminar también en la oscuridad y a través de los momentos de dificultad. (GM - RV)

Texto completo de la reflexión del Papa antes del rezo a la Madre de Dios:

Escuchar aquí

Queridos hermanos y hermanas, 
¡Buenos días!

El Evangelio de hoy nos presenta el episodio de Jesús que camina sobre las aguas del lago. Después de la multiplicación de los panes y de los peces, Él invita a los discípulos a subirse en una barca y a esperarlo en la otra orilla, mientras Él despide a la gente y luego se retira a rezar en la montaña hasta la noche. Mientras tanto en el lago se desata una fuerte tormenta, y es ahí, en medio de la tormenta que Jesús llega a la barca de los discípulos, caminando sobre las aguas del lago. Cuando lo ven, los discípulos se asustan, piensan que es un fantasma, pero Él los tranquiliza: “¡Animo, soy yo, no tengan miedo!” Pedro, con su típico impulso, le pide casi una prueba: “Señor, si eres tú, ordéname de ir hacia ti caminado sobre las aguas”; y Jesús le dice: “¡Ven!”. Pedro baja de la barca y se pone a caminar sobre las aguas; pero el fuerte viento lo embiste y comienza a hundirse. Entonces grita: “¡Señor, sálvame!”, y Jesús le tiende la mano y lo saca.

Esta narración es una bella imagen de la fe del apóstol Pedro. En la voz de Jesús que le dice: “¡Ven!”, él reconoce el eco del primer encuentro sobre la orilla de ese mismo lago, y luego, una vez más, deja la barca y va hacia el maestro. ¡Y camina sobre las aguas! La respuesta confiada y rápida a la llamada del Señor hace realizar siempre cosas extraordinarias. Pero, Jesús mismo nos decía que nosotros somos capaces de hacer milagros con nuestra fe, fe en Él, fe en su palabra, fe en su voz. En cambio, Pedro comienza a hundirse en el momento que deja de mirar a Jesús y se deja envolver por las adversidades que lo rodean. Pero el Señor esta siempre ahí, y cuando Pedro lo llama, Jesús lo salva del peligro. En el personaje de Pedro, con sus impulsos y sus debilidades, es descrita nuestra fe: siempre frágil y pobre, inquieta y todavía victoriosa, la fe del cristiano camina al encuentro del Señor resucitado, en medio de las tormentas y los peligros del mundo.

También es muy importante la escena final. “apenas subieron en la barca, el viento cesó. Aquellos que estaban en la barca se prostraron delante de Él, diciendo: “¡de verdad tu eres el Hijo de Dios!”. En la barca están todos los discípulos, acomunados por la experiencia de la debilidad, de la duda, del miedo, “de la poca fe”. Pero cuando sobre aquella barca sube Jesús, el clima cambia en seguida: todos se sienten unidos en la fe en Él. Todos los pequeños y atemorizados se hacen grandes en el momento en el cual se arrojan de rodillas y reconocen en su maestro que es el Hijo de Dios. Cuantas veces también a nosotros nos sucede lo mismo, sin Jesús, lejos de Jesús nos sentimos temerosos, inadecuados a tal punto de pensar que no podemos salir adelante, ¡falta la fe!. Pero Jesús está siempre con nosotros, tal vez escondido, pero siempre presente y listo para socorrernos.

Esta es una imagen clara de la Iglesia: una barca que debe afrontar la tormenta y a veces parece que va a ser hundida. Lo que la salva no es la calidad o el valor de sus hombres, sino la fe, que le permite caminar incluso en la oscuridad, en medio de las dificultades. La fe nos da la seguridad de la presencia de Jesús siempre al lado, que nos tiene de la mano para alejarnos del peligro. Todos nosotros estamos sobre esta barca, y aquí nos sentimos seguros no obstante nuestros límites y nuestras debilidades. Estamos seguros sobre todo cuando sabemos ponernos de rodillas y adorar a Jesús, ¡adorar a Jesús!, el único Señor de nuestra vida. A esto nos llama siempre nuestra Madre, la Virgen. A ella nos dirigimos con confianza.
(RM-RV)

Francisco, los Jesuitas y esa antigua pasión por Asia


Cuando era joven soñaba con ser misionero en el Extremo Oriente. Ahora lo visita como Papa. Rumbo a Corea

LUCIO BRUNELLI*ROMA
Si no hubiera sido por ese pulmón enfermo, hoy el padre Jorge Mario Bergoglio no sería Papa. Sería misionero en Asia. Apenas se hizo oir en su vida la llamada al sacerdocio, su primer deseo fue partir como misionero a Japón. Aquella severa infección pulmonar se cruzó en el camino entre el joven Bergoglio y la gran nación del Sol Naciente. Aunque después se recuperó, con un pedacito de pulmón menos, sus superiores no lo consideraron apto para la empresa. A Bergoglio no le quedó más remedio que obedecer. No podía imaginar, en esa época, que un día viajaría como Papa y daría nueva forma al sueño de su juventud.

La fascinación por el Lejano Oriente forma parte del ADN de los jesuitas. Desde san Francisco Javier hasta Mateo Ricci, los primeros discípulos de la Compañía de Jesús siempre se sintieron atraídos por lo que muchos consideraban una misión imposible: llevar la novedad del cristianismo a civilizaciones antiquísimas que parecían refractarias a cualquier influencia exterior. Pasión por una “periferia” geográfica y cultural que los jesuitas intuían que estaba destinada a tener cada vez mayor peso en el mundo entero; pueblos a los que miraban con los mismos ojos con que san Pablo afrontó sus viajes más arduos y peligrosos, haciéndose “griego con los griegos, judio con los judíos” para conquistar nuevas almas para Cristo.

Los  discípulos de san Ignacio pudieron llegar hasta donde otras órdenes religiosas nunca se hubieran atrevido, hasta el corazón de la ciudad prohibida, Pekín. Utilizando todo tipo de recursos, incluso el estudio de la astronomía que fascinaba al emperador chino. Fueron admirados y fueron odiados. Muchos de ellos murieron mártires. A veces tuvieron que luchar también contra la rigidez de la curia romana. Un ejemplo fue la controversia sobre los ritos chinos. A los nuevos conversos de ojos rasgados los misioneros jesuitas no les imponían como condición, para abrazar la fe cristiana, que renunciaran a la práctica confuciana del culto a los antepasados. Después predominó una postura más extremista, los sabios intentos de inculturación que promovía la Compañía de Jesús quedaron desautorizados y la práctica de los ritos chinos se consideró una “superstición” incompatible con la doctrina católica. Las consecuencias en el campo misionero fueron devastadoras. Recién tres siglos después, en 1939 y por voluntad de Pio XII, un decreto de Propagande Fide rehabilitó el método de los jesuitas.

De hecho, Asia en su conjunto siguió siendo, de los cinco continentes, el más impermeable al cristianismo. Hasta la actualidad los católicos, si bien tienen un crecimiento porcentual superior al promedio europeo, no superan el tres por ciento de toda la población asiática. Una población inmensa: en esta parte del mundo vive el 50 por ciento de los habitantes de todo el planeta.

Si el joven padre Bergoglio no pudo ser misionero por culpa de un pulmón, también fue un problema de salud lo que impidió a Benedicto XVI pisar el suelo asiático en el curso de su pontificado. Realizó veinticuatro viajes apostólicos al exterior, cuatro de ellos intercontinentales (incluyendo Australia para una JMJ), pero nunca pudo ir a Asia. Cuando sus colaboradores comenzaron a programar una visita, los problemas de presión y de circulación desaconsejaron un trayecto tan largo en avión.

Ahora le toca a Francisco poner rumbo a Oriente. Corea del Sur, del 13 al 18 de agosto. Después, en enero de 2015, Sri Lanka y Filipinas. Asia es una prioridad en su pontificado. En el horizonte, todavía lejos pero no del corazón y la mente del Papa jesuita, la gran China.

Un poco de Corea ya conoció Bergoglio en Buenos Aires. A principios de febrero nombró al padre Han Lim Moon, sacerdote coreano que reside desde hace veinte años en Argentina, obispo auxiliar de la paupérrima diócesis de San Martín, donde trabaja el padre Pepe, párroco de la villa de emergencia la Cárcova y uno de los sacerdotes predilectos de Bergoglio.

Corea no es solo uno de los tigres de la economía asiática. También es uno de los tigres de la evangelización en el continente, como explica Vincenzo Faccioli Pintozzi en su libro “La misión del Papa Francisco en Corea”. Los católicos han crecido a un ritmo vertiginoso en las últimas décadas y ahora constituyen el diez por ciento de la población. Caso más único que raro, en el “país de la mañana calma” no fueron misioneros extranjeros los que implantaron el evangelio, sino laicos locales convertidos por el eco que llegó a estas tierras de la predicación de Matteo Ricci en Pekín.

Corea es un país herido. Dividido artificialmente en dos estados y sometido a la lógica violenta de la guerra fría. Pero las heridas no son solo geopolíticas. Disciplina confuciana y espíritu capitalista forman en Corea del Sur una mezcla insólita, motor de una economía que ha impuesto sus marcas exitosas en todo el mundo, desde Samsung hasta Hunday. Para la mayoría de la gente, el precio es una vida sometida a las exigencias del trabajo. La persona individual ha quedado anulada en el altar de la producción y de la productividad. Es probable que esa sea la razón del interés por el cristianismo, no tanto por la moda intelectual de una “religión occidental”, sino por la posibilidad de experimentar un horizonte distinto para la vida. Toda esta historia, todo este potencial, llevará consigo el misionero Francisco, que por culpa de un pulmón enfermo tuvo que demorar algunas décadas su viaje a Asia.

Vatican Insider

Pistas para la homilía por Jorge Humberto Peláez Piedrahita, S.J.




Cuatro experiencias diferentes de vida interior


 Lecturas:

o I Libro de los Reyes 19, 9. 11-13
o Carta de san Pablo a los Romanos 9, 1-5

o Mateo 14, 22-33



 En nuestra época, coexisten dos realidades que contrastan fuertemente: por una parte, el materialismo que nos bombardea con mensajes sobre la importancia del dinero y la búsqueda de nuevas experiencias sensoriales; por otra parte, una búsqueda de sentido que se manifiesta en el interés por las espiritualidades orientales y el auge del esoterismo.

 En las lecturas de hoy, particularmente en el texto del Libro de los Reyes y el relato del evangelista Mateo, encontramos elementos muy ricos sobre diferentes experiencias de vida interior vividas por el profeta Elías, Jesús, los discípulos y el apóstol Pedro. En su diversidad, nos iluminan en nuestra búsqueda continua de Dios y el deseo de comunicarnos con Él.

 Empecemos, pues, por la interesante experiencia vivida por el profeta Elías. En el texto que acabamos de escuchar, encontramos detalles que vale la pena explorar:



- Lo primero que llama la atención son las instrucciones que recibe el profeta: “El Señor le dijo: Sal de la cueva y quédate en el monte para ver al Señor, porque el Señor va a pasar”. Estas palabras dirigidas a Elías, y a cada uno de nosotros, piden crear las condiciones favorables para poder encontrarnos con el Señor. Salir de la cueva es un sabio consejo; muchas veces quedamos atrapados en la oscuridad de nuestras preocupaciones, dando vueltas a los asuntos personales. Salgamos de la cueva de nuestro pequeño mundo, abrámonos a los demás, miremos otras realidades “porque el Señor va a pasar”.
- A continuación, el texto hace referencia a tres fenómenos naturales: el viento huracanado, el terremoto y el fuego. Y sobre los tres fenómenos el texto afirma lo mismo: “El Señor no estaba allí”. En las culturas antiguas, la divinidad se asociaba con las fuerzas de la naturaleza, y la intensificación de éstas se interpretaba como que la divinidad rondaba cerca del mundo de los hombres. En la revelación judeo-cristiana, la divinidad no es una fuerza ciega sino un Ser personal, único, trascendente, que se revela en la historia y establece un pacto de amor.
- Después de describir estas manifestaciones del viento huracanado, el terremoto y el fuego, el texto hace una afirmación muy delicada: “Después del fuego se escuchó el murmullo de una brisa suave. Al oírlo, Elías se cubrió el rostro con su manto y salió a la entrada de la cueva”.
- En general, Dios se hace presente en nuestras vidas de manera discreta, sin aspavientos, casi en puntillas. Por eso son tan sospechosas las estrategias de mercadeo religioso utilizadas por ciertos pastores de otras iglesias que reúnen multitudes en estadios y teatros, y montan un espectáculo de falsos milagros, que son fruto de la sugestión y de la histeria colectiva.
- Dios se nos comunica al oído, casi en susurros. De ahí la importancia de crear las condiciones de soledad y silencio para poder escucharlo. No esperemos acciones espectaculares. Aprendamos a descubrir su acción en los pequeños milagros de la vida diaria, que pasan desapercibidos para muchos.
• Después de explorar esta profunda experiencia de vida interior que vive el profeta Elías, vayamos al evangelio de Mateo, donde encontramos a Jesús, los discípulos y al apóstol Pedro.


• Jesús ha tenido una intensa jornada. Atendió a miles de seguidores que le pedían que los curara de sus males; como sabio pedagogo, les explicó los valores del Reino y, al finalizar la tarde, se compadeció de ellos y multiplicó los pocos panes y pescados que estaban disponibles. Una jornada fatigante, llena de emociones. ¿Cómo la cerró? Nos dice el evangelista que “después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba Él solo allí”. En su ministerio apostólico, Jesús alternaba las actividades pastorales y los tiempos de intensa oración en los que dialogaba con su Padre.
• Ciertamente, el Señor vivía una comunicación ininterrumpida con su Padre. Todas sus palabras y acciones eran oración. Además de esta contemplación en la acción, los relatos evangélicos nos testimonian los espacios generosos que Jesús dedicaba a la oración. Los discípulos que tratamos de seguir las huellas del Maestro debemos ser muy cuidadosos en reservar esos tiempos para el silencio y la oración. Por eso debemos ser muy organizados con el manejo de nuestra agenda. Si nos descuidamos, las labores apostólicas y las tareas administrativas poco a poco irán arrinconando la celebración de la eucaristía diaria y los tiempos formales de oración. Si el apóstol no alimenta su trabajo con una sólida vida interior, terminará actuando como un simple líder social o como el funcionario de una ONG.
• Pasemos brevemente a la experiencia espiritual vivida por los discípulos. Nos dice el texto que “los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron y decían: ¡Es un fantasma! Y daban gritos de temor”. Es muy interesante esta situación de confusión que viven los discípulos. También nosotros nos hemos sentido perplejos en muchas ocasiones. Sentimos que nos faltan elementos de juicio para leer correctamente una situación y tomar la decisión acertada. Ignacio de Loyola, sabio maestro de la vida interior, en sus famosos Ejercicios Espirituales formuló unas Reglas para el discernimiento de espíritus, que son una metodología que él descubrió a través de su experiencia personal, para poder clarificar las situaciones de ambigüedad en la búsqueda de la voluntad de Dios.
Jesuitas de Colombia

Encuentros con la Palabra por Hermann Rodríguez S.J. “¡Tengan valor, soy yo, no tengan miedo!”



Es frecuente que sólo nos acordemos de Dios en tiempos de crisis y dificultad. Cuando navegamos por aguas tranquilas y nuestra vida transcurre sin particulares sobresaltos, podemos ir perdiendo la referencia fundamental al Señor. Podríamos decir, utilizando el lenguaje de san Ignacio de Loyola para referirse a los estados del alma, que en tiempos de desolación buscamos con más insistencia a Dios; y que en tiempos de consolación nos olvidamos de él, como la fuente de toda gracia.
Juan Casiano (ca. 360-435), uno de los padres de la Iglesia, cuyos escritos marcaron definitivamente el monaquismo de Occidente, nos presenta, en una de sus obras, algunas causas por las cuales las personas vivimos momentos de desolación. En primer lugar, dice Casiano, "de nuestro descuido procede, cuando andando nosotros indiferentes, tibios y empleados en pensamientos inútiles y vanos, nos dejamos llevar de la pereza, y con esto somos ocasión de que la tierra de nuestro corazón produzca abrojos y espinas, y creciendo éstas, claro está que habemos de hallarnos estériles, indevotos, sin oración y sin frutos espirituales" (Conlationes IV,3).
La segunda causa por la cual Dios permite que tengamos estas experiencias de abandono, según Casiano, es “para que desamparados un poco de la mano del Señor (...) comprendamos que aquello fue don de Dios, y que la quietud, que puestos en esta tribulación le pedimos, únicamente la podemos esperar de su divina gracia, por cuyo medio habíamos alcanzado aquel primer estado de paz, de que ahora nos sentimos privados” (Conlationes IV,4).
Ignacio de Loyola, en el siglo XVI, explicará esto mismo diciendo que Dios permite que vivamos momentos de desolación “por darnos vera noticia y conocimiento para que internamente sintamos que no es de nosotros traer o tener devoción crecida, amor intenso, lágrimas ni otra alguna consolación espiritual, mas que todo es don y gracia de Dios nuestro Señor; y porque en cosa ajena no pongamos nido, alzando nuestro entendimiento en alguna soberbia o gloria vana, atribuyendo a nosotros la devoción o las otras partes de la espiritual consolación” (EE, 322).
Pedro, junto con los demás discípulos, vive un momento de crisis profunda, cuando en medio de la noche, y sintiendo que “las olas azotaban la barca, porque tenían el viento en contra”, ve a Jesús caminando sobre las aguas; dice san Mateo que los discípulos “se asustaron, y gritaron llenos de miedo: – ¡Es un fantasma!”. La respuesta de Jesús los tranquilizó: “– ¡Tengan valor, soy yo, no tengan miedo!”
Pedro, entonces, con la seguridad que le daban estas palabras, dice: “– Señor, si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti sobre el agua”. A lo que Jesús, ni corto ni perezoso, le respondió: “¬– Ven”. Entonces, “Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Jesús. Pero al notar la fuerza del viento, tuvo miedo; y como comenzaba a hundirse, gritó: – ¡Sálvame, Señor! Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: – ¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste?”
Como Pedro, cuando caminamos sobre aguas tranquilas guiados y conducidos por el Señor, tenemos la tentación de sentirnos dueños de lo que hacemos y nos olvidamos de aquel que hace posible nuestra existencia. De manera que, “para que en cosa ajena no pongamos nido”, es precisamente en las crisis y en los momentos de turbulencia, cuando reconocemos la verdadera fuente de nuestra seguridad y, como los discípulos, después de la tormenta, nos postramos en tierra para decirle al Señor: “–¡En verdad tú eres el Hijo de Dios!”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
Encuentros con la Palabra
RD

LECTURAS PARA EL DÍA DE HOY. BUEN DOMINGO PARA TODOS



XIX DOMINGO ORDINARIO
PRIMERA LECTURA
1 Reyes: 19, 9. 11-13
Quédate en el monte, porque el Señor va a pasar.Elías espera a Dios y este se le presenta como un susurro, sin prueba alguna de su poder. Es el gran secreto de Dios que nos narró Jesucristo que se acerca como Padre bueno a sus criaturas. Ese es el relato del Libro Primero de los Reyes, en la primera lectura.
Al llegar al monte de Dios, el Horeb, el profeta Elías entró en una cueva y permaneció allí. El Señor le dijo: "Sal de la cueva y quédate en el monte para ver al Señor, porque el Señor va a pasar".
Así lo hizo Elías, y al acercarse el Señor, vino primero un viento huracanado, que partía las montañas y resquebrajaba las rocas; pero el Señor no estaba en el viento. Se produjo después un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Luego vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego se escuchó el murmullo de una brisa suave. Al oírlo, Elías se cubrió el rostro con el manto y salió a la entrada de la cueva. 
Palabra de Dios

SALMO
Del salmo 84El Salmo 84 procede los días de la persecución de Antioco. Y es, sobre todo, un canto ilusionado y esperanzado ante la misericordia divina, a la que el pueblo expresa toda su gratitud. Nosotros, tambien, aquí y ahora, debemos reconocer al proclamar el salmo 84 que Dios es justo porque es bueno.
R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Escucharé las palabras del Señor,
palabras de paz para su pueblo santo.
Está ya cerca nuestra salvación
y la gloria del Señor habitará en la tierra. R/.
La misericordia y la verdad se encontraron,
la justicia y la paz se besaron;
la fidelidad brotó en la tierra
y la justicia vino del cielo. R/.
Cuando el Señor nos muestre su bondad,
nuestra tierra producirá su fruto.
La justicia le abrirá camino al Señor
e irá siguiendo sus pisadas. R/.

SEGUNDA LECTURA
Romanos: 9, 1-5
Hasta quisiera verme separado de Cristo, si esto fuera para bien de mis hermanos.En la segunda lectura, de la carta de San Pablo a los Romanos, describe el apóstol de los gentiles, el misterio inquietante de la infidelidad de los judíos a Jesús. Nada, ni nadie, parece que pudo evitarlo. Pero subyace en el relato de Pablo un mensaje de esperanza para el pueblo del que nació Jesús de Nazaret.

Hermanos: Les hablo con toda verdad en Cristo; no miento. Mi conciencia me atestigua, con la luz del Espíritu Santo, que tengo una infinita tristeza y un dolor incesante tortura mi corazón.
Hasta aceptaría verme separado de Cristo, si esto fuera para bien de mis hermanos, los de mi raza y de mi sangre, los israelitas, a quienes pertenecen la adopción filial, la gloria, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Ellos son descendientes de los patriarcas; y de su raza, según la carne, nació Cristo, el cual está por encima de todo y es Dios bendito por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios

EVANGELIO
San Mateo: 14, 22-33
Mándame ir a ti caminando sobre el agua. La barca de Pedro es la Iglesia. Los miedos de Pedro son las tribulaciones lógicas de esa Iglesia de Cristo. Pero, tras la tempestad llega la calma y tras el momento duro en que Pedro parece que se hunde en las aguas llega la calma de la mano del Señor Jesús. El Evangelio de Mateo nos narra este hecho Escuchemos con atención.
En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras Él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él solo allí.
Entre tanto, la barca iba ya muy lejos de la costa y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron y decían: "¡Es un fantasma!" Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida: "Tranquilícense y no teman. Soy yo".
Entonces le dijo Pedro: "Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua". Jesús le contestó: "Ven". Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: "¡Sálvame, Señor!" Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?"
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús, diciendo: "Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios".
Palabra del Señor