miércoles, 30 de septiembre de 2015

Pedro Labrín sj, nuestro Asessor Eclesiástico nacional, en sede mundial de CVX (Roma) entregando libro "Quien soy yo para juzgar. Testimonios de homosexuales católicos"


CISMA BLANCO, CISMA ROJO por Jorge Costadoat sj


Años atrás Juan Bautista Libanio, célebre teólogo brasileño, ya muerto, diagnosticó un cisma blanco en la Iglesia. Dentro de muy poco también puede hacer un cisma rojo.
Libanio tuvo razón: el distanciamiento entre los católicos y la institución eclesiástica es enorme y creciente. ¿Quién tiene la culpa del foso que se ha creado? Es difícil atribuir responsabilidades. La cultura ha cambiado una enormidad. En quinientos años ha dejado de ser teocéntrica para convertirse en antropocéntrica. A la gente de nuestra época le interesa más esta vida que la eterna. Con este divorcio entre la fe y la cultura se ha desplomado también la cristiandad: se acabó la alianza entre el poder político y el poder eclesiástico. El poder eclesiástico ha perdido la posibilidad que le facilitaba el poder político de reunir a sus fieles bajo un mismo ordenamiento civil y moral. Todo lo cual ha desembocado en una significativa liberación de los fieles respecto de la enseñanza oficial. Hoy, de hecho, las mayorías católicas no se sienten interpretadas por la jerarquía eclesiástica, al menos en las regiones tradicionalmente cristianas. Muchos se van. Otros se quedan pero emocionalmente descolgados. Hay cisma blanco: los que se quedan prescinden de la institucionalidad eclesial, salvo cuando les conviene.
Ahora último la discordia ha eclosionado en el ámbito más sensible. El Sínodo sobre la familia a realizarse entre el 4 y 25 de octubre, comienza a agitar las aguas. En ningún terreno la distancia entre la enseñanza del Magisterio y la opinión de los católicos es mayor que en el de la moral sexual y familiar. Desde el Sínodo celebrado en 2014 hasta ahora, se ha levantado una discusión eclesial de extraordinaria importancia. No es fácil para una institución de dos mil años avanzar unida manteniendo una doctrina común para culturas de cinco continentes, y que por otra parte deje conformes a conservadores y progresistas. El Papa Francisco con un arrojo impresionante lanzó a los católicos treinta y ocho preguntas sobre todos los asuntos atingentes, incluidos los “intocables”. Entre las respuestas, la principal de todas confirma que la distancia señalada es real. El Cardenal Kasper, mano derecha del Papa en esta materia, ha hablado recientemente de “cisma práctico”.
Los temas en los que la disparidad entre la doctrina y el parecer mayoritario de los católicos son: la enseñanza de la encíclica Humanae Vitae (1968) contraria a los métodos artificiales de control de natalidad; las relaciones sexuales fuera del matrimonio; la homosexualidad; y dar o no dar la comunión en misa a los divorciados vueltos a casar. Este último asunto concentra la discordia porque compromete la doctrina. Unos dicen que esta no puede cambiar porque el mandato de la indisolubilidad del matrimonio remonta a Jesús mismo. Como ha indicado el cardenal Medina, las personas que conviven en un segundo matrimonio lo hacen en adulterio y, en consecuencia, no pueden comulgar. Otros piensan que esta exclusión es despiadada. Creen, en cambio, que la tradición de la Iglesia debiera admitir innovaciones doctrinales. El Evangelio sería el fin, las formulaciones doctrinales meros medios. Si la Iglesia ha innovado en su enseñanza muchas veces en su historia, no se ve por qué no pueda hacerlo en este campo.
La batalla se libra al más alto nivel. Se sabe que el Papa Francisco quiere un cambio. Pero el cardenal Müller, el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, está decididamente en contra. ¿Podría un ministro de educación, por ejemplo, diferir en un asunto fundamental con el presidente de la república? Se sabe además que la Conferencia episcopal alemana ha dado sólidos argumentos teológicos para hacer un cambio. Pero también que la Conferencia episcopal polaca se ha declarado muy contraria a cualquier modificación. Del resto de los episcopados no se tiene noticia. Ha llamado la atención, sí, que la Conferencia episcopal argentina no envió su respuesta al último de los cuestionarios enviados por el Vaticano. ¿Temor a una división o imposibilidad de ponerse de acuerdo?
Una vez que el próximo Sínodo entregue sus conclusiones, el Papa Francisco tendrá que resolver. Probablemente promulgue luego un documento en el cual tome una decisión sobre estos asuntos. La decisión será soberana suya. ¿Representará esta la sabiduría creyente del Pueblo de Dios, el llamado sensus fidelium?
En la Iglesia en todas las materias se trata de discernir la voluntad de Dios. Esta puede no coincidir con la opinión de las mayorías. Pero no por esto se puede desestimar la experiencia de vida de la mayor parte de los cristianos. Cabe recordar que Pablo VI en Humanae Vitae no hizo caso a la opinión mayoritaria de la comisión que él constituyó, opinión partidaria de entregar a los esposos de la decisión sobre qué métodos usar para ejercer la paternidad responsable. La encíclica, empero, no ha sido recibida por los católicos. Ha sido rechazada casi por completo.
El cisma blanco es una realidad independientemente de la moral sexual y familiar de la Iglesia. Pero si en estas materias no hay progreso, la desidentificación con la institución eclesiástica se agudizará. La Iglesia corre el riesgo de no transmitir el Evangelio a las generaciones jóvenes para las cuales la actual enseñanza es aberrante. Tan grave como lo anterior podrá ser un cisma rojo: que agrupaciones católicas o iglesias particulares rechacen innovaciones doctrinales, se alcen en rebeldía y abandonen la catolicidad.
No se sabe qué ocurrirá. Es doloroso para nosotros los católicos que esté en cuestión la unidad de la Iglesia. La superación de los diferendos y aporías siempre debiera ser posible en una Iglesia que quiere ser “católica” (universal) y no una “secta” (de pocos pero “buenos”). Ideal sería que no hubiera cisma ni blanco ni rojo.
Jorge Costadoat sj
Cristo en Construcción

martes, 29 de septiembre de 2015

El Papa recibirá a los 33 mineros de Chile


Estreno de la película, con Antonio Banderas


Es posible que Francisco vea el filme con ellos


El papa Francisco recibirá en el Vaticano a los 33 mineros chilenos que sobrevivieronsepultados durante 70 días a 700 metros de profundidad en 2010, en el marco del estreno mundial de la película "Los 33", que retrata el trágico accidente.
"Como mineros nos llena de orgullo viajar a Roma para estar con el Santo Padre, porque somos el testimonio vivo de un milagro", dijo hoy el minero y uno de los voceros de "Los 33", Omar Reygadas.
Reygadas agregó que el viaje será una oportunidad para "dar gracias a aquellas personas que lucharon por nosotros cuando estábamos atrapados y hacer una oración por Chile, que sufre por tantas catástrofes".
Luego de cinco años del derrumbe de la mina San José, ubicada a pocos kilómetros de la ciudad chilena Copiapó, en la desértica región de Atacama, el grupo de mineros irá al Vaticano junto a sus esposas, en un viaje financiado por la producción estadounidense del filme "Los 33".
"Los mineros serán recibidos en el Vaticano y es probable que el papa vea la película "Los 33" con ellos", señaló el gerente y abogado del proyecto, Remberto Valdés.
Por su parte, el minero Mario Sepúlveda expresó su profundo agradecimiento y sus ansias de retribuir todas las oportunidades que sus compañeros y él han recibido.
"Nos va a faltar vida para agradecer a todos quienes han hecho cosas por nosotros, después de cinco años del accidente, lo único que queremos es retribuir un poco a la sociedad".
"Súper Mario", apodo con el que se conoce al carismático minero, agregó que lo que más apasiona a sus compañeros es conocer al papa Francisco y pedirle una oración para el pueblo de Chile.
La película está protagonizada por la actriz francesa Juliette Binoche y el español Antonio Banderas, quien interpreta a Mario Sepúlveda.
(RD/Agencias)

lunes, 28 de septiembre de 2015

En el avión de regreso. Francisco: “Todos los muros caen, hoy, mañana, o dentro de cien años, pero todos caen. No es una solución a la crisis migratoria”


El Papa niega haber implantado un “divorcio católico” y cierra la puerta al sacerdocio femenino


“Me gustaría mucho ir a China. Tenemos contactos, hablamos”, asegura en el vuelo de regreso


Los muros para detener a los migrantes antes o después caerán, caerán todos, y no son la solución, porque solo hacen que aumente el odio. Lo dijo Papa Francisco en laconversación con los periodistas durante el vuelo de American Airlines que lo llevó de Filadelfia a Roma. Bergoglio habló sobre los abusos de menores cometidos por religiosos y dijo comprender que las familias no perdonen; habló de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar y de su reciente reforma sobre las nulidades matrimoniales, explicando que no se trata de un «divorcio católico». También cerró la puerta al sacerdocio femenino, e insistió en que le gustaría visitar pronto China, un pueblo al que "amo mucho". Lo cuenta Andrés Beltramo en Vatican Insider.

Fue su primera visita a Estados Unidos: ¿Qué le sorprendió de y qué fue diferente?

«Sí, fue la primera visita, nunca estuve aquí. Me han sorprendido las miradas, el calor de la gente, tan amable, una cosa bella y también diferente. En Washington (tuve) un recibimiento caluroso pero un  poco más formal, en Nueva York un poco extralimitado, y en Filadelfia, muy expresivo. Tres modalidades diversas, pero la misma acogida. Me ha impresionado mucho el recibimiento en las ceremonias religiosas y también por la piedad, la religiosidad. Se veía a la gente rezar y esto me impresionó mucho,mucho, era bello.»

¿Hubo alguna provocación, algún hecho indeseable?

«No gracias a Dios no. Todo fue bien, no hubo ninguna provocación, todos educados. Ningún insulto, no, ninguna cosa fea. No, no. Tenemos que continuar trabajando con este pueblo creyente y como han trabajado hasta ahora, acompañando al pueblo en el crecimiento de sus cosas buenas y en sus dificultades, acompañándoles en la alegría, en los momentos malos, en las dificultades, cuando no hay trabajo, está la enfermedad. El desafío de la Iglesia, ahora comprendo bien, es el de ser como ha sido siempre, próxima a la gente, próxima al pueblo de los Estados Unidos, con proximidad. No una Iglesia separara del pueblo, sino próxima. Este es un desafío que la Iglesia de los Estados Unidos ha entendido bien, lo ha entendido."

¿? 
«En Washington hablé a todos los obispos de los Estados Unidos, estaban de todas partes. Sentí la necesidad de expresar la compasión porque me pasó una cosa feísima. Y tantos sufrieron que no sabían esto o cuando surgió la cosa sufrieron tanto, hombres de iglesia, de oración, verdaderos pastores, y yo dije que sabía que ellos, usé una palabra de la Biblia, del Apocalipsis: vosotros estáis viniendo de la gran tribulación y eso es lo que sucedió, fue una gran tribulación, pero no solo el sufrimiento afectivo, es lo que he dicho hoy al grupo de las personas abusadas, fue no digo una apostasía, pero casi un sacrilegio. Cuando los abusos, lo sabemos, están por todas partes, están en el entorno familiar, en el entorno vecinal, en las escuelas, en los gimnasios... pero cuando un sacerdote comete un abuso es gravísimo porque la vocación del sacerdote es hacer crecer ese niño, esa niña, hacia el amor de Dios, hacia la madurez afectiva, o el bien. En vez de hacer eso lo ha impulsado al mal y por esto es casi un sacrilegio. Y él ha traicionado la vocación, la llamada del señor, por esto la Iglesia en este momento también no se debe encubrir.También son culpables aquellos que tapado estas cosas, también hay algunos obispos que han tapado esto. Es una cosa feísima y las palabras de consuelo no son decir: estate tranquilo, no es nada. No, no, no. Ha sido así, pero ha sido tan feo. Me imagino que habéis llorado tanto que en ese sentido han sido esas palabras. Y hoy he hablado duro.»
Usted ha hablado mucho del perdón, que Dios nos perdona y los que a menudo estamos pidiendo perdón somos nosotros. Hay muchos sacerdotes que han metido abusos sexuales en perjuicio de menores y no han pedido perdón a sus víctimas. ¿Usted los perdona? Y por otra parte, ¿usted entiende a las familias que no logran perdonar  no quieren perdonar?
«Si una persona ha hecho mal, es consciente de lo que ha hecho y no pide perdón, yo le pido a Dios que lo tenga en cuenta. Yo lo perdono, pero él no recibe el perdón. Está cerrado al perdón. Una cosa es dar el perdón. Todos estamos obligados a perdonar porque todos fuimos perdonados, pero otra cosa es recibir el perdón y si ese sacerdote está cerrado al perdón no lo recibe porque él cerró la puerta con la llave desde adentro y lo que queda es rezar para que el Señor le abra esa puerta. O sea, para dar el perdón hay que estar dispuesto, pero no todos lo pueden recibir, lo saben recibir o no están dispuestos a recibirlo. Es duro lo que estoy diciendo y así se explica que haya gente que termine su vida dura, mal, sin recibir la caricia de Dios. ¿La segunda pregunta cuál era?»

¿Usted entiende a las víctimas y sus familias que no han logrado perdonar o no quieren perdonar?
«Sí, los comprendo, rezo por ellos y no los juzgo. Una vez en una de estas reuniones me encontré con varias personas y una mujer me dijo cuando mi madre se enteró que me habían abusado blasfemó contra Dios, perdió la fe y murió atea. Yo la comprendo a esa mujer. La comprendo. Y Dios, que es más bueno que yo, la comprende. Y estoy seguro que a esa mujer Dios la ha recibido porque lo que fue manoseado, lo que fue destrozado era su propia carne, la carne de su hija. Yo la comprendo. No juzga a alguien que no puede perdonar. Rezo y le pido a Dios porque Dios es un campeón en buscar caminos de solución. Pido que lo arregle.»
Padre, sobre todo gracias por este momento. Todos lo hemos sentido hablar tanto del proceso de paz en Colombia, entre las FARC y el gobierno. Ahora hay un acuerdo histórico. ¿Usted se siente un poco parte de este acuerdo? Usted había dicho que iba a ir a Colombia cuando hubiese el acuerdo, ahora muchos colombianos lo están esperando. Y otra pequeñita, usted ¿qué piensa cuándo pasó este viaje tan largo y el avión se va?
«La primera. Cuando tuve la noticia de que en marzo se va a firmar el acuerdo le dije al señor: "Señor hace que lleguemos a marzo, que se llegue con esta bella intención porque faltan pequeñas cosas pero la voluntad existe, de ambas partes, de ambas partes. Existe. También en el pequeño grupo, por lo tanto están de acuerdo. Tenemos que llegar a marzo al acuerdo definitivo. Queda el punto de la justicia internacional. Yo me quedé contentísimo y me sentí parte en el sentido que yo siempre quise esto. Hablé tres veces con el presidente Santos sobre este problema, y la Santa Sede está muy abierta a ayudar como pueda. Lo otro, esto es un poco personal pero debe ser sincero. Cuando el avión parte después de una visita mi vienen las miradas de tanta gente, me vienen las ganas de rezar por ellos, decirle al señor: "Yo vine aquí para hacer algo, para hacer el bien. Tal vez hice mal, perdóname pero custodia toda esa gente que me ha visto, que ha pensado las cosas que yo he dicho, me ha escuchado, incluso los que me criticaron y por todos siento esto. No se, me viene. Me perdone, es un poco personal. Esto no se puede decir en los periódicos.»
Santo Padre, quería hacer una pregunta sobre las relaciones de la Santa Sede con China y sobre la situación en este país, que es bastante difícil también para la Iglesia católica. ¿Qué piensa de esto?
«La China es una gran nación que aporta al mundo una gran cultura y tantas cosas buenas. Yo dije una vez, en el avión cuando estábamos sobrevolando, volviendo de Corea que me gustaría mucho ir a China. Yo amo al pueblo chino, lo quiero mucho. Yo deseo que existan las posibilidades de tener buenas relaciones, buenas relaciones. Tenemos contactos, hablamos e ir adelante. Para mi tener un país amigo como China, que tiene tanta cultura y tanta posibilidad de hacer bien, sería una alegría.»
Quería preguntarle sobre la crisis migratoria. Muchos países están construyendo las nuevas barreras de alambre de espino. ¿Qué piensa sobre esto?
«Usted ha usado una palabra: crisis. Se convierte en un estado de crisis después de un proceso largo. Esto es el resultado de un proceso de años, porque las guerras de las que aquella gente huye son guerras de años. El hambre es hambre de años. Cuando yo pienso en África, esto es un poco simple, eh, pero lo digo como ejemplo. Pienso en África, el continente explotado y ahora vienen las guerras rivales, pero tienen detrás intereses económicos. Y yo pienso que antes de explotar un continente, un país, una guerra, se podría hacer inversiones para que aquella gente tengan trabajo evitaría esta crisis. Es verdad, es una crisis de refugiados, como he dicho al Congreso, nunca vista desde la Segunda Guerra Mundial. Y usted me pregunta sobre las barreras. Usted sabe cómo terminan los muros. Todos todos los muros caen, hoy, mañana, o dentro de cien años, pero todos caen. No es una solución. El muro no es una solución. En este momento Europa está en dificultades es verdad. Debemos ser inteligentes porque viene toda aquella ola migratoria y no es fácil encontrar soluciones. Pero con el diálogo entre países deben encontrarlo. Los muros nunca son la solución. En cambio, los puentes sí. Siempre. Siempre. Eso es lo que pienso sobre los muros y las barreras. No son una solución. El problema permanece y permanece con más odio.»
Santo Padre, usted no puede obviamente anticipar el debate de los padres sinodales. Lo sabemos perfectamente, pero queríamos saber si antes del Sínodo en su corazón de pastor. Queremos saber si su «motu proprio» sobre la regulación de la nulidad ha cerrado este debate. ¿Qué responde a aquellos que temen que con esta reforma la creación de facto del llamado divorcio católico?
Empiezo por la última. En la reforma de los procesos he cerrado la puerta a la vía administrativa, que era la vía por la cual podía entrar el divorcio. Y se puede decir que aquellos que piensan en el divorcio católico se equivocan porque este último documento ha cerrado la puerta al divorcio que podía entrar por la vía administrativa. Siempre está la vía judicial. Después, la reforma  la habían pedido la mayoría de los padres sinodales en las reuniones del año pasado. Hacía falta reducir los procesos. Había procesos que duraban diez, quince años. Una sentencia, y luego otra sentencia, y una apelación y otra apelación y no se terminaba nunca. La doble sentencia, cuando era válida, fue introducida por Benedicto XIV, porque en Centroeuropa, no digo el país, había algunos abusos, y para pararlos él introdujo la doble sentencia. Pero no es una cosa esencial al proceso. Los procesos cambian y la jurisprudencia cambia y se mejora siempre. Este documento, este motu proprio, facilita los procesos en el tiempo, pero no es un divorcio, porque el matrimonio es indisoluble cuando es sacramento, y esto la Iglesia no lo puede cambiar, es doctrina, es un sacramento indisoluble.
Santo Padre, usted visito a las Pequeñas Hermanas de los Pobres, y nos dijeron que usted quería mostrar su apoyo para ellas y de su caso en la corte. Y, Santo Padre, usted también apoya a las personas, incluso funcionarios del gobierno, que por objeción de conciencia no llevarían adelante por ejemplo una legislación en favor del matrimonio homosexual? ¿Usted apoyaría también este tipo de reivindicaciones en el marco de la libertad religiosa?
«No puedo conocer todos los casos que pueden existir de objeción de conciencia. Pero sí puedo decir que la   objeción de conciencia es un derecho que entra en cada derecho humano. Es un derecho. Y si una persona no permite hacer objeción de conciencia, niega un derecho. En cada estructura judicial debe entrar objeción de conciencia porque es un derecho, un derecho humano. En caso contrario, terminamos en la selección de los derechos: este es un derecho de calidad, este es un derecho de no calidad, este... Es un derecho humano, eh. A mi siempre, y esto va en mi contra, siempre me conmovió cuando de joven leí muchas veces "La Chanson de Roland", cuando estaban todos todos los mahometanos en fila y delante estaba la pila bautismal, o la espada. Y tenían que elegir. No le estaba permitido la objeción de conciencia. No, es un derecho y si tenemos que hacer paz, hay que respetar todos los derechos.»
Incluyendo también a funcionarios gubernamentales...
«¡Es un derecho humano! Si el funcionario de gobierno es una persona humana, tiene ese derecho. Es un derecho humano.»
Usted en la Onu utilizó palabras muy fuertes para denunciar el silencio del mundo ante la persecución de los cristianos que son privados de sus casas, son privados de sus bienes, esclavizados y ademas brutalmente asesinados. Ahora el presidente Hollande anunció el inicio de bombardeos de parte de Francia contra las bases del sobre Isis, en Siria. ¿Qué piensa de esta acción militar?. ¿Por otra parte, también una curiosidad, el alcalde de Roma, Ignazio Marino, el alcalde del Jubileo, declaró que vino a la misa del Encuentro Mundial de Familias porque usted lo invitó. ¿Cómo fueron las cosas?
«Empiezo por la segunda: yo no invité al alcalde Marino ¿claro? No lo hice y le pregunté a mis colaboradores y ni siquiera ellos lo invitaron. Él se dice, católico y vino espontáneamente. Es claro. La otra sobre el bombardeo. En verdad tuve noticia la noticia antes de ayer y no leí, la verdad es que no conozco bien la situación. Escuché decir que Rusia tenía una posición, los Estados Unidos aún no estaba claro. La verdad, no sé que decirte, no entendí bien la cosa... Pero cuando escucho la palabra bombardeo, muerte, sangre, repito lo que dije en el Congreso y en las Naciones Unidas: hay que evitar estas cosas, pero no sé, la situación política no la juzgo porque no la conozco.»
Santo Padre, por primera vez ha visitado EEUU, ha hablado ante el Congreso, ante Naciones Unidas, se ha llevado auténticos baños de multitudes. ¿Se siente más poderoso?. Y quería preguntarle también, porque le hemos escuchado destacar el papel de las mujeres, las monjas en EEUU, ¿veremos alguna vez sacerdotes en la Iglesia católica, como piden grupos en EEUU y como tienen otras iglesias cristianas?
«Las monjas en EEUU han hecho maravillas. En el campo de la educación, en el campo de la salud... El pueblo de EEUU ama a las monjas; no sé cuánto ama a los curas, pero a las monjas las ama, las ama mucho. Son buenas, son mujeres estupendas, estupendas. Cada una sigue a su congregación, sus reglas, hay diferencias... Pero son magníficas. Y por eso yo me he sentido en la obligación de agradecer todo lo que han hecho. Una persona importante del gobierno de EEUU me ha dicho en estos días: "Yo, lo que tengo de cultura, se lo debo primariamente a las monjas". Las monjas tienen escuelas en todos todos los barrios, ricos, pobres, trabajan con los pobres en los hospitales. Esta era la primera, de la tercera me acuerdo, ¿y la segunda cuál era?». 
¿Se siente poderoso después de haber estado en EEUU con esta agenda y de haber tenido tanto éxito?
«Yo no sé si he tenido éxito o no. Pero yo tengo miedo de mí mismo. Porque me siento siempre débil, no sé, en el sentido de no tener el poder. También el poder es una cosa pasajera, hoy está y mañana no está. Es importante si tú con el poder puedes hacer el bien. Y Jesús ha definido el poder: el verdadero poder es servir. Hacer los servicios más humildes. Y yo tengo todavía que avanzar en este camino del servicio, porque siento que no hago todo lo que debo hacer. Ese es el sentido que yo tengo del poder. Y en tercer lugar, las mujeres sacerdotes. Eso no puedo hacerlo. El Papa San Juan Pablo II, después de largos largos tiempos de reflexión, lo dejó dicho claramente. ¡No porque las mujeres no tengan la capacidad! Mira que en la Iglesia son más importantes las mujeres que los hombres. Porque la Iglesia es mujer. La Iglesia, no el iglesia. La Iglesia es la esposa de Jesucristo. Y la Virgen es más importante que los papas y los obispos, y que los curas. Hay una cosa que debo reconocerte: nosotros estamos un poco con retraso en una elaboración de la teología de la mujer; debemos avanzar en esa teología. Eso sí es verdad. Gracias.»
Santo Padre, en EEUU usted se ha convertido en una estrella. ¿Es bueno para la Iglesia que el Papa sea una estrella?
«¿Tú sabes cuál era el título que usaban los papas y que se debe usar? Siervo de los siervos de Dios. Es un poco diferente de una estrella. Las estrellas son bonitas para verlas. A mí me gusta mirar cuando el cielo está sereno, en verano... Pero el Papa debe ser, debe ser, el siervo de los siervos de Dios. Sí, en los medios de comunicación se usa esto, pero hay otra verdad: cuántas estrellas hemos visto que después se apagan y caen. Es una cosa pasajera. En cambio, ser el siervo de los siervos de Dios es bueno; eso no pasa. No sé, así lo pienso».

Apoteósica rueda de prensa del Papa: Francisco cambia la cultura para cambiar el Vaticano



RD


ESTÁ PASANDO: 17 sueños alcanzables.


En pasado viernes 25 de septiembre a las 11.48 en Nueva York se oía un aplauso largo. Las Naciones Unidas con todos sus estados miembros acababa de aprobar por unanimidad la resolución titulada Transformar nuestro mundo: la agenda 2030 para un mundo sostenible.


Para permitirnos avanzar como humanidad nos hemos puesto 17 objetivos, 17 sueños nacidos del anhelo de hacer de este nuestro mundo un lugar sostenible, menos desigual y para acabar con la pobreza en todos sus sentidos. El Papa tuvo una intervención histórica ante una cumbre y un mundo falto de liderazgos proféticos “La exclusión económica y social es una absoluta negación de la fraternidad entre los hombres y una gran ofensa contra los derechos humanos y el medio ambiente” dijo ante 193 líderes mundiales y ante el mundo entero. 


La Agenda de Desarrollo Sostenible hasta 2030 con sus 17 objetivos es para todos los países y para todas las personas, ya no se entiende un mundo dividido norte-sur, los polos de poder han cambiado, el norte y el sur están en ambos lados del hemisferio.


Los cristianos creemos en un Dios encarnado, que actúa en la historia, por lo que nos debería ser difícil separar la fe de la política entendiéndola desde la actividad en lo público, en lo que es de todos y todas. Estos 17 sueños, utopías, retos u objetivos son nuestros en cuanto son una llamada al cuidado de esta nuestra casa común y de todo la humanidad.


Somos nosotros en nuestros actos del día a día en un mundo global e interconectado, y son a nuestros gobiernos y a las empresas a las que tenemos que exigir como ciudadanía que aunque es tarde para muchos de nuestros hermanos, es la hora.


Shakira puso la nota musical a ese 25 de septiembre, día histórico para la humanidad, versionó elImagine de Lennon. En un tweet alguien lanzó ¿Es posible o un mundo mejor solo está en la imaginación? La historia y las siguientes generaciones nos dirán. 

Ana Vásquez Ponzone
pastoralsj

Imágenes para pensar. Esperar el tiempo de Dios.


No se trata de esperar con los brazos cruzados, sino de una espera activa.

Antonio del Valle
pastoralsj


sábado, 26 de septiembre de 2015

José María Castillo: "El discurso del Papa en el Congreso sonó como los discursos proféticos de Luther King". También Texto completo del discurso


De la teología especulativa de Ratzinger a la narrativa de Bergoglio


"El Papa que tenemos lleva consigo, incorporado en su vida, el 'recuerdo peligroso' de Jesús"


(José M. Castillo).- Ayer, 24 de Septiembre de 2015, por primera vez en la historia, un papa de Roma pronunció un discurso, en el Capitolio de Washington, dirigiéndose a los congresistas de la primera potencia mundial. Jorge Mario Bergoglio no se anduvo por las ramas. Y fue derecho a los asuntos que más directamente afectan a la enorme mayoría de los habitantes del planeta.
Aunque bien sabemos que algunos de los temas, que allí planteó Francisco, no son precisamente los que mejor suenan en los oídos de muchos de los legisladores que allí escucharon al Papa. "Si es verdad que la política debe servir a la persona humana, no puede ser esclava de la economía y de las finanzas", dijo el obispo de Roma ante un Congreso en el que la mayoría de sus miembros son millonarios al servicio de los intereses turbios e inconfesables de los mercados.
Si a esto sumamos la condena inapelable del tráfico de armamentos, de las guerras, el pronunciamiento en contra de la pena de muerte, y la solidaridad con los pobres de este mundo, todo esto debió sonar en el Congreso de Estados Unidos como, hace años, sonaron en toda América los discursos proféticos de Martin Luther King.
Dicho esto, vengo a lo que quiero destacar en esta reflexión. ¿Qué teología maneja el papa Bergoglio? Esta pregunta es comprensible. Porque, como es sabido, son muchos los que, en los ambientes eclesiásticos, echan de menos la sapiencia teológica que manejaba el papa anterior, Benedicto XVI. Cuya presencia distinguida y su lenguaje cuidado de sabio alemán contrastan con la imprevisible y - para algunos - desgarbada figura de Francisco. Del que ya ha quedado patente para todo el mundo que se maneja mejor entre la gente sencilla de la calle que entre distinguidos y selectos estudiosos de los más refinados saberes.
¿Es por esto Francisco menos teólogo que Ratzinger? No lo es menos. Ni tampoco lo es más. Es distinto. Aquí vendrá bien recordar que, en el Nuevo Testamento, se advierte que hay dos formas de hacer teología.
Está, por una parte, la "teología especulativa", de Pablo. Y está, en otro contexto, la "teología narrativa" de los evangelios. O sea, la especulación ideológica, más propia de la cultura helenista (propia de Pablo), y el relato histórico, característico de la tradición bíblica. ¿No se podría decir que Ratzinger ser mueve como pez en el agua manejando la teología especulativa, mientras que Bergoglio se encuentra en su ambiente cuando desciende de las alturas, de la especulación del "ser", a lo concreto y tangible del "acontecer"?
Es evidente que el pensamiento especulativo seduce a determinadas mentalidades por su profundidad y su capacidad analítica. Pero no es menos cierto que, a la hora de la verdad, lo que decide la felicidad o la desgracia de la gente no es la profundidad de la cabeza pensante, sino la evidencia patente de lo que sucede, lo que nos pasa cada día, lo que nos hace felices o desdichados.
Lo que ha sucedido en la Iglesia es que, con el paso del tiempo, cuando la teología quedó sistematizada y se organizó en tratados (lo que todavía se sigue estudiando en los seminarios y enseñando en los catecismos), la teología especulativa de Pablo resultó más determinante que la teología narrativa de los evangelios. Y así - por poner un ejemplo -, a la gente se le enseña más la "religión de redención", que predicó Pablo (G. Bornkamm), y se le enseña quizá menos la "memoria peligrosa y subversiva" (J. B. Metz) de Jesús.
Por suerte, el papa Francisco no se cansa de repetir que tenemos que recuperar el Evangelio, que tenemos que leerlo, meditarlo, entenderlo, llevarlo en el bolsillo. Si no hacemos esto, y si esto no se hace vida en nosotros, caemos sin más remedio en el cristianismo de la mentira y el engaño. Lo diré con claridad y en pocas palabras.
Si Francisco se queda en la especulación de los pensadores teológicos más excelsos, es seguro que hoy no se comentaría en casi todos los medios de comunicación lo que los congresistas de USA han tenido que escuchar allí, en su grandioso Capitolio. Si lo han tenido que oír, sin duda alguna es porque el Papa que tenemos lleva consigo, incorporado en su vida, el "recuerdo peligroso" de Jesús.
Por eso ha tirado de la "parresía" necesaria, para decirles en su cara, a los hombres más poderosos del mundo, que tienen que organizar las cosas de otra manera. No se puede soportar que unos pocos naden en todas las abundancias, al tiempo que la inmensa mayoría de la humanidad se ahoga, se muere, entre gritos de desesperación.
RD

Texto completo del histórico discurso del Papa en el Capitolio


Léalo aquí íntegramente


"Que Dios bendiga a América"


Les agradezco la invitación que me han hecho a que les dirija la palabra en esta sesión conjunta del Congreso en «la tierra de los libres y en la patria de los valientes». Me gustaría pensar que lo han hecho porque también yo soy un hijo de este gran continente, del que todos nosotros hemos recibido tanto y con el que tenemos una responsabilidad común.
Cada hijo o hija de un país tiene una misión, una responsabilidad personal y social. La de ustedes como Miembros del Congreso, por medio de la actividad legislativa, consiste en hacer que este País crezca como Nación. Ustedes son el rostro de su pueblo, sus representantes. Y están llamados a defender y custodiar la dignidad de sus conciudadanos en la búsqueda constante y exigente del bien común, pues éste es el principal desvelo de la política. La sociedad política perdura si se plantea, como vocación, satisfacer las necesidades comunes favoreciendo el crecimiento de todos sus miembros, especialmente de los que están en situación de mayor vulnerabilidad o riesgo. La actividad legislativa siempre está basada en la atención al pueblo. A eso han sido invitados, llamados, convocados por las urnas.
Se trata de una tarea que me recuerda la figura de Moisés en una doble perspectiva. Por un lado, el Patriarca y legislador del Pueblo de Israel simboliza la necesidad que tienen los pueblos de mantener la conciencia de unidad por medio de una legislación justa. Por otra parte, la figura de Moisés nos remite directamente a Dios y por lo tanto a la dignidad trascendente del ser humano. Moisés nos ofrece una buena síntesis de su labor: ustedes están invitados a proteger, por medio de la ley, la imagen y semejanza plasmada por Dios en cada rostro.
En esta perspectiva quisiera hoy no sólo dirigirme a ustedes, sino con ustedes y en ustedes a todo el pueblo de los Estados Unidos. Aquí junto con sus Representantes, quisiera tener la oportunidad de dialogar con miles de hombres y mujeres que luchan cada día para trabajar honradamente, para llevar el pan a su casa, para ahorrar y -poco a poco- conseguir una vida mejor para los suyos. Que no se resignan solamente a pagar sus impuestos, sino que -con su servicio silencioso- sostienen la convivencia. Que crean lazos de solidaridad por medio de iniciativas espontáneas pero también a través de organizaciones que buscan paliar el dolor de los más necesitados.
Me gustaría dialogar con tantos abuelos que atesoran la sabiduría forjada por los años e intentan de muchas maneras, especialmente a través del voluntariado, compartir sus experiencias y conocimientos. Sé que son muchos los que se jubilan pero no se retiran; siguen activos construyendo esta tierra. Me gustaría dialogar con todos esos jóvenes que luchan por sus deseos nobles y altos, que no se dejan atomizar por las ofertas fáciles, que saben enfrentar situaciones difíciles, fruto muchas veces de la inmadurez de los adultos. Con todos ustedes quisiera dialogar y me gustaría hacerlo a partir de la memoria de su pueblo.
Mi visita tiene lugar en un momento en que los hombres y mujeres de buena voluntad conmemoran el aniversario de algunos ilustres norteamericanos. Salvando los vaivenes de la historia y las ambigüedades propias de los seres humanos, con sus muchas diferencias y límites, estos hombres y mujeres apostaron, con trabajo, abnegación y hasta con su propia sangre, por forjar un futuro mejor. Con su vida plasmaron valores fundantes que viven para siempre en el alma de todo el pueblo. Un pueblo con alma puede pasar por muchas encrucijadas, tensiones y conflictos, pero logra siempre encontrar los recursos para salir adelante y hacerlo con dignidad. Estos hombres y mujeres nos aportan una hermenéutica, una manera de ver y analizar la realidad. Honrar su memoria, en medio de los conflictos, nos ayuda a recuperar, en el hoy de cada día, nuestras reservas culturales.
Me limito a mencionar cuatro de estos ciudadanos: Abraham Lincoln, Martin Luther King, Dorothy Day y Thomas Merton.
Estamos en el ciento cincuenta aniversario del asesinato del Presidente Abraham Lincoln, el defensor de la libertad, que ha trabajado incansablemente para que «esta Nación, por la gracia de Dios, tenga una nueva aurora de libertad». Construir un futuro de libertad exige amor al bien común y colaboración con un espíritu de subsidiaridad y solidaridad.
Todos conocemos y estamos sumamente preocupados por la inquietante situación social y política de nuestro tiempo. El mundo es cada vez más un lugar de conflictos violentos, de odio nocivo, de sangrienta atrocidad, cometida incluso en el nombre de Dios y de la religión. Somos conscientes de que ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico. Esto nos urge a estar atentos frente a cualquier tipo de fundamentalismo de índole religiosa o del tipo que fuere. Combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología, o un sistema económico y, al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas requiere un delicado equilibrio en el que tenemos que trabajar. Y, por otra parte, puede generarse una tentación a la que hemos de prestar especial atención: el reduccionismo simplista que divide la realidad en buenos y malos; permítanme usar la expresión: en justos y pecadores. El mundo contemporáneo con sus heridas, que sangran en tantos hermanos nuestros, nos convoca a afrontar todas las polarizaciones que pretenden dividirlo en dos bandos. Sabemos que en el afán de querer liberarnos del enemigo exterior podemos caer en la tentación de ir alimentando el enemigo interior. Copiar el odio y la violencia del tirano y del asesino es la mejor manera de ocupar su lugar. A eso este pueblo dice: No.
Nuestra respuesta, en cambio, es de esperanza y de reconciliación, de paz y de justicia. Se nos pide tener el coraje y usar nuestra inteligencia para resolver las crisis geopolíticas y económicas que abundan hoy. También en el mundo desarrollado las consecuencias de estructuras y acciones injustas aparecen con mucha evidencia. Nuestro trabajo se centra en devolver la esperanza, corregir las injusticias, mantener la fe en los compromisos, promoviendo así la recuperación de las personas y de los pueblos. Ir hacia delante juntos, en un renovado espíritu de fraternidad y solidaridad, cooperando con entusiasmo al bien común.
El reto que tenemos que afrontar hoy nos pide una renovación del espíritu de colaboración que ha producido tanto bien a lo largo de la historia de los Estados Unidos. La complejidad, la gravedad y la urgencia de tal desafío exige poner en común los recursos y los talentos que poseemos y empeñarnos en sostenernos mutuamente, respetando las diferencias y las convicciones de conciencia.
En estas tierras, las diversas comunidades religiosas han ofrecido una gran ayuda para construir y reforzar la sociedad. Es importante, hoy como en el pasado, que la voz de la fe, que es una voz de fraternidad y de amor, que busca sacar lo mejor de cada persona y de cada sociedad, pueda seguir siendo escuchada. Tal cooperación es un potente instrumento en la lucha por erradicar las nuevas formas mundiales de esclavitud, que son fruto de grandes injusticias que pueden ser superadas sólo con nuevas políticas y consensos sociales.
Apelo aquí a la historia política de los Estados Unidos, donde la democracia está radicada en la mente del Pueblo. Toda actividad política debe servir y promover el bien de la persona humana y estar fundada en el respeto de su dignidad. «Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que han sido dotados por el Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos está la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad» (Declaración de Independencia, 4 julio 1776). Si es verdad que la política debe servir a la persona humana, se sigue que no puede ser esclava de la economía y de las finanzas. La política responde a la necesidad imperiosa de convivir para construir juntos el bien común posible, el de una comunidad que resigna intereses particulares para poder compartir, con justicia y paz, sus bienes, sus intereses, su vida social. No subestimo la dificultad que esto conlleva, pero los aliento en este esfuerzo.
En esta sede quiero recordar también la marcha que, cincuenta años atrás, Martin Luther King encabezó desde Selma a Montgomery, en la campaña por realizar el «sueño» de plenos derechos civiles y políticos para los afro-americanos. Su sueño sigue resonando en nuestros corazones. Me alegro de que Estados Unidos siga siendo para muchos la tierra de los «sueños». Sueños que movilizan a la acción, a la participación, al compromiso. Sueños que despiertan lo que de más profundo y auténtico hay en los pueblos.
En los últimos siglos, millones de personas han alcanzado esta tierra persiguiendo el sueño de poder construir su propio futuro en libertad. Nosotros, pertenecientes a este continente, no nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros. Les hablo como hijo de inmigrantes, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes. Trágicamente, los derechos de cuantos vivieron aquí mucho antes que nosotros no siempre fueron respetados. A estos pueblos y a sus naciones, desde el corazón de la democracia norteamericana, deseo reafirmarles mi más alta estima y reconocimiento. Aquellos primeros contactos fueron bastantes convulsos y sangrientos, pero es difícil enjuiciar el pasado con los criterios del presente. Sin embargo, cuando el extranjero nos interpela, no podemos cometer los pecados y los errores del pasado. Debemos elegir la posibilidad de vivir ahora en el mundo más noble y justo posible, mientras formamos las nuevas generaciones, con una educación que no puede dar nunca la espalda a los «vecinos», a todo lo que nos rodea. Construir una nación nos lleva a pensarnos siempre en relación con otros, saliendo de la lógica de enemigo para pasar a la lógica de la recíproca subsidiaridad, dando lo mejor de nosotros. Confío que lo haremos.
Nuestro mundo está afrontando una crisis de refugiados sin precedentes desde los tiempos de la II Guerra Mundial. Lo que representa grandes desafíos y decisiones difíciles de tomar. A lo que se suma, en este continente, las miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte en búsqueda de una vida mejor para sí y para sus seres queridos, en un anhelo de vida con mayores oportunidades. ¿Acaso no es lo que nosotros queremos para nuestros hijos? No debemos dejarnos intimidar por los números, más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación. Una respuesta que siempre será humana, justa y fraterna. Cuidémonos de una tentación contemporánea: descartar todo lo que moleste. Recordemos la regla de oro: «Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes» (Mt 7,12).
Esta regla nos da un parámetro de acción bien preciso: tratemos a los demás con la misma pasión y compasión con la que queremos ser tratados. Busquemos para los demás las mismas posibilidades que deseamos para nosotros. Acompañemos el crecimiento de los otros como queremos ser acompañados. En definitiva: queremos seguridad, demos seguridad; queremos vida, demos vida; queremos oportunidades, brindemos oportunidades. El parámetro que usemos para los demás será el parámetro que el tiempo usará con nosotros. La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo.
Esta certeza es la que me ha llevado, desde el principio de mi ministerio, a trabajar en diferentes niveles para solicitar la abolición mundial de la pena de muerte. Estoy convencido que este es el mejor camino, porque cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad sólo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito. Recientemente, mis hermanos Obispos aquí, en los Estados Unidos, han renovado el llamamiento para la abolición de la pena capital. No sólo me uno con mi apoyo, sino que animo y aliento a cuantos están convencidos de que una pena justa y necesaria nunca debe excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación.
En estos tiempos en que las cuestiones sociales son tan importantes, no puedo dejar de nombrar a la Sierva de Dios Dorothy Day, fundadora del Movimiento del trabajador católico. Su activismo social, su pasión por la justicia y la causa de los oprimidos estaban inspirados en el Evangelio, en su fe y en el ejemplo de los santos.
¡Cuánto se ha progresado, en este sentido, en tantas partes del mundo! ¡Cuánto se viene trabajando en estos primeros años del tercer milenio para sacar a las personas de la extrema pobreza! Sé que comparten mi convicción de que todavía se debe hacer mucho más y que, en momentos de crisis y de dificultad económica, no se puede perder el espíritu de solidaridad internacional. Al mismo tiempo, quiero alentarlos a recordar cuán cercanos a nosotros son hoy los prisioneros de la trampa de la pobreza. También a estas personas debemos ofrecerles esperanza. La lucha contra la pobreza y el hambre ha de ser combatida constantemente, en sus muchos frentes, especialmente en las causas que las provocan. Sé que gran parte del pueblo norteamericano hoy, como ha sucedido en el pasado, está haciéndole frente a este problema.
No es necesario repetir que parte de este gran trabajo está constituido por la creación y distribución de la riqueza. El justo uso de los recursos naturales, la aplicación de soluciones tecnológicas y la guía del espíritu emprendedor son parte indispensable de una economía que busca ser moderna pero especialmente solidaria y sustentable. «La actividad empresarial, que es una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos, puede ser una manera muy fecunda de promover la región donde instala sus emprendimientos, sobre todo si entiende que la creación de puestos de trabajo es parte ineludible de su servicio al bien común» (Laudato si', 129). Y este bien común incluye también la tierra, tema central de la Encíclica que he escrito recientemente para «entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común» (ibíd., 3). «Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos» (ibíd., 14).
En Laudato si', aliento el esfuerzo valiente y responsable para «reorientar el rumbo» (N. 61) y para evitar las más grandes consecuencias que surgen del degrado ambiental provocado por la actividad humana. Estoy convencido de que podemos marcar la diferencia y no tengo alguna duda de que los Estados Unidos -y este Congreso- están llamados a tener un papel importante. Ahora es el tiempo de acciones valientes y de estrategias para implementar una «cultura del cuidado» (ibíd., 231) y una «aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza» (ibíd., 139). La libertad humana es capaz de limitar la técnica (cf. ibíd., 112); de interpelar «nuestra inteligencia para reconocer cómo deberíamos orientar, cultivar y limitar nuestro poder» (ibíd., 78); de poner la técnica al «servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral» (ibíd., 112). Sé y confío que sus excelentes instituciones académicas y de investigación pueden hacer una contribución vital en los próximos años.
Un siglo atrás, al inicio de la Gran Guerra, «masacre inútil», en palabras del Papa Benedicto XV, nace otro gran norteamericano, el monje cisterciense Thomas Merton. Él sigue siendo fuente de inspiración espiritual y guía para muchos. En su autobiografía escribió: «Aunque libre por naturaleza y a imagen de Dios, con todo, y a imagen del mundo al cual había venido, también fui prisionero de mi propia violencia y egoísmo. El mundo era trasunto del infierno, abarrotado de hombres como yo, que le amaban y también le aborrecían. Habían nacido para amarle y, sin embargo, vivían con temor y ansias desesperadas y enfrentadas». Merton fue sobre todo un hombre de oración, un pensador que desafió las certezas de su tiempo y abrió horizontes nuevos para las almas y para la Iglesia; fue también un hombre de diálogo, un promotor de la paz entre pueblos y religiones.
En tal perspectiva de diálogo, deseo reconocer los esfuerzos que se han realizado en los últimos meses y que ayudan a superar las históricas diferencias ligadas a dolorosos episodios del pasado. Es mi deber construir puentes y ayudar lo más posible a que todos los hombres y mujeres puedan hacerlo. Cuando países que han estado en conflicto retoman el camino del diálogo, que podría haber estado interrumpido por motivos legítimos, se abren nuevos horizontes para todos. Esto ha requerido y requiere coraje, audacia, lo cual no significa falta de responsabilidad. Un buen político es aquel que, teniendo en mente los intereses de todos, toma el momento con un espíritu abierto y pragmático. Un buen político opta siempre por generar procesos más que por ocupar espacios (cf. Evangelii gaudium, 222-223).
Igualmente, ser un agente de diálogo y de paz significa estar verdaderamente determinado a atenuar y, en último término, a acabar con los muchos conflictos armados que afligen nuestro mundo. Y sobre esto hemos de ponernos un interrogante: ¿por qué las armas letales son vendidas a aquellos que pretenden infligir un sufrimiento indecible sobre los individuos y la sociedad? Tristemente, la respuesta, que todos conocemos, es simplemente por dinero; un dinero impregnado de sangre, y muchas veces de sangre inocente. Frente al silencio vergonzoso y cómplice, es nuestro deber afrontar el problema y acabar con el tráfico de armas.
Tres hijos y una hija de esta tierra, cuatro personas, cuatro sueños: Abraham Lincoln, la libertad; Martin Luther King, una libertad que se vive en la pluralidad y la no exclusión; Dorothy Day, la justicia social y los derechos de las personas; y Thomas Merton, la capacidad de diálogo y la apertura a Dios.
Cuatro representantes del pueblo norteamericano.
Terminaré mi visita a su País en Filadelfia, donde participaré en el Encuentro Mundial de las Familias. He querido que en todo este Viaje Apostólico la familia fuese un tema recurrente. Cuán fundamental ha sido la familia en la construcción de este País. Y cuán digna sigue siendo de nuestro apoyo y aliento. No puedo esconder mi preocupación por la familia, que está amenazada, quizás como nunca, desde el interior y desde el exterior. Las relaciones fundamentales son puestas en duda, como el mismo fundamento del matrimonio y de la familia. No puedo más que confirmar no sólo la importancia, sino por sobre todo, la riqueza y la belleza de vivir en familia.
De modo particular quisiera llamar su atención sobre aquellos componentes de la familia que parecen ser los más vulnerables, es decir, los jóvenes. Muchos tienen delante un futuro lleno de innumerables posibilidades, muchos otros parecen desorientados y sin sentido, prisioneros en un laberinto de violencia, de abuso y desesperación. Sus problemas son nuestros problemas. No nos es posible eludirlos. Hay que afrontarlos juntos, hablar y buscar soluciones más allá del simple tratamiento nominal de las cuestiones. Aun a riesgo de simplificar, podríamos decir que existe una cultura tal que empuja a muchos jóvenes a no poder formar una familia porque están privados de oportunidades de futuro. Sin embargo, esa misma cultura concede a muchos otros, por el contrario, tantas oportunidades, que también ellos se ven disuadidos de formar una familia.
Una Nación es considerada grande cuando defiende la libertad, como hizo Abraham Lincoln; cuando genera una cultura que permita a sus hombres «soñar» con plenitud de derechos para sus hermanos y hermanas, como intentó hacer Martin Luther King; cuando lucha por la justicia y la causa de los oprimidos, como hizo Dorothy Day en su incesante trabajo; siendo fruto de una fe que se hace diálogo y siembra paz, al estilo contemplativo de Merton.
Me he animado a esbozar algunas de las riquezas de su patrimonio cultural, del alma de su pueblo. Me gustaría que esta alma siga tomando forma y crezca, para que los jóvenes puedan heredar y vivir en una tierra que ha permitido a muchos soñar. Que Dios bendiga a América.

Las diez frases clave del discurso de Francisco en el Capitolio



"Nosotros no nos asustamos de los extranjeros"


"Una comunidad resigna intereses particulares por compartir"


1 Les agradezco la invitación que me han hecho a que les dirija la palabra en esta sesión conjunta del Congreso en "la tierra de los libres y en la patria de los valientes".
2 Combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología, o un sistema económico y, al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas requiere un delicado equilibrio en el que tenemos que trabajar.
3. Nosotros, pertenecientes a este continente, no nos asustamos de los extranjeros, porquemuchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros. Les hablo como hijo de inmigrantes, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes.
4. Cuando el extranjero nos interpela, no podemos cometer los pecados y los errores del pasado.
5 La política responde a la necesidad imperiosa de convivir para construir juntos el bien común posible, el de una comunidad que resigna intereses particulares para poder compartir, con justicia y paz, sus bienes, sus intereses, su vida social. No subestimo la dificultad que esto conlleva, pero los aliento en este esfuerzo.
6. Recordemos la regla de oro: "Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes". La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo.
7. Esta certeza es la que me ha llevado, desde el principio de mi ministerio, a trabajar en diferentes niveles para solicitar la abolición mundial de la pena de muerte.
8. Hemos de ponernos un interrogante: ¿por qué las armas letales son vendidas a aquellos que pretenden infligir un sufrimiento indecible sobre los individuos y la sociedad? Tristemente, la respuesta, que todos conocemos, es simplemente por dinero; un dinero impregnado de sangre.
9. Nuestro mundo está afrontando una crisis de refugiados sin precedentes desde los tiempos de la II Guerra Mundial. Lo que representa grandes desafíos y decisiones difíciles de tomar.
10. La lucha contra la pobreza y el hambre ha de ser combatida constantemente, en sus muchos frentes, especialmente en las causas que las provocan.
RD