lunes, 24 de marzo de 2014

Fco. en Santa Marta: Dios nos salva en nuestras equivocaciones, no en nuestras seguridades. Audio, vídeo y extracto homilía


"Sólo salva Cristo, no nuestra observancia de los preceptos"


"Debemos aprender esta sabiduría de marginarnos, para que el Señor nos encuentre"


«Seguir los Mandamientos sin fe no nos lleva a la salvación»



(RV).- No nos salva nuestra seguridad de observar los mandamientos, sino la humildad de tener siempre necesidad de ser curados por Dios: es cuanto, en síntesis, afirmó esta mañana el Papa Francisco en su homilía de la Misa presidida en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
"Ningún profeta es bien aceptado en su patria": la homilía del Papa comenzó con estas palabras de Jesús dirigidas a sus coterráneos, los habitantes de Nazaret, ante los cuales no pudo hacer milagros, porque "no tenían fe". Jesús les recuerda dos episodios bíblicos: el milagro de la curación de la lepra de Naamán el Sirio, en tiempos del profeta Eliseo, y el encuentro del profeta Elías con la viuda de Sarepta de Sidón, quien fue salvada de la carestía.
"Los leprosos y las viudas - explicó el Papa Francisco - en aquel tiempo eran marginados". Y sin embargo, estos dos marginados, acogiendo a los profetas, fueron salvados. En cambio, los nazarenos no aceptan a Jesús porque "estaban tan seguros en su ‘fe', tan seguros en su observancia de los mandamientos, que no tenían necesidad de otra salvación":
"Es el drama de la observancia de los mandamientos sin fe: ‘Yo me salvo solo, porque voy a la sinagoga todos los sábados, trato de obedecer a los mandamientos, ¡pero que éste no venga a decirme que eran mejor que yo aquel leproso y aquella viuda!'. ¡Esos eran marginados! Y Jesús nos dice: ‘Pero, mira, si tú no te marginas, no te sientes en el margen, no tendrás salvación'. Ésta es la humildad, el camino de la humildad: sentirse tan marginados que tenemos necesidad de la salvación del Señor. Sólo Él salva, no nuestra observancia de los preceptos. Y esto no gustó, se enojaron y querían matarlo".
La misma rabia - comentó el Papa - afecta, inicialmente, también a Naamán, porque considera ridículo y humillante la invitación de Eliseo de bañarse siete veces en el río Jordán para quedar curado de la lepra. "El Señor le pide un gesto de humildad, que obedezca como un niño, que haga el ridículo". Se va desdeñado, pero después, convencido por sus siervos, vuelve y hace cuanto le dijo el profeta. Aquel acto de humildad lo cura. "Es éste el mensaje de hoy, en esta tercera semana de Cuaresma" - afirmó el Papa - y señaló que si queremos ser salvados, "debemos elegir el camino de la humildad":

"María en su Cántico no dice que está contenta porque Dios ha mirado su virginidad, su bondad y su dulzura, tantas virtudes que ella tenía. No. Sino porque el Señor ha mirado la humildad de su sierva, su pequeñez, su humildad. Es lo que mira el Señor. Y debemos aprender esta sabiduría de marginarnos, para que el Señor nos encuentre. No nos encontrará en el centro de nuestras seguridades, no, no. Allí no va el Señor. Nos encontrará en la marginación, en nuestros pecados, en nuestras equivocaciones, en nuestras necesidades de ser curados espiritualmente, de ser salvados; allí nos encontrará el Señor".
"Es éste - reafirmó Francisco - el camino de la humildad":
"La humildad cristiana no es la virtud de decir: ‘Pero, yo no sirvo para nada' y esconder la soberbia allí, ¡no, no! La humildad cristiana es decir la verdad: ‘Soy pecador, soy pecadora'. Decir la verdad: es ésta nuestra verdad. Pero hay otra: Dios nos salva. Pero nos salva allá, cuando nosotros somos marginados; no nos salva en nuestra seguridad. Pidamos la gracia de tener esta sabiduría de marginarnos, la gracia de la humildad para recibir la salvación del Señor".
RV/RD

Dios nos salva en nuestras equivocaciones, no en nuestras seguridades, dice el Papa en su homilía

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Francisco: “El Señor nos encontrará en nuestros pecados y errores”



El Papa Francisco centró su homilía en Casa Santa Marta en la humildad. El Papa contrapuso el orgullo de quien está seguro de sí mismo con la humildad de quienreconoce que es pecador

PAPA FRANCISCO
"El Señor no nos encontrará en el centro de nuestras seguridades, no. Ahí no va el Señor. Nos encontrará en la marginación, en nuestros pecados, en nuestros errores, en nuestra necesidad de ser curados espiritualmente, de ser salvados. Ahí nos encontrará el Señor”.

El Papa concluyó que la humildad no consiste en decir que uno no sirve para nada, sino en reconocer los propios pecados y la necesidad de ser salvado.


EXTRACTO DE LA HOMILÍA DEL PAPA

"Es el drama de la observancia de los mandamientos sin fe: ‘Yo me salvo solo, porque voy a la sinagoga todos los sábados, trato de obedecer a los mandamientos, ¡pero que éste no venga a decirme que eran mejor que yo aquel leproso y aquella viuda!’. ¡Esos eran marginados! Y Jesús nos dice: ‘Pero, mira, si tú no te marginas, no te sientes en el margen, no tendrás salvación’. Ésta es la humildad, el camino de la humildad: sentirse tan marginados que tenemos necesidad de la salvación del Señor. Sólo Él salva, no nuestra observancia de los preceptos. Y esto no gustó, se enojaron y querían matarlo”. 

"María en su Cántico no dice que está contenta porque Dios ha mirado su virginidad, su bondad y su dulzura, tantas virtudes que ella tenía. No. Sino porque el Señor ha mirado la humildad de su sierva, su pequeñez, su humildad. Es lo que mira el Señor. Y debemos aprender esta sabiduría de marginarnos, para que el Señor nos encuentre. No nos encontrará en el centro de nuestras seguridades, no, no. Allí no va el Señor. Nos encontrará en la marginación, en nuestros pecados, en nuestras equivocaciones, en nuestras necesidades de ser curados espiritualmente, de ser salvados; allí nos encontrará el Señor”. 

"La humildad cristiana no es la virtud de decir: ‘Pero, yo no sirvo para nada’ y esconder la soberbia allí, ¡no, no! La humildad cristiana es decir la verdad: ‘Soy pecador, soy pecadora’. Decir la verdad: es ésta nuestra verdad. Pero hay otra: Dios nos salva. Pero nos salva allá, cuando nosotros somos marginados; no nos salva en nuestra seguridad. Pidamos la gracia de tener esta sabiduría de marginarnos, la gracia de la humildad para recibir la salvación del Señor”.

¿Sor ye-ye?


En 1967 una película contaba la historia de María, una novicia que llegaba a ganar el festival de San Remo antes de colgar los hábitos y casarse con el doctor de sus amores. Esta semana se ha convertido en viral la audición, en el programa “La voz”, de una ursulina, Sor Cristina, jovial, dicharachera y que canta muy bien. Interpreta un tema de Alicia Keys, y deja atónitos a los artistas ya consagrados que la eligen, a ciegas, por su voz, para descubrir, cuando le dan la vuelta a sus tronos arbitrales, que es una monja con sus hábitos.
A partir de aquí, espectáculo, risas, buen rollo, alusiones al papa Francisco, vistas panorámicas sobre las ursulinas mayores que aplauden alborozadas, a su compañera; abrazos y bromas sobre el diablo –que dicho en italiano, diavolo, suena hasta simpático– y la santa que se van a convertir en equipo de éxito. La joven, espontánea y alegre, dice que tiene un don, un talento, y que quiere compartirlo. También afirma que no hay que tener miedo, y que ahora se nos invita a evangelizar saliendo al encuentro del mundo.
No le falta razón. Pero uno piensa en lo complicado de la situación. En que el espectáculo tiene sus reglas, y sus juguetes rotos. Anteayer se encumbraba a una cantante estridente vestida de filete, ayer se ponían los focos sobre una niña Disney con complejo de Lolita, y hoy se ovaciona a una religiosa cargada de buenas intenciones. Es cierto que no basta, si se quiere llegar hoy al mundo, con refugiarse en la seguridad de los conventos ni quedarse tras los muros de los templos. Hay que arriesgar, y de alguna manera, hacer que la gente piense. Y ahí está la pregunta. ¿Encontrarse a Sor Cristina en el escenario hará que quienes la ven, se pregunten por algo que vaya más allá del puro divertimento? ¿Será un pájaro exótico, o alguien que pueda remover certidumbres y prejuicios? ¿Podrá llevar su palabra ecos de otra Palabra, traducida para que pueda ser escuchada hoy? Ojalá que sea así. Aunque lo va a tener difícil. Ojalá haya quien la asesore y ayude bien en ese camino por el que se ha lanzado.

José Mª Rodríguez Olaizola sj
pastoralsj




Iniciando el contacto, recordando a Monseñor Oscar Romero, que en un día como hoy, pero 1980, fue asesinado



MONSEÑOR ÓSCAR ROMERO

Óscar Arnulfo Romero y Galdámez nació en Ciudad Barrios el 15 de agosto de 1917.

Se ordenó sacerdote el 4 de abril de 1942. En su paso por Roma fue alumno de monseñor Giovanni Batista Montini, más tarde Papa Pablo VI.

Tras alinearse en una Iglesia católica distante de la política, no pudo como arzobispo tolerar la represión y las injusticias bajo la mirada pasiva de la jerarquía religiosa.

Condenó enérgicamente los asesinatos de sacerdotes y campesinos, entre ellos del padre Rutilio Grande. Monseñor Romero se acercó al ‘Documento de Medellín’, origen de la Teología de Liberación.

Murió asesinado el 24 de marzo de 1980 cuando oficiaba misa en la capilla de un hospital para enfermos de cáncer. La comunidad internacional condenó enérgicamente ese hecho que daría lugar al conflicto armado de doce años. 
El entonces arzobispo capitalino propugnaba el respeto de los derechos humanos y denunciaba la pobreza entre los salvadoreños y los abusos cometidos por las autoridades militares de la época.

Sus restos descansan en la Catedral de San Salvador. Decenas de miles de feligreses visitan su mausoleo.

domingo, 23 de marzo de 2014

La sed más grande por Guillermo Ortíz S.J.. Incluye audio


Escuchar audio, aquí
No fue la primera vez que los del pueblo de Nitramnas sufrieron sequía. Pero ese año, aunque el trigo sembrado en todo el campo había comenzado a despuntar verde, se secó completamente en seguida. Y tuvieron que traer el pan para las familias de otro pueblo lejano, donde sí el agua de la lluvia había abrevado aquellas tierras sedientas.
Sin agua no hay vida biológica posible. Las ciudades se levantan siempre junto a una fuente de agua, un río, una vertiente, un pozo. Y en el caso de la ciudad de Comodoro Rivadavia, en la Patagonia Argentina, por ejemplo, que se organizó con el fin de extraer el petróleo y no junto a una fuete de agua, para vivir traen al agua de muy lejos, entubada.
El aire, el agua, son esenciales para la vida biológica. Sin ellos nos morimos nosotros, los animales y las plantas. Pero el alma, que nos da forma y que nos constituye humanos y no animales ni plantas ¿de qué se nutre?
El alma respira al espíritu y también tiene sed. La vida espiritual se nutre del encuentro con el crucificado resucitado que nos respira el Espíritu de Dios y nos da a beber el agua viva.
El capítulo 4 del evangelio de san Juan, Jesús se encuentra con la mujer samaritana que busca agua en el pozo de Jacob y Jesús sediento revela a la samaritana que él puede darle el agua viva de la vida verdadera. Y que aquel que bebe de ese agua que él nos da no tendrá nunca más sed y se convertirá en fuente de agua viva.
Para vivir se va al pozo de agua. Para vivir la vida verdadera se va a Cristo, en cuyo corazón el viernes santo el soldado Longinus cavó esa fuente del agua que nos baña en el bautismo, nos purifica y nos llena de la vida verdadera. En comunicación; en comunión con la misma fuente de vida, nos transformamos en fuente de vida verdadera para otros sedientos del amor y la vida de Dios.
Señor Jesús que diste de beber a esta samaritana el agua viva de tu corazón, que nos purifica y nos llena de la vida verdadera, te ruego que me ayudes a mí y a los míos, a gente, a mi pueblo querido a descubrir esta otra sed, la sed más profunda, la sed de la vida verdadera, la sed de purificación, este baño que ya recibí en el bautismo pero que necesito que me refresque interiormente que me vivifique nuevamente por tu espíritu. Tené piedad Jesús y vení a este desierto que nosotros hemos construido tapando los pozos de agua con porquería, con cosas que dan muerte y no vida. Vení a este pobre pozo nuestro de agua contaminada y danos a beber de tu corazón el agua viva para la vida verdadera.
Evangelio de Juan 4,5-42
Domingo III de Cuaresma 23 marzo de 2014
En aquel tiempo Jesús llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José. Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía. Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber». La samaritana le respondió: «¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?». Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva». «Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva?, ¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?». Jesús le respondió: «El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna». «Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla».
La mujer le dijo: «Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar». Jesús le respondió: «Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad». La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga, nos anunciará todo». Jesús le respondió: «Soy yo, el que habla contigo».
Por eso, cuando los samaritanos se acercaron a Jesús, le rogaban que se quedara con ellos, y él permaneció allí dos días. Muchos más creyeron en él, a causa de su palabra. Y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo».

Guillermo Ortíz S.J.
Reflexiones en frontera 

Encuentros con la Palabra por Hermann Rodríguez S.J. “¿Cómo es que tú me pides agua a mí, que soy samaritana?”


En medio de una noche oscura como la boca de un lobo, el Capitán del barco reconoció a lo lejos la luz de otra embarcación que venía directamente hacia ellos. En seguida dio una orden al telegrafista. Ordénele a esa embarcación que cambie su rumbo diez grados a estribor. Un momento después llega un mensaje a la cabina del Capitán: “Ustedes deben cambiar su rumbo diez grados a babor”. El Capitán pide que el mensaje esta vez sea más explícito: “Soy el Capitán Baquero, le ordeno que gire su rumbo diez grados a estribor”. Mientras pasa todo esto, la luz se va acercando de manera rápida y peligrosa. Se recibe un nuevo mensaje en la cabina: “Soy el marinero Barragán. Le sugiero que gire su rumbo diez grados a babor”. El Capitán muy contrariado y viendo que la luz ya está demasiado cerca envía una última advertencia: “Estoy al mando de un buque de guerra. Modifique su rumbo diez grados a estribor o no respondo por lo que pueda pasar”. La respuesta que llega los deja a todos estupefactos: “Modifique su rumbo diez grados a babor. Tampoco respondo por lo que pueda pasar. Estoy al mando de un faro. Usted verá”.
La samaritana que llega a mediodía al pozo de Jacob, a las afueras de Sicar, en busca de agua, se encuentra, sorpresivamente, con que un judío, con rostro cansado, le pide de beber. “Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía. Los discípulos habían ido al pueblo a comprar algo de comer. En eso, una mujer de Samaria llegó al pozo a sacar agua, y Jesús le dijo: – Dame un poco de agua”. La sorpresa aumenta cuando este atrevido personaje le termina ofreciendo agua viva sin tener si quiera un balde y una soga para sacar una gotas de agua del profundo pozo. “Jesús le contestó: – Si supieras lo que Dios da y quién es el que te está pidiendo agua, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva”. Pero, sin duda, las sorpresas apenas comenzaban, pues más tarde se sintió confrontada con la verdad de su vida. “Jesús le dijo: – Ve a llamar a tu marido y vuelve acá. La mujer le contestó: – No tengo marido. Jesús le dijo: – Bien dices que no tienes marido; porque has tenido cinco maridos, y el que ahora tienes, no es tu marido. Es cierto lo que has dicho”.
Muchas veces salimos al encuentro de los demás revestidos con nuestras armaduras para defendernos y no dejar entrar a los otros en nuestra vida. Pero es frecuente que nos tropecemos con la sorpresa de descubrirnos vulnerables y nos veamos obligados a cambiar nuestro rumbo para abrirnos a nuestra propia verdad. Es lo que le pasó al capitán del barco con el que comenzamos esta reflexión. Se sentía seguro y fuerte, pero tuvo que dejar a un lado su propio camino, porque estaba navegando hacia su propia destrucción. Algo parecido pasa cuando nos encontramos con la Palabra de Dios; ella nos confronta y nos ayuda a descubrir nuestra propia verdad. “Porque la Palabra de Dios tiene vida y poder. Es más cortante que cualquier espada de dos filos y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo más íntimo de la persona; y somete a juicio los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4,12).
Este tiempo de Cuaresma nos invita a revisar nuestros caminos y corregir nuestro rumbo. Como la samaritana, El encuentro con Jesús pone en evidencia el camino equivocado que estamos siguiendo, al dejarnos guiar solamente por nuestros criterios.
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
Encuentros con la Palabra
RD

Hoy: Francisco proclama que "la misericordia es mayor que el prejuicio". Video y audio. Texto completo de las Palabras del Papa


El Papa reitera que "todo encuentro con Jesús nos cambia la vida"


"Os pregunto a vosotros y a mí mismo: ¿Cuál es tu ánfora interior, la que te aleja de Dios?"



(José M. Vidal).-En su habitual estilo sencillo y cercano, como el párroco del mundo, elPapa Francisco salió a la ventana de San Pedro para ofrecer a los fieles que llenaban la plaza una catequesis sobre la samaritana que pide a Jesús "el agua de la vida eterna". Y recalcó dos lecciones: "Todo encuentro con Jesús nos cambia la vida y nos llena de alegría". Y pidió a todos que repitiesen con él, en voz alta, esas dos lecciones de vida.
Algunas de sus frases
"El encuentro de Jesús con la samaritana"
"Supera las barreras de hostilidad entre los judíos y los samaritanos"
"Rompe los prejuicios contra las mujeres"
"Jesús , con gran delicadeza, entra en el mundo interior de una persona".
"Jesús no tiene miedo. No tiene prejuicios"
"Jesus no la juzga"
"La de Jesus no es tanto una sed de agua, sino de encontrar a la samaritana para abrirle el corazón"
"La Cuaresma es el tiempo oportuno para mirarnos dentro y dejar que sagan nuestras necesidades espirituales"
"La samaritana nos invita a expresarnos: Jesús, dame esa agua que apagará mi sed para siempre"
"El señor es más grande que los prejuicios"
"La misericordia es mayor que el prejuicio" (Lo repite)
"La mujer quedó transformada"
"Está entusiasmada"
"Encontró el agua viva de la misericordia, el agua que buscaba desde siempre"
"Corre a la aldea que la juzgaba, para contar que ha encontrado a un hombre que le ha cambiado la vida"
"Todo encuentro con Jesus nos cambia la vida"
"Dejémos también nosotros nuestra ánfora"
"Todos tenemos un o más de una"
"Os pregunto a vosotros y a mí mismo: ¿Cuál es tu ánfora interior, la que te aleja de Dios?"
"Llamados a testimoniar a nuestros hermanos la alegría del encuentro con Jesus"
Saludos del Papa
"Recordemos las dos frases: Todo encuentro con Jesús nos cambia la vida y nos llena de alegría"
"Digamoslo juntos"
Recuerda la Jornada mundial de la tuberculosis
Recuerda las "24 horas para el Señor", momento penitencial
"Será la fiesta del perdón"
"El perdón que nos da el Señor se debe festejar"
"Como el Padre del hijo pródigo"
Saluda a los fieles de Roma y a los peregrinos
Especialmente a los de Croacia, Alemania, Japón, USA y Ferrol (España).

Texto íntegro de las palabras del Papa:
Queridos hermanos y hermanas,
el Evangelio de hoy nos presenta el encuentro de Jesús con la mujer samaritana, sucedido en Sicar, junto a un antiguo pozo donde la mujer iba cada día, para sacar agua. Aquel día se encontró a Jesús, sentado, "fatigado por el viaje" (Juan 4, 6). El inmediatamente le dice, "dame de beber" (v 7, 7). De este modo supera las barreras de hostilidad, que existían entre judíos y samaritanos y rompe los esquemas del prejuicio en frente a las mujeres. El simple pedido de Jesús es el inicio de un dialogo sincero, mediante el cual Él, con gran delicadeza, entra en el mundo interior de una persona a la cual, según los esquemas sociales, no tendría ni si quiera que haberle dirigido la palabra. Jesús la pone frente a su realidad, no juzgándola sino haciéndola sentir considerada reconocida, y suscitando asé en ella el deseo de ir más allá de la rutina cotidiana.
Aquella de Jesús era una sed no tanto de agua, sino de encontrar un alma sedienta. Jesús tenía necesidad de encontrar a la samaritana para abrirle el corazón: le pide de beber para poner en evidencia la sed que había en ella misma. La mujer queda tocada por este encuentro: dirige a Jesús aquellas preguntas profundas que todos tenemos dentro, pero que muchas veces ignoramos. ¡También nosotros tenemos tantas preguntas para hacer, pero no encontramos el coraje de dirigirlas a Jesús! La Cuaresma es el tiempo oportuno para mirarse adentro, para ser surgir nuestros deseos espirituales más verdaderos y pedir la ayuda del Señor en la oración. El ejemplo de la samaritana nos invita a expresarnos así, "dame de esa agua así no tendré más sed".
El evangelio dice que los discípulos quedaron maravillados de que su maestro hablara con esa mujer. Pero el Señor es más grande que los prejuicios por eso no tiene temor de detenerse con la samaritana: la misericordia es más grande que el prejuicio. El resultado de aquel encuentro junto al pozo fue que la mujer fue transformada: "dejó su cántaro" (v 28) y corre a la ciudad a contar su experiencia extraordinaria. Había ido a buscar agua del pozo, y ha encontrado otra agua, el agua viva de la misericordia que salta hasta la vida eterna. ¡Ha encontrado el agua que buscaba desde siempre!, corre al pueblo, aquel pueblo que la juzgaba y la rechazaba, y anuncia que ha encontrado al Mesías: uno que le ha cambiado la vida.
En este evangelio encontramos también nosotros el estímulo para "dejar nuestro cántaro", símbolo de todo lo que aparentemente es importante pero que pierde valor frente al "amor de Dios", que "ha estado derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado" (Rm 5,5). Estamos llamados a redescubrir la importancia y el sentido de nuestra vida cristiana, iniciada en el bautismo y como la samaritana, ha de dar testimonio a nuestros hermanos, de la alegría del encuentro con Jesús y las maravillas que su amor, realiza en nuestra existencia.
RD

Papa en Ángelus:Misericordia es más grande que el prejuicio



“La sed de Jesús no era tanto de agua como de encontrar un alma sedienta de Dios, para suscitar en ella el deseo de ir más allá de la rutina cotidiana”, Francisco en el Ángelus


Escuchar audio aquí
La mujer samaritana fue a buscar agua del pozo y encontró en Jesús el agua viva de la misericordia; encontró lo que buscaba desde siempre, y volvió a los que la juzgaban y rechazaban para anunciarles que había encontrado uno que le ha cambiado la vida. 

En otro domingo lluvioso Francisco Papa rezó el Ángelus con miles de fieles y peregrinos en la plaza de San Pedro. Se refirió al Evangelio del encuentro de Jesús con la Samaritana. Jesús pide a la samaritana que le de beber. Con esto “supera las barreras de hostilidad... y rompe los esquemas del prejuicio frente a las mujeres”. Jesús le pide de beber para poner en evidencia “la sed que había en ella misma".

Dijo Francisco: “En este evangelio encontramos también nosotros el estímulo para “dejar nuestro cántaro”, símbolo de todo lo que aparentemente es importante pero que pierde valor frente al “amor de Dios”, que “ha estado derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5,5). Estamos llamados a redescubrir la importancia y el sentido de nuestra vida cristiana, iniciada en el bautismo y como la samaritana, ha de dar testimonio a nuestros hermanos, de la alegría del encuentro con Jesús y las maravillas que su amor, realiza en nuestra existencia”.


Después de la oración del Ángelus el Papa invitó a pedir por todas las personas golpeadas por la tuberculosis y por cuantos las sostienen de diversos modos y exhortó a participar el próximo viernes y sábado en la celebración penitencial que se realizará en muchas diócesis y parroquias del mundo. “Será una fiesta del perdón”.
Escuchar audio aquí

Palabras del Papa (texto completo):

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

el Evangelio de hoy nos presenta el encuentro de Jesús con la mujer samaritana, sucedido en Sicar, junto a un antiguo pozo donde la mujer iba cada día, para sacar agua. Aquel día se encontró a Jesús, sentado, “fatigado por el viaje” (Juan 4, 6). El inmediatamente le dice, “dame de beber” (v 7, 7). De este modo supera las barreras de hostilidad, que existían entre judíos y samaritanos y rompe los esquemas del prejuicio en frente a las mujeres. El simple pedido de Jesús es el inicio de un dialogo sincero, mediante el cual Él, con gran delicadeza, entra en el mundo interior de una persona a la cual, según los esquemas sociales, no tendría ni si quiera que haberle dirigido la palabra. Pero Jesús lo hace, eh? Jesús no tiene miedo. Jesús cuando ve una persona va adelante porque ama, nos ama a todos, no pasa de largo jamás ante una persona por prejuicios. Jesús pone a la samaritana frente a su realidad, no juzgándola sino haciéndola sentir considerada, reconocida, y suscitando así en ella el deseo de ir más allá de la rutina cotidiana. 

Aquella de Jesús era una sed no tanto de agua, sino de encontrar un alma sedienta. Jesús tenía necesidad de encontrar a la samaritana para abrirle el corazón: le pide de beber para poner en evidencia la sed que había en ella misma. La mujer queda tocada por este encuentro: dirige a Jesús aquellas preguntas profundas que todos tenemos dentro, pero que muchas veces ignoramos. 
Queridos hermanos y hermanas, ¡también nosotros tenemos tantas preguntas para hacer, pero no encontramos el coraje de dirigirlas a Jesús! La Cuaresma es el tiempo oportuno para mirarse dentro, para hacer surgir nuestros deseos espirituales más verdaderos y pedir la ayuda del Señor en la oración. El ejemplo de la samaritana nos invita a expresarnos así: “ Jesús dame de esa agua así no tendré más sed”. 

El evangelio dice que los discípulos quedaron maravillados de que su maestro hablara con esa mujer. Pero el Señor es más grande que los prejuicios, por eso no tiene temor de detenerse con la samaritana: la misericordia es más grande que el prejuicio. La misericordia es más grande que el prejuicio, esto tenemos que aprenderlo bien, eh? La misericordia es más grande que el prejuicio y Jesús es tan misericordioso, tanto. El resultado de aquel encuentro junto al pozo fue que la mujer fue transformada: “dejó su cántaro” (v 28) y corre a la ciudad a contar su experiencia extraordinaria. He encontrado un hombre que me ha dicho todas la cosas que yo he hecho, quizás es el Mesías. ¡Estaba entusiasmada! Había ido a buscar agua del pozo, y ha encontrado otra agua, el agua viva de la misericordia que salta hasta la vida eterna. ¡Ha encontrado el agua que buscaba desde siempre!, corre al pueblo, aquel pueblo que la juzgaba y la rechazaba, y anuncia que ha encontrado al Mesías: uno que le ha cambiado la vida. Porque cada encuentro con Jesús, nos cambia la vida, siempre un paso más adelante, un paso más cerca de Dios. Y así cada encuentro con Jesús nos cambia la vida. Siempre, eh? ¡Siempre es así!

En este evangelio encontramos también nosotros el estímulo para “dejar nuestro cántaro”, símbolo de todo lo que aparentemente es importante, pero que pierde valor frente al “amor de Dios”. Todos tenemos uno, todos tenemos uno o más de uno eh? Yo les pregunto a ustedes, también a mí: cuál es tu cántaro interior, aquel que te pesa, aquel que te aleja de Dios? Dejémoslo un poco aparte y con el corazón sintamos la voz de Jesús que nos ofrece otra agua, otra agua que nos acerca al Señor. 
Estamos llamados a redescubrir la importancia y el sentido de nuestra vida cristiana, iniciada en el bautismo y como la samaritana, ha dar testimonio a nuestros hermanos de la alegría del encuentro con Jesús; testimoniar la alegría del encuentro.

Cada encuentro con Jesús nos cambia la vida. También cada encuentro con Jesús nos llena de alegría, aquella alegría interior que nos viene. Y así el Señor hace estas cosas maravillosas. El Señor sabe actuar en nuestro corazón cuando nosotros somos valientes y dejamos aparte nuestro cántaro.

Después de la oración mariana el Santo Padre añadió:

Queridos hermanos y hermanas,

Mañana se celebra la Jornada Mundial de la Tuberculosis: recemos por todas las personas afectadas por esta enfermedad, y por todos ellos que en diverso modo les apoyan. 


Viernes y sábado próximos viviremos un momento especial penitencial, llamado “24 horas para el Señor”. Iniciará con la Celebración en la Basílica de San Pedro, el viernes por la tarde, después en la noche algunas iglesias del centro de Roma estarán abiertas para rezar y para las confesiones. Será una fiesta del perdón, que tendrá lugar también en muchas diócesis y parroquias del mundo. 

Y ahora les saludo a todos de corazón, fieles de Roma y peregrinos de tantos países, en particular aquellos de Zagreb y Zadara en Croacia, y de Bocholt en Alemania; el colegio “Capitanio” de Seto_Shi, en Japón, los estudiantes del Illinois (EEUU de America) y aquellos de Ferrol, España.


Saludo a la comunidad del Pontificio Colegio Alemán-Húngaro, los responsables nacionales de la FUCI, los catequistas venidos por el curso de “Arte visual y catequesis”, y los participantes de la convención titulado “En el concebido: el rostro de Jesús”. 

Un saludo a los grupos de fieles de Altamura, Matera, Treviglio, Florencia, Salerno, Venecia, Santa Severina y Verdellino; a los chicos de Cembra y Lavis, y a aquellos de Conversano, a los niños de Vallemare (Pescara); a los scout de Castillo San Pedro; a los estudiantes de Cagliari y de Gioia Tauro; al grupo de chicos de catorce años de Milán. 

Saludo finalmente al Centro de Servicio para el Voluntariado, al círculo ACLI de Masate, a la Asociación Familia Murialdo, de Nápoles; la Policía Municipal di Orvieto.

A todos les deseo un buen domingo y un buen almuerzo. ¡Hasta la vista! 

Comentario al Evangelio por José María Maruri S.J. EL CANTARO



EL CÁNTARO

Por José María Maruri, SJ

1.- Esta escena tiene todo el prosaísmo de un día vulgar, un mediodía cualquiera, y la poesía de un encuentro. Hay dos personas esenciales, Jesús y la samaritana, y un interlocutor, mudo, entre Dios y el hombre: ¡el cántaro!

--un cántaro vulgar, porque es un día más en la vida de la samaritana y porque Dios se hace el encontradizo junto al brocal de un pozo, o de un despacho, o en la clase, o en la barra del bar, o en la cocina porque “también entre los pucheros anda Dios...”

--un cántaro rojizo, como avergonzado de las verdades que las vecinas dicen chismorreando de la samaritana, que huye de esas verdades yendo al pozo cuando no hay chismorreos, que a chismorreos nos suenan las verdades que un amigo sincero nos dice de nuestra conducta, cuando no queremos vernos sinceramente, como la samaritana.

--un cántaro vacío objeto de las iras de su ama cuando lo encuentra sin agua, porque hay que llenarlo constantemente, porque rezuma demasiado, porque no quita la sed, porque parece un secante, que no hay nada que nos satisfaga, ni cinco maridos, ni un amante, que es de la otra agua que necesitamos, agua viva que se hace fuente en el corazón, agua que solo da Dios.

--un cántaro traído y llevado con viveza por esta mujer, de rompe y rasga, que se ríe del judío que le ofrece agua sin tener cubo ni cuerda, para no tener que venir a buscarla, que cuando se ve acorralada saca viejos problemas teológicos del culto a Dios, como último escape antes de abrir los ojos con sinceridad, apela al Mesías que va a venir a aclararlo todo, como si dijera “esperemos que el Mesías lo aclare todo, ¿vale?”


2.- Como anguilas nos escapamos del Señor cuando nos busca para hacernos sinceros, porque Jesús no catequizó a la samaritana para convertirla al judaísmo, la quiso samaritana y sincera consigo misma. Porque el único culto que quiere Dios es en verdad y en espíritu, no de cumplido, no de resabios teológicos, no de críticas a como dan el culto los demás, culto sincero de corazón, anhelando escuchar a Dios, así no habría misa aburrida.


3.- En fin, un cántaro olvidado junto al pozo, porque algo ha roto la monotonía de aquel vulgar día de la samaritana. Dios se ha derramado en su corazón como el agua en la esponja. Y ha sentido que pesar de todo Dios si está con ella y ya no le importan las comidillas de las vecinas y corre a su encuentro a comunicarlas su alegría.


4.- ¿No nos tropezaremos un día con Dios junto al pozo y sentiremos también nosotros que es verdad que a pesar de todo Dios está conmigo? Y allá quedan Jesús y el cántaro junto al pozo. Cansados de tanto ir y venir. El cántaro sin ganas de que lo llenen de nuevo de agua que no quita la sed. Jesús sin apetito ninguno por la alegría de ver a aquella samaritana al fin sincera consigo misma y con Dios

La entrada de los apóstoles en escena es como la de los payasos del circo que no saben ni lo que pasa, ni de qué va, porque el contacto de Dios con el corazón del hombre es demasiado secreto para que nadie de fuera lo comprenda.

Betania

Lecturas para el día de hoy. un abrazo y un buen domingo para todos



DOMINGO III DE CUARESMA
PRIMERA LECTURA
Éxodo: 17, 3-7
Tenemos sed: danos agua para beber.El pueblo tiene sed y murmura de Dios. Pero el Señor, compasivo y misericordioso muestra a Moisés como sacar agua de las piedras. Es el relato de nuestra primera lectura de hoy sacada del capítulo 17 del Libro del Éxodo. Dios socorre al pueblo peregrino por el desierto pero le va a recordar el lugar de la revuelta de la protesta.
En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, fue a protestar contra Moisés, diciéndole: "¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?"
Moisés clamó al Señor y le dijo: "¿Qué puedo hacer con este pueblo? Sólo falta que me apedreen". Respondió el Señor a Moisés: "Preséntate al pueblo, llevando contigo a algunos de los ancianos de Israel, toma en tu mano el cayado con que golpeaste el Nilo y vete. Yo estaré ante ti, sobre la peña, en Horeb. Golpea la peña y saldrá de ella agua para que beba el pueblo".
Así lo hizo Moisés a la vista de los ancianos de Israel y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la rebelión de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo: "¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?" 
Palabra de Dios

SALMO
Del salmo 94El salmo 94 es un reconocimiento del poder del Señor. Los judíos, por ejemplo, lo utilizaban como himno para agasajar al Rey divino, sobre todo en sus versículos 7, 11, a pesar de las ofensas realizadas por el pueblo. Para nosotros tiene su matiz penitencial, propio de este tiempo de Cuaresma. Y así, los versos 8 y 9, los referidos a los días de Meribá y de Masá, han tenido siempre ese sentido penitencial.
R/. Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Vengan, lancemos vivas al Señor,
aclamemos al Dios que nos salva.
Acerquémonos a Él,
llenos de júbilo, y démosle gracias. R/.
Vengan, y puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor,
que nos hizo, pues Él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo;
Él es nuestro pastor
y nosotros, sus ovejas. R/.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice:
"No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto,
cuando sus padres dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras". R/.

SEGUNDA LECTURA
Pablo a los Romanos: 5, 1-2. 5-8
Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo.San Pablo, en la segunda lectura, que es de la carta a los Romanos, condensa con sabiduría esa compasión y misericordia de Dios que llega a entregar a su propio Hijo para que en un momento difícil de la historia el género humano no desaparezca por el pecado. El agua del Horeb es la entrega de Jesucristo.
Hermanos: Ya que hemos sido justificados por la fe, mantengámonos en paz con Dios, por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por Él hemos obtenido, con la fe, la entrada al mundo de la gracia, en el cual nos encontramos; por Él, podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios.
La esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que Él mismo nos ha dado. En efecto, cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado.
Difícilmente habrá alguien que quiera morir por un justo, aunque puede haber alguno que esté dispuesto a morir por una persona sumamente buena. Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos pecadores. 
Palabra de Dios

EVANGELIO
San Juan: 4, 5-42
Un manantial capaz de dar la vida eterna.El texto evangélico de hoy es largo y muy bello. San Juan narra la escena magnifica entre Jesús y la samaritana, en la que esta mujer va saliendo de su asombro por lo que le dice el Señor y se convierte, asume con sinceridad y honradez su turbulenta vida pasada. Y además Jesús de Nazaret le ofrece la salvación por el culto a verdad y en espíritu de verdadero Dios. Debemos escuchar con mucha atención el evangelio de hoy que además de una gran belleza literaria tiene un profundo significado en cuanto a la salvación eterna
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José. Ahí estaba el pozo de Jacob. Jesús, que venía cansado del camino, se sentó sin más en el brocal del pozo. Era cerca del mediodía. Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dijo: "Dame de beber". (Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana le contestó: "¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?" (Porque los judíos no tratan a los samaritanos). Jesús le dijo: "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva".
La mujer le respondió: "Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿cómo vas a darme agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del que bebieron él, sus hijos y sus ganados?" Jesús le contestó: "El que bebe de esta agua vuelve a tener sed. Pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna".
La mujer le dijo: "Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni tenga que venir hasta aquí a sacarla". Él le dijo: "Ve a llamar a tu marido y vuelve". La mujer le contestó: "No tengo marido". Jesús le dijo: "Tienes razón en decir: 'No tengo marido'. Has tenido cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad".
La mujer le dijo: "Señor, ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte y ustedes dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén". Jesús le dijo: "Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos. Porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, y ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad". La mujer le dijo: "Ya sé que va a venir el Mesías (es decir, Cristo). Cuando venga, Él nos dará razón de todo". Jesús le dijo: "Soy yo, el que habla contigo".
En esto llegaron los discípulos y se sorprendieron de que estuviera conversando con una mujer; sin embargo, ninguno le dijo: ‘¿Qué le preguntas o de qué hablas con ella?' Entonces la mujer dejó su cántaro, se fue al pueblo y comenzó a decir a la gente: "Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Mesías?" Salieron del pueblo y se pusieron en camino hacia donde Él estaba.
Mientras tanto, sus discípulos le insistían: "Maestro, come". Él les dijo: "Yo tengo por comida un alimento que ustedes no conocen". Los discípulos comentaban entre sí: "¿Le habrá traído alguien de comer?" Jesús les dijo: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿Acaso no dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la siega? Pues bien, yo les digo: Levanten los ojos y contemplen los campos, que ya están dorados para la siega. Ya el segador recibe su jornal y almacena frutos para la vida eterna. De este modo se alegran por igual el sembrador y el segador. Aquí se cumple el dicho: 'Uno es el que siembra y otro el que cosecha'. Yo los envié a cosechar lo que no habían trabajado. Otros trabajaron y ustedes recogieron su fruto".
Muchos samaritanos de aquel poblado creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer: 'Me dijo todo lo que he hecho'. Cuando los samaritanos llegaron a donde Él estaba, le rogaban que se quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron en Él al oír su palabra. Y decían a la mujer: "Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que Él es, de veras, el Salvador del mundo".
Palabra del Señor