miércoles, 19 de marzo de 2014

JESUITAS: Lamet: "Quién iba a decir que doscientos años después habría un Papa jesuita"


El sacerdote denuncia que la historia ha olvidado la expulsión de 5.400 miembros de la Compañía de Jesús y la disolución de la orden


"Usted debería llamarse Clemente XV para vengarse de Clemente XIV". Se lo dijo un cardenal en Roma a Francisco, el primer papa jesuita de la historia, en referencia al pontífice que promulgó la disolución de la Compañía de Jesús. Otro jesuita, el padre Pedro Miguel Lamet, concluyó ayer en Oviedo con esta anécdota una conferencia histórica sobre los hechos que rodearon la expulsión de los jesuitas. Y es que, a pesar de que la Compañía fundada por el español San Ignacio de Loyola en 1540 está en alza, con la llegada de Francisco al Vaticano, la suerte no siempre estuvo de su lado. Todo lo contrario. Durante más de cuarenta años y hasta su restauración en 1814, los jesuitas malvivieron en el olvido. "Quién nos iba a decir que doscientos años después saldría un Papa jesuita", ironizó Lamet.
Jesuitas de todo el mundo han programado una serie de actos para conmemorar los dos siglos de la restauración de la Compañía de Jesús. La conferencia del padre Lamet, en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, fue el primero de los actos organizados en Asturias. Si ayer se analizaron los hechos que propiciaron la supresión, mañana el jesuita Alfredo Verdoy hablará de la restauración de la compañía, a las siete y media, en el Auditorio Príncipe Felipe. Arroparon a Pedro Miguel Lamet en el acto el director del Colegio San Ignacio de Oviedo Luis Ordóñez, el padre Martín Vicente y José María Cabezudo, coordinador de la Red Ignaciana de Asturias.
Para Lamet -que se centró sobre todo en la expulsión de los 5.400 jesuitas españoles- fueron varios los hechos que influyeron en la decisión del monarca Carlos III. Pero sobre todo, fue su poder lo que los condenó. "Los jesuitas llegaron a tener tal importancia que eran un problema. Por ejemplo, los únicos matemáticos que había en España eran ellos", explicó. Otro lastre fue su teoría del tiranicidio. "Defendían que era lícito matar a un rey si era un tirano. De ahí, se comenzó a extender la teoría de que los jesuitas querían matar al rey", indicó el padre Lamet. Aunque el conferenciante se centró ayer en los acontecimientos históricos, él es autor de un libro, "El último jesuita", que novela estos acontecimientos.
Uno por uno, Lamet fue describiendo a los personajes que de alguna manera influyeron en la decisión de Carlos III, desde su confesor Fray Alpargatilla -Joaquín de Eleta- hasta el conde de Floridablanca, a quien calificó como "el verdadero autor de la supresión de la compañía". Al final, el monarca dictó la orden de expulsión sin esgrimir razones: "Jamás se atrevió a dar una razón, quizás por miedo", dijo.
Sin embargo, de todo aquello, una de las cosas que más molesta a los jesuitas reunidos ayer en el Club es que la historia lo haya olvidado. "No fue una expulsión como la de los judíos o la de los moriscos, pero ha sido prácticamente ignorada por la historia", manifestó. Al hilo de esta reflexión, Martín Vicente expuso: "No tendríamos perdón de Dios si dejáramos pasar esta fecha. Se lo debemos a todos aquellos jesuitas que fueron capaces de emerger la compañía. Tenemos que ser agradecidos y no dejar que pase desapercibido". Por su parte, José María Cabezudo describió la obra de documentación del padre Pedro Miguel Lamet como un homenaje "a la tragedia humana por el real ánimo del cobarde Carlos III".
La Nueva España

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