Lucas 6,39-42.
Jesús les puso esta comparación: “¿Acaso puede un ciego servir de guía a otro ciego? ¿No caerán los dos en algún hoyo? Ningún discípulo es más que su maestro: cuando termine sus estudios llegará a ser como su maestro.
¿Por qué te pones a mirar la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no te fijas en el tronco que tienes en el tuyo? Y si no te das cuenta del tronco que tienes en tu propio ojo, ¿cómo te atreves a decir a tu hermano: ‘Hermano, déjame sacarte la astilla que tienes en el ojo’? ¡Hipócrita!, saca primero el tronco de tu propio ojo, y así podrás ver bien para sacar la astilla que tiene tu hermano en el suyo.
¿Por qué te pones a mirar la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no te fijas en el tronco que tienes en el tuyo? Y si no te das cuenta del tronco que tienes en tu propio ojo, ¿cómo te atreves a decir a tu hermano: ‘Hermano, déjame sacarte la astilla que tienes en el ojo’? ¡Hipócrita!, saca primero el tronco de tu propio ojo, y así podrás ver bien para sacar la astilla que tiene tu hermano en el suyo.
Contemplo a mi alrededor, …
a mi familia, …
a mis amigos, …
en mi comunidad, …
trabajo o estudios …
¿Qué situaciones encuentro criticables en algunos de ellos? …
las pongo en una lista desde las primeras que me llegan, en el mismo orden …
observo sus acciones que no me parecen …
¿No me ha pasado antes algo parecido a mi? …
¿aunque sea de modo distinto, en el fondo, ¿no me ha pasado también a mi? …
Pido perdón por aquello. …
Me pongo en las manos misericordiosas del Señor, piso su perdón para mi y para ellos.
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