Masivo y emotivo traslado de restos mortales del Padre Esteban Gumucio ss.cc., desde el Cementerio Católico a memorial ubicado en la Parroquia San Pedro y San Pablo, en la comuna de La Granja. Cardenal Francisco Javier Errázuriz señaló que el religioso fue un auténtico discípulo misionero de Jesucristo.
Los vecinos de la comuna de La Granja salieron en masa a las calles por donde pasó la carroza que trasladaba los restos mortales del padre Esteban Gumucio Vives ss.cc., en la tarde del sábado 27 de septiembre. El recorrido se inició en el Cementerio Católico y pasada las tres de la tarde llegó a Avenida Departamental con Vecinal, donde fue recibido por los fieles de la parroquia Damián de Molokai.
Pañuelos al aire, aplausos, cantos, oraciones y muchos vivas al Tata Esteban, al padre Esteban, acompañaron el recorrido hasta su llegada a las esquinas Esteban Gumucio con Avenida Cardenal Raúl Silva Henríquez, frente a la parroquia que en 1964 fundara el recordado religioso de los Sagrados Corazones. Ahí lo esperaban centenares de personas, entre los que se encontraban vecinos, miembros de comunidades cristianas de base, familiares y autoridades comunales, encabezadas por el Alcalde Claudio Arriagada.
En ese lugar, el Padre Enrique Moreno Laval ss.cc., recordó el testimonio de vida y la obra pastoral, social y literaria de este pastor ejemplar. Junto a las palabras del sacerdote se recordaron las hermosas canciones escritas por él y que interpretaron el grupo Los Perales, entre otros conjuntos y artistas invitados. Luego del acto cultural, se celebró la Santa Misa que presidió el Cardenal Francisco Javier Errázuriz y que fue concelebrada por el Arzobispo de la Serena, Monseñor Manuel Donoso; el Vicario de la Zona Sur, Pbro. Cristián Precht; el Superior Provincial de la Congregación de los Sagrados Corazones, el párroco de San Pedro y San Pablo, y más de veinte sacerdotes.
Fijos los ojos en el Señor
“Nosotros podríamos decirle a los niños y a los jóvenes de hoy que nos hemos reunido a recordar la vida y la presencia de un sacerdote que creció en amor y cercanía a Jesús, hasta vivir fijos los ojos en el Señor”, comenzó señalando el Cardenal Errázuriz en su homilía, en la cual destacó la figura del Padre Esteban Gumucio como un pastor que vivió el Evangelio en plenitud, “que se dejó moldear por el Señor hasta convertirse en un signo del buen pastor entre nosotros”.
“El Padre Esteban era un varón enamorado de Jesús, un santo varón que quiso entregar su vida hasta el último momento celebrando la Santa Misa sentado junto al altar de esta parroquia”, señaló el Arzobispo de Santiago. Luego recordó su extensa obra como sacerdote, formador de su congregación, impulsor de los Encuentros Matrimoniales, autor de canciones que hasta hoy se interpretan en las celebraciones religiosas, y de numerosos poemas.
“No puedo ocultar mi asombro ante tanta creatividad y fecundidad apostólica realizada desde una tremenda humildad, desde un auténtico discípulo misionero. ¿Qué haría hoy el padre Esteban? ¿Cuál sería el fruto creativo de su seguimiento del Señor? ¿Cuáles serían sus cantos y sus poemas? No podemos dejar de hacernos estas preguntas, porque hoy como ayer, y más que ayer, estamos en las puertas de una Misión Continental. Hoy más que ayer sabemos que tenemos que cantar y contar los Santos Evangelios en las lenguas en que los jóvenes puedan comprenderlos y amarlos. Hoy como ayer y más que ayer necesitamos de iniciativa que toquen el corazón de los cónyuges y sus queridas familias, y necesitamos discípulos misioneros que se pongan al servicio del Señor para que nuestro pueblo en Él tenga vida. Y el padre Esteban fue maestro en asumir, desde su encuentro vivo con Cristo, esta y otras realidades de manera creativa, humilde, sencilla y perseverante”, destacó el Cardenal Errázuriz en su homilía. Y agregó: “El padre Esteban, como buen poeta, era un hombre con alma de artista, dotado de una profunda sensibilidad que le hacía percibir los dolores y las alegrías de la gente. Tenía el don de escucha profunda y una gran empatía. Le tocó vivir muchas horas de dolor, como le tocaron a sus hermanos sacerdotes y a la gente con quien compartía con alma de vecino. En las horas de dolor de nuestra patria, sus oraciones y sus versos se tornaron apremiante y dejaron escapar su ira, ira que pueden tener los santos. No es santo el que no se puede rebelar frente a la injusticia, no es santo el que no puede sentir ira por determinadas situaciones insoportables. Hay que entender bien lo que es la santidad en el seguimiento de Cristo. En el Padre Esteban se notaba esa indignación, pero siempre al lado de Jesús. Y por eso no pierde la esperanza porque tiene fe en que detrás de la bruma el sol espera, y que en esta noche oscura duermen las estrellas. En verdad si sólo hubiese dado curso a su sensibilidad, habría podido ser depresivo y poco expresivo; sin embargo, en todo momento de su vida, y aquí esta su santidad, buscó el encuentro vivo y personal con Jesús, su amigo, su maestro, su Señor, e invocó a la Santísima Virgen con nombres tan expresivos como madre de los cansados o señora de los pañales, y tantos otros, que sólo muestran que su alma delicada vibraba al unísono con el alma de la Madre del Señor”.
“Hoy venimos a poner en la tierra la semilla de un gran sembrador, esperando que el Señor la haga fructificar para bien del pueblo cristiano. Lo hacemos con esperanza, y con la intuición de que nos encontramos ante un auténtico bienaventurado. Esa palabra se la dejamos con cariño a Dios y a su querida Iglesia”, terminó señalando el cardenal Errázuriz en su homilía.
En su nueva tumba
Una vez concluida la Misa, se procedió a colocar los restos mortales del padre Esteban en su nueva tumba, en un memorial construido en el patio de la parroquia San Pedro y San Pablo. La noche y el frío que se dejaron caer no impidieron que centenares de personas esperaran su turno para pasar por un instante por la tumba de su querido Padre Esteban. Lo hacían con mucha devoción y recogimiento.
- Texto completo de la Homilía del Cardenal Errázuriz
Fuente: DOP Santiago - http://www.iglesiadesantiago.cl/
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