RD/Agencias)El cura católico más mediático de Argentina, Julio César Grassi, fue condenado este miércoles a 15 años de prisión por haber abusado sexualmente en 1996 de un adolescente que estaba bajo su tutela en el hogar 'Felices los Niños', para huérfanos y chicos de la calle.
El Tribunal Oral en lo Criminal 1 de Morón, de las afueras de Buenos Aires, decidió, sin embargo, que Grassi no vaya a prisión hasta que la sentencia se haga firme por un tribunal de Casación, aunque en ese período el sacerdote no podrá ni salir de Argentina ni contactar con menores.
El religioso también tendrá la obligación de presentarse una vez al mes ante el tribunal, según el fallo, que se dio a conocer tras nueve meses de juicio oral por el que pasaron 130 testigos.
Tres casos de abuso sexual y corrupción de menores
La Fiscalía había pedido 30 años de prisión para Grassi, siete menos que lo solicitado por la acusación particular, mientras que la defensa solicitó su absolución por considerar que no había pruebas de las acusaciones.
Grassi había sido acusado por tres casos de abuso sexual y corrupción de menores, de los que sólo uno fue dado por probado por el tribunal.
La lectura de la sentencia fue seguida, entre otros, por el secretario argentino de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, y por grupos que se manifestaron a favor y en contra del sacerdote en la puerta de la sede de los tribunales de Morón.
Descontentos con la condena
"El fallo es injusto. O soy bueno o soy malo. Acá se declaró un empate, pero el empate no va. Se quiso hacer algo salomónico, pero es una injusticia", declaró el sacerdote en la sala tras conocer el fallo.
"Lo único que hacen es ensuciarme, no hay prueba que acredite la condena. Siento vergüenza por cómo se ha llevado esto", dijo Grassi al salir del tribunal.
El fiscal Alejandro Varela consideró que la condena "es mucho mejor que nada", aunque se manifestó en desacuerdo con el hecho de que Grassi no haya sido enviado inmediatamente a prisión. La defensa del sacerdote anunció que apelará el fallo judicial, lo mismo que la acusación particular.
Más de 9 meses de proceso y 130 testigos
Grassi, de 52 años, gozó de gran popularidad en los años 90 cuando gracias a sus contactos políticos creó la Fundación Felices Los Niños, que logró crear unos 50 hogares con más de 6.000 jóvenes pobres y con el tiempo se convirtió en una de las obras benéficas que más dinero manejó en Argentina.
La causa que le llevó al banquillo comenzó en octubre de 2002, cuando un canal de televisión local emitió varios informes en los que tres menores acusaban de abusos a quien se hiciera llamar "padre de los que no tienen padre".
El juicio oral, pero no público, se prolongó durante nueve meses y, además de los 130 testigos, declararon psiquiatras y psicólogos que analizaron los casos de Ezequiel, Gabriel y Luis, los tres nombres con los que han sido identificados los denunciantes.
Sin análisis físicos ni pruebas genéticas
Estos jóvenes tenían 9, 13 y 17 años cuando fueron víctimas de las supuestas violaciones del sacerdote, a cuyo cargo vivían en la Fundación Felices Los Niños.
Al margen de las declaraciones de los testigos y de los peritos, que apoyaron los testimonios de los tres jóvenes, durante el proceso no se hicieron análisis físicos que acreditaran las declaraciones de los denunciantes ni tampoco pruebas genéticas.
En octubre pasado Grassi fue sometido a un análisis para confirmar las descripciones que uno de los denunciantes hizo del religioso.
"Nos queda el consuelo de que fue condenado"
El caso ha dividido a la opinión pública argentina, que atacó y defendió al sacerdote salesiano casi en idéntica proporción, según los sondeos. La titular de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, opinó que la sentencia era "fuerte pero no clara", y subrayó que la pena habría sido mayor si Grassi fuera "una persona común".
"Al menos nos queda el consuelo de que fue condenado", dijo Carlotto, que también preside el Comité Argentino de Seguimiento de la Convención Internacional de Derechos de los Niños, querellante en el proceso.
La Iglesia católica argentina tuvo en los últimos cinco años otros dos casos de sacerdotes condenados por abuso de menores. El primero de ellos fue Luis Sierra, condenado en noviembre de 2004 a ocho años de prisión por abusar sexualmente de tres monaguillos en un colegio religioso de las afueras de Buenos Aires.
Tres años después, el sacerdote Mario Napoleón Sasso fue sentenciado a 17 años de cárcel por el abuso de un grupo de niñas de entre 11 y 14 años que acudían a un comedor comunitario bonaerense.
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