jueves, 19 de marzo de 2009

El Evangelio del día de hoy


Lucas 2. 41- 51

Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Y así, cuando Jesús cumplió doce años, fueron allá todos ellos, como era costumbre en esa fiesta. Pero pasados aquellos días, cuando volvían a casa, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres se dieran cuenta. Pensando que Jesús iba entre la gente, hicieron un día de camino; pero luego, al buscarlo entre los parientes y conocidos, no lo encontraron. Así que regresaron a Jerusalén para buscarlo allí.
Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando sus padres lo vieron, se sorprendieron; y su madre le dijo:
—Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia.
Jesús les contestó:
—¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?
Pero ellos no entendieron lo que les decía.
Entonces volvió con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndolos en todo. Su madre guardaba todo esto en su corazón.


Contemplo la escena …


Observo la angustia de María y José …



¿Cuándo he sentido la necesidad de dedicarme más a las cosas de Dios? …


¿Quiénes se han angustiado por eso? …


¿cómo compatibilizar ambas cosas? …


¿Cómo vivir en Nazaret y en Jerusalén? …


¿Cómo integro fe y vida? …


¿Cómo puedo lograr que las cosas de Dios sean las cosas cotidianas, desde mi vida habitual, en la casa, en el trabajo, en el barrio, en la comunidad, en los estudios.

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