domingo, 22 de marzo de 2009

El Evangelio de hoy


Juan 3:14-21
Jesús dijo a Nicodemo: "Recuerden la serpiente que Moisés hizo levantar en el desierto: así también tiene que ser levantado el Hijo del Hombre, y entonces todo el que crea en él tendrá por él vida eterna. ¡Así amó Dios al mundo! Le dio al Hijo Unico, para que quien cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió al Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que se salve el mundo gracias a él. Para quien cree en él no hay juicio. En cambio, el que no cree ya se ha condenado, por el hecho de no creer en el Nombre del Hijo único de Dios. Esto requiere un juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Pues el que obra el mal odia la luz y no va a la luz, no sea que sus obras malas sean descubiertas y condenadas. Pero el que hace la verdad va a la luz, para que se vea que sus obras han sido hechas en Dios".
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

El destello divino, o su Presencia, está en cada uno, y es llamado la luz de Dios.
La oración es el momento para que "encendamos" esa luz, y permitirnos captar esa luz que nos llena de amor, perdón y sanación.
La luz de Dios alcanza a los que nos acompañan, y es a través de los hombres y la mujeres de Dios que su Luz brilla en el mundo.
La oración nos permite estar conscientes de esa Luz, recibida y entregada.
Espacio Sagrado

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