miércoles, 26 de noviembre de 2008

Mons. Figaredo y su misión en Camboya

Mons. Enrique Figaredo SJ concedió entrevista en la edición semanal de El País de Madrid del día 26 de octubre 2008. Mons. Figaredo es asturiano de Somió (Gijón), de 50 años; jesuita desde los 20, y obispo de la Prefectura Apostólica de Battambang, en Camboya.

En este país asiático lleva casi la mitad de su vida, ahora en una zona al norte, cercana a ese arrabal de frontera con Tailandia llamado Poipet, que es nombre asociado a la cuna de Pol Pot, el dictador, y sus jemeres rojos. La guerra civil corrompió la sociedad y acabó con dos millones de personas entre 1968 y 1998, subrayó Mons. Figaredo.

Habló de las minas y artefactos no explotados (UXO), que ya van por el millón desenterrados y que matan y mutilan cada día en bosques, arrozales y caminos. Poipet es infierno en la Tierra (hay otros, y siempre en el borde entre dos mundos: esa herida de la que hablaba el vasco Pedro Arrupe, superior y renovador último de la Orden); un lugar sin ley donde se mezclan ricos y pobres, hombres libres y niños esclavos que sus propios padres venden por falta de alimento; mercenarios y contrabandistas de drogas y madera ilegal; japoneses y tailandeses -son mayoría-, que juegan a la ruleta por la mañana en los múltiples casinos de lujo levantados en la tierra de nadie entre los dos Estados y se acercan a los burdeles en busca de niñas vírgenes por la tarde.


Porque dan suerte, creen ellos.

En ese mundo deteriorado, cerca de esa frontera, se encuentra el Centro Arrupe, que Figaredo fundó en 2000. Es como un oasis de paz, esperanza y educación en el casco urbano de Battambang (la ciudad del cetro perdido), financiado, entre otros, por Caritas, Entreculturas, Manos Unidas o la Asociación Española de Cooperación Internacional (AECI). "Es un centro de acogida para niños sin posibilidades, pobres, discapacitados o huérfanos a los que no podemos sacar adelante en sus aldeas. Y lo fundamental no son tanto los chavales que ya están en el centro, sino lo exterior, el equipo que va al campo, que visita los pueblos: construimos sillas de ruedas, escuelas, caminos, pozos, puentes, viviendas, iglesias... Y de ahí proceden muchos de los que están aquí, mírales...", dice señalando al ventanal. Al otro lado se ve a algunos de los 70 niños, todos bailarines o músicos, que forman el grupo de danzas jemeres. Están en Madrid dentro de una gira por diez ciudades impulsada por el Programa de Cooperación Internacional de la Fundación La Caixa. De los chavales se ocupan en todo momento amigos y familiares de Figaredo; voluntarios que arriman el hombre aquí y allá, todos canalizados a través de la ONG familiar Sauce... "Sí, Camboya está muy presente entre los míos. Tengo incluso un sobrino casado con camboyana. Y a través de la ONG todos están vinculados, ayudan económicamente, los antiguos voluntarios filtran a los nuevos... Han pasado ya más de cien por Battambang", agregó Mons. Figaredo.


Si quiere leer la entrevista entera, hacer click aquí EntrevistaENRIQUEFIGAREDOSJ.doc .
Fuente: http://www.elpais.com/articulo/portada/Hoy/piensa/creer/Dios/tontos/elpepusoceps/20081026elpepspor_4/Tes

1 comentario:

Anónimo dijo...

CRITICAMOS EN EXCESO A LA IGLESIA CATOLICA.
No la Concemos.
Múltiple y variada en sus manifestaciones, ópticas, vocaciones, servicios, tan discímiles (y en el fondo tan Idénticas) como EL HOGAR DEL BUEN SAMARITANO en Curicó, y éstos Centros de Monseñor Figaredo entre Laos y Camboya, que es un apostolado para cristianos de verdad, muy hombres, al filo de la
Muerte.
Está bien que "los señores curas"
tengan mucho dinero, que no sean treinta monedas de plata, sino treinta mil.
Me queda claro. No es cuestión de dinero: ES POR AMOR.
Aquí hacia falta el Evangelio.
Gracias.