RD/Efe).-El obispo auxiliar de Buenos Aires, Enrique Eguía Seguí, ha denunciado que en Argentina la corrupción "está a estas alturas institucionalizada".Eguía Seguí, que es también secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina, hizo estas declaraciones en una entrevista que publica hoy Radio Vaticano.
El prelado se encuentra en Roma junto a otros obispos argentinos en "visita ad limina apostolorum", la que están obligados a efectuar al Papa todos los prelados del mundo cada cinco años.
La visita de los obispos argentinos se prolongará hasta el próximo día 30 de marzo."Argentina viene de una crisis muy profunda que ha durado siete años y hoy la gran preocupación de la Iglesia es como colocarse frente a la nueva crisis que afecta al país", dijo el obispo.
Eguía Seguí añadió que la crisis que afecta a Argentina no es solo económica, sino "fundamentalmente moral".
A este respecto precisó: "este es un gran desafío, ya que la corrupción en Argentina está a estas alturas institucionalizada, parece prevalecer una cultura, según la cual se puede ir solo adelante con este sistema".
Según el prelado, en esta situación los que sufren más son "los más pobres y los excluidos" y, por ello, la Iglesia pretende ayudar a reconstruir las bases de un sistema democrático, "es decir, el respeto de la autonomía de los tres poderes del estado, el legislativo, el ejecutivo y el judicial"."Consideramos que los elementos fundamentales de la vida democrática están faltando a causas de la confusión de los papeles y de los poderes. Lo que predicamos es la reconstrucción de una verdadera democracia representativa", afirmó.
El obispo auxiliar de Buenos Aires dijo también que en su país falta la presencia de fieles laicos formados en la Universidad y en las escuelas "cuya acción tenga una efectiva incidencia en la construcción de la vida política y social de nuestro país".
Eguía Seguí reconoció que en su país existe una opinión pública "muy crítica" con la Iglesia, pero dijo que "los círculos que gestionan los medios de comunicación, los grupos de presión, no representan el punto de vista de la gente", que es otro, aseguró
1 comentario:
Efectivamente la sociedad neoliberal entrega modelos confusos y ambivalentes a la juventud, que tiende a imitar conductas agresivas o disfuncionales.
Se endiosa la teologia de la liberación, lo mismo que la antipsiquiatria, y la contracultura, con lo cual se dan la mano con el pensamiento ultraconservador, que espera que del caos y del azar fractal
(que serian solo aparentes) emerga espontáneamente un "nuevo orden".
Efectivamente el Patriarcado entronizó modelos rígidos y en extremo autoritarios, pero hoy es cuando la balanza gira a su antítesis.
Deberiamos comprender el carácter metáforico, y no literal, de muchos textos Bíblicos, pero también lo que es práctico y real,
como que "no sólo de Pan vive el hombre", también de sueños y esperanzas, templadas de una ética básica, que es común a diversas religiones, y de aqui la necesidad de un Ecumenismo Universal.
Dios no es un "padre misericordioso y justo" en el sentido de negar la metáfora de la Madre Divina, tan esencial a las culturas pre-griegas. Una metáfora asi no es puramente Antropocéntrica, sino que sigue muy bien la esencia de la naturaleza humana, lo que la UNE con el todo, naturaleza o Tao.
Pero si cada cual busca favorecer solo el interés pecuniario y egoísta, o el interés puramente sectorial, en la práctica negamos que Dios (nuestro Ideal) sea el bien común.
Terminamos viviendo "a costillas" de los más débiles, los no-nacidos, los desechos de la violencia del sistema, tanto si comulgamos formalmente como si no.
Porque si fomentamos la corrupción de las costumbres, aumentamos las contradicciones del sistema, su violencia institucional,
que de cada crimen y de cada traición hace distintos negocios, con detrimento invariable de los que mas sufren.
Lo mas grave es declararnos libres de culpa, de no usar dinero, de no vivir del Orden Sacrificial.
La Iglesia se ha mostrado ciega a las nuevas aperturas teológicas que pueden mostar esto con toda claridad.
Pero caemos en el juego de negar aspectos esenciales del Cristianismo (como el perdón de las ofensas, o la oración) a pretexto de otros errores. Un error previo se usa como exusa para los consecuentes.
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