Mateo 7. 7-12
“Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama a la puerta, se le abre.
“¿Acaso alguno de ustedes sería capaz de darle a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿O de darle una culebra cuando le pide un pescado? Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a quienes se las pidan!
“Así pues, hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes; porque en eso se resumen la ley y los profetas.
“¿Acaso alguno de ustedes sería capaz de darle a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿O de darle una culebra cuando le pide un pescado? Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a quienes se las pidan!
“Así pues, hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes; porque en eso se resumen la ley y los profetas.
¿Qué le pido hoy al Señor? …
¿Qué es lo que más busco? …
¿qué puertas toco con esperanza? . …
Contemplo a mis seres más cercanos, familiares, amigos, hermanos …
¿qué me piden? …
¿qué buscan en mí? …
¿para qué golpean mi puerta? …
¿Cómo responderles?
Le pido al Señor me ayude a ser como El, compasivo, generoso, amoroso con quienes me rodean.
1 comentario:
La Idea de Dios como Sumo Bien es ubicua, pertenece al verbo humanidad. A todos.
Nadie, ninguna Institución, puede apropiarse de los bienes que vienen de lo alto del cielo, y de lo profundo del alma humana.
"Que nadie los mueva a engaño"
decia el Divino Maestro en muchas de sus parábolas.
Los verdaderos sacramentos son un don de Dios que se da a todos en la santificación comunitaria de la vida.
Si amamos la verdad, esa misma verdad nos hará libres, pero si somos esclavos de la letra, si pensamos que el Verbo Divino está prisionero en el pan de la exclusión, y en el vino de la ignominia del sectarismo, nos hacemos complices del fariseísmo que condena a los débiles y absuelve a los poderosos, y a los que se humillan en la adulación.
Abramos la mente y corazón al perdón y la gracia que Dios nos trae, no a través de rituales de oropeles vacios, sino más bien en la comunión del compartir generosamente con nuestro prójimo.
Leamos a Kalil Jibrán, démonos tiempo para amar y jugar con nuestros hijos o nietos, demosle una oportunidad a ese Sumo Bien que habla de diversas maneras, y se hace presente en una multiplicidad de formas.
Tengamos verdadera fé, fe viva, no en la letra que mata, sino en el espíritu de amor que libera de las cadenas del pecado institucionalizado.
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