domingo, 17 de febrero de 2008

Homilía del Evagelio de hoy: ¡LEVANTAOS, NO TEMÁIS!

Por José María Maruri, SJ

1.- A derecha e izquierda de nuestras autovías de nuevo cuño se ven los estratos ondulantes de una tierra que han tenido que cortar para hacer la autopista y piensa uno en las convulsiones de la tierra para ondular esos estratos. Os imagináis las convulsiones de parto que han producido la Sierra de Guadarrama, o los Pirineos o los Andes. Y de esas convulsiones nacieron preciosos montes y valles.

Todo en principio es doloroso. Todo tiene su tiempo de gestación. Hay siempre un preludio de muerte para llegar a al vida. La semilla se pudre para formar la dorada espiga. El gusano muere para dar vida a la mariposa. Y un niño nace después de nueve meses de molestias para su madre.

Un nuevo negocio, un nuevo puesto de trabajo, una nueva vida de casados o de religiosos… todo exige trabajo y esfuerzo para llegar a la plenitud de la vida.


2.- Jesús, unos días antes de la escena que narra el evangelio de hoy, ha comunicado a sus discípulos que también ese principio de muerte y vida se cumplirá en él y en todos los que quieran seguirle tomando su cruz cada día (señal de muerte) para llegar a la plenitud de la vida

Los discípulos no le entienden, no le quieren entender… como nosotros. Y Jesús tiene la necesidad de convocar testigos fidedignos, Moisés y Elías, y sobre todo Dios, que corroboren su afirmación. El monte, la nube, el resplandor, la voz… todos son símbolos del Dios veraz que viene a corroborar la veracidad de la afirmación de Jesús, que por la muerte se llega a la vida.


3.- “Escuchadle” dice la voz y es que cuando no entendemos a Dios –y es las más de las veces—le abrumamos con nuestra palabrería. Como Pedro. “que bien se está aquí, que hagamos tres tiendas una será para Jesús y otra para Elías y otra para Moisés”. Todo menos escuchar a Dios.

Pero por eso Dios insiste: “Escuchadle, creedle, que por la muerte se va a la vida, que la muerte no es fin, sino paso para la verdadera vida”.


4.- Hay en el evangelio de hoy un “Levantaos, no temáis…” que recuerda a otro “Levantaos, vamos…” que dice Jesús a los mismos tres discípulos en el Huerto de los Olivos, en gloria o en dolor: “Levantaos, vamos”, con decisión.

También Abraham le dijo el Señor: “Levántate, sal de tu tierra, no te instales, y no le deja establecer su tienda de campaña junto a la de su padre en algún oasis del desierto, para gozar de hijos y nietos.


5.- Sal, muévete. Levantaos, vamos. Y contra este “Levantaos” está nuestro “hagamos tres tiendas”. Levantaos porque la vida es movimiento, porque no se llega al término del camino sin andar el camino, aunque el camino sea el camino del Calvario que se desemboca en resurrección.

Levantaos, no temáis. No temáis al misterio de la muerte y del dolor que no son fin sino paso.

**no temáis a un Dios que puede parecer poco amigo, más que Padre, pero que aun a través de la muerte nos conduce a la vida.

**no temáis a un Dios paradójico que llama Predilecto a su Hijo Jesús, al que conduce al camino del Calvario, aunque el camino no acabe allí.

**no temáis a un Dios que es un sí total al hombre y a la vida; y que está cien por cien con quien sufre

**un Dios que camina hombro con hombro con nosotros y que en los momentos difíciles nos lleva en brazos para que las espinas del camino no se claven en nuestros sino en los suyos…

Levantaos, no temáis.

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