QUEREMOS SER PODEROSOS COMO DIOSECILLOS
Por José María Maruri, SJ
1.- Yo creo que aquel Espíritu que se llevó a Jesús al desierto quiso llevarse al mismo tiempo a todos nosotros… para ver si los que sucumbimos a la tentación en el maravilloso entorno del jardín del Paraíso sabemos encontrar en la austeridad y en el silencio del desierto lo que perdimos en el Edén. En el Paraíso nos perdimos por querer ser poderosos como diosecillos y en la vida ordinaria de nuestro desierto seguimos luchando contra la misma tentación.
2.- Eso de convertir el pan en las piedras no es una tentación tan sencilla como la que siente el niño glotón, pegada la frente al escaparate de “Mallorca” (**), ni es decirle a Jesús: “ya que tienes hambre cómete este bocadillo de jamón, aunque sea viernes de Cuaresma” “Me buscáis porque habéis comido hasta saciaros”, dirá Jesús a las turbas que le querían hacer rey, y lo decía con desilusión.
Allí conoció la tentación que hoy se llama de pesebrismo y que se ha dado siempre en los campos políticos y religiosos: tener agarrado al pueblo por la boca como el pez. Dostoyevski diría: “Correrá la humanidad detrás de Ti como rebaño agradecido y dócil, siempre temblando no sea que les dejes sin pan”. Seguirán a Dios pero nunca por amor.
¡Cuantos gobernantes y Príncipes de la Iglesia han manipulado al pobre para ganar su adhesión! Dar de comer al hambriento, si, pero como lo hizo la Madre Teresa, que no bautizaba a los moribundos sino en su cariño y en su amor. La Palabra de Dios no admite que al hombre, sea quien sea, investido de la dignidad de hijo de Dios, se le eche un mendrugo para atarlo con una cadena a su dueño.
3.- Hoy priva la eficacia, hasta en el proceso tan natural de que la gallina ponga un huevo se ha metido la eficacia y mientras el gallo kikirikea a la alborada cada seis horas, la gallina pone varios huevos al día.
La eficacia del Reino nos dice el Señor que lleva consigo las lentitudes del amor, la semilla lentamente da el fruto, el grano de mostaza al cabo de años produce un árbol y el pellizquito de levadura al fin fermenta la masa.
El milagrerismo es el consejo de Satanás. Jesús va a predicar tres años y al fin ni sus discípulos le habrán entendido. Unos cuantos fuegos artificiales, unas vueltas al sol girando, voces de ángeles o santos marcando el camino. Milagritos de tomo y lomo. Es lo que se necesita.
El Señor hizo milagros a favor de los necesitados, signos de la llegada del nuevo Reino y, con todo, Jesús sabe que no se cree por milagros, sino en contra de los milagros. Un solo milagro promete cuando le piden una contraseña de su misión y es el de su resurrección, porque no es un milagro, sino un misterio en que el creer.
La eficacia del Reino no se basa en espacios televisivos, en luces intermitentes, en grandes manifestaciones, en derroche de dinero y ni la Iglesia se cree todo esto, constantemente estamos acudiendo al escapismo de lo humanamente eficaz. La eterna lentitud de Dios nos enerva.
4.- “Todo esto te daré…” Satanás ofrece lo que es suyo, los reinos del mundo y su gloria. Nos dice San Mateo que todo lo que sea poder, boato y esplendor humano le pertenece. Nos quiere decir que el poder, de cualquier signo, corrompe, que el poder al fin hace al hombre prepotente, tirano, un diosecillo. “¡Seréis como Dios!”
¿No es el campo del poder el campo de las falsas promesas, de la restricción mental, del engaño propagandístico de la imagen, del chalaneo entre partidos políticos, de mutuos tapujos vergonzantes? Por eso Jesús iba a decir que el que quisiera gobernar en su Reino que se hiciera siervo de todos, sólo el poder no corrompe cuando se pone al servicios de todos sin distinción, cuando el que lo ostenta llega a dar su vida, como el Señor el Viernes Santo.
El único Señor a quien el poder no corrompió. Y por eso el diablo lo dejó por imposible sabiendo que no podía ser sólo hombre, pues todo hombre sucumbe a algo de esto.
(**) “Mallorca” es el nombre de unas pastelerías de Madrid muy reputadas
Fuente Betania
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