DIOS HABLA CON VOZ DE MUJER. En la dulzura de su gracia, y en la piedad de sus manos, En la bondad de su sonrisa y la castidad de su boca, En su dolor que es sacramento, mas allá de los panes y los peces. En su mirada primera, desde nuestra madre, que nos configura con su amor en lo hondo de nosotros. Y en su mirada del adiós, después de darlo todo. Yo comprendo a quienes no dicen "Señor, Señor" Porque los amantes de Magdalena, en espíritu y verdad, entrarán antes al Reino de la Tierra. Del otro reino, del paraiso perdido, del monte del holocausto, del altar del sacrifico de oropeles, del cielo imperial de Vaticano, con sus seducciones y santidades por decreto, Dios me libre de saber algo, o de presumir ser alguien. Isidoro es mi nombre.
NO CREEMOS EN DIOS, SABEMOS en Cristo real, en sus millones de Bocas, corazones, y almas, que no nos son extraños, no porque cenemos panes y peces, sino porque la pascua del dolor es ubicua, interior, y la redención, se toca en cada gesto de amor, y en cada pasion herida, en ángeles como manos tendidas, y en estrellas de sílice... Para ver con otros ojos y desde la otra mirada, de la oscura noche de todas las noches, como EL que es ella y el niño del entrambos, nos llama a nacer de nuevo desde la honda tierra el abismo. Si, padre, yo soy "aquel que pendió del madero" IO SUM por él y en él IO SUM ANIMA MUNDI, Mujer, Virgen María, que miras tambien desde el cielo como nuestras lágrimas renacen.
2 comentarios:
DIOS HABLA CON VOZ DE MUJER.
En la dulzura de su gracia, y en la piedad de sus manos,
En la bondad de su sonrisa y la castidad de su boca,
En su dolor que es sacramento, mas allá de los panes y los peces.
En su mirada primera, desde nuestra madre, que nos configura con su amor en lo hondo de nosotros.
Y en su mirada del adiós, después de darlo todo.
Yo comprendo a quienes no dicen
"Señor, Señor"
Porque los amantes de Magdalena, en espíritu y verdad, entrarán antes al Reino de la Tierra.
Del otro reino, del paraiso perdido, del monte del holocausto,
del altar del sacrifico de oropeles, del cielo imperial de Vaticano, con sus seducciones y santidades por decreto,
Dios me libre de saber algo, o de presumir ser alguien.
Isidoro es mi nombre.
NO CREEMOS EN DIOS,
SABEMOS
en Cristo real,
en sus millones de Bocas,
corazones, y almas,
que no nos son extraños,
no porque cenemos panes y peces,
sino porque la pascua del dolor
es ubicua, interior,
y la redención,
se toca en cada gesto de amor,
y en cada pasion herida,
en ángeles como manos tendidas,
y en estrellas de sílice...
Para ver con otros ojos
y desde la otra mirada,
de la oscura noche
de todas las noches,
como EL
que es ella y
el niño del entrambos,
nos llama a nacer de nuevo
desde la honda tierra el abismo.
Si, padre, yo soy
"aquel que pendió del madero"
IO SUM
por él y en él
IO SUM ANIMA MUNDI,
Mujer, Virgen María,
que miras tambien desde el cielo
como nuestras lágrimas renacen.
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