Monseñor Juan Vicente Córdoba, quien se venía desempeñando como obispo auxiliar de Bucaramanga, fue elegido por votación mayoritaria como el nuevo secretario general de la Conferencia Episcopal, en reemplazo de monseñor Fabián Marulanda.
Marulanda llevaba siete años en ese cargo y a sus 75 se jubiló.
Córdoba, de 58 años y uno de los jerarcas más jóvenes del clero colombiano, es además el único obispo jesuita que hay en el país - en toda la historia han sido solo cinco -. Lleva dos décadas de ejercicio sacerdotal y fue ordenado como obispo hace cinco años por el fallecido Papa Juan Pablo II, quien de esa forma quiso hacerle un reconocimiento a la labor de la Compañía de Jesús en Colombia. Córdoba convenció a sus compañeros obispos y arzobispos con su don de gentes y, sobre todo, con su amplia formación académica. Es licenciado en teología, filosofía e historia; magíster en teología, ciencias políticas y psicología clínica, y especialista en bioética. Su formación lo ha convertido en uno de los obispos más preparados del país y lo vislumbra como un nuevo líder de la Iglesia Católica en el país.
Por primera vez en la historia de la Compañía de Jesús en Colombia, que ya completa más de 400 años en el país, uno de sus sacerdotes llega a un alto cargo dentro de la jerarquía eclesiástica nacional.
El Monseñor aclara que como todo jesuita nunca ha buscado ocupar dignidades, pero que tampoco se opone a los designios de "Dios y de la Iglesia". Admite que llegará con aires renovadores, gracias a su formación como jesuita. "Tenemos que pasar de ser una iglesia conservadora de lo hallado hace muchos tiempos y de una estructura estática, a ser servidora humilde de nuevas formas de evangelización", sostiene el sacerdote, y aclara que también hay que cambiar la concepción de la moral. "No decir que no haga esta cosa o tal otra porque es malo, o porque es pecado, y que por eso Dios nos va a castigar. Hay que decir: ame, sea servicial, cuide su cuerpo y valore su hogar", añade Córdoba al insistir en que a los fieles no hay que condenarlos, sino motivarlos. Asume el cargo en una época en la que, como él mismo dice, la fe se volvió pasajera y Dios salió del mapa de la posmodernidad.
El sacerdote, nacido en Ecuador el 23 de julio de 1951 cuando su familia estaba al servicio de la Embajada de Colombia en ese país, asegura que está dispuesto a dar la cara por la Iglesia en los asuntos de la vida nacional, pero con prudencia porque sus declaraciones ya no serán personales, sino en nombre de todo el episcopado. Y aunque esquiva los temas políticos, opinará cuando sea el momento porque considera que es labor de la Iglesia hablar de política en beneficio de la comunidad. "Se es pastor e todo el rebaño".
Fuente: El Tiempo - Colombia
CPAL
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