sábado, 25 de julio de 2009

La historia del Apóstol Santiago


(José Fernández Lago -El Correo Gallego-).- Lo de "Sant" tiene que ver con Santo; lo de "Iago" es lo que justifica que algunos de nuestros paisanos asuman ese nombre. En realidad nuestro Apóstol se llamaba Jacob, como uno de los hijos del patriarca Isaac, el hermano de Esaú. De Jacob, con los redondeos de las diversas lenguas, vienen Jacobo, Xacobo, Jacobus, Giacomo, Jacques y otros nombres semejantes. Nuestro Santiago es Santiago el Mayor. Le llamamos así para distinguirlo de otros Santiagos, pues muchos judíos y otras personas que han heredado su cultura y mentalidad, quisieron ponerles a sus hijos el nombre del patriarca Jacob. Así, en las listas de los apóstoles, que se recogen en los Evangelios, aparece Santiago el de Alfeo entre los Doce, en un lugar menos relevante que el que ocupa el hijo del Zebedeo.


Entre los hijos de Zebedeo y Salomé, dos de ellos llegaron a ser discípulos de Jesús. El otro, hermano de Santiago, se llamaba Juan. También éste es un nombre que aparece repetidamente en la Biblia, pues significa "Dios ha concedido favor", y los creyentes siempre han visto la mano de Dios en múltiples ocasiones. A este Juan lo denominamos "el Evangelista", por su condición de autor del Cuarto Evangelio, y para distinguirlo de "Juan el Bautista", el hijo de Zacarías e Isabel, y precursor de Jesús.
Santiago y Juan, pescadores del lago de Genesaret hasta que los llamó Jesús, no eran precisamente unos jóvenes tranquilos y delicados. Cuando los habitantes de Samaria no les dieron alojamiento porque se dirigían a Jerusalén, querían arremeter contra ellos. Jesús les reprochó entonces su actitud reaccionaria. También refieren los evangelios las aspiraciones de los dos hermanos, ansiosos de ocupar los primeros puestos en su reino. En esta ocasión, el Señor les preguntó si eran capaces de beber el mal trago que él había de beber. Los dos hermanos respondieron que estaban dispuestos a todo, y Jesús les prometió ese trago, pero los puestos los asignaba el Padre, Dios.
A pesar de aquellas aspiraciones terrenas y de su temperamento violento, Jesús consideraba a los dos hermanos, junto con Pedro, del grupo de los tres íntimos, los que él escogió para acompañarle en momentos tan importantes como la manifestación divina en el monte Tabor y la resurrección de la hija de Jairo, así como para estar más cerca de él en los momentos previos a su prendimiento, en el Huerto de los Olivos.
Cuando prendieron a Jesús, los discípulos le abandonaron, aunque Pedro se mantuvo a cierta distancia. Juan le acompañó hasta la cruz. Santiago desapareció.
El libro de los Hechos de los Apóstoles muestra repetidamente la actividad apostólica de Pedro y Juan, el hermano de Santiago, en la comunidad primitiva de Jerusalén. En cambio, en aquellos primeros momentos, sólo cita a Santiago al incluirlo en una lista de los Doce, o más bien de "los Once", pues Judas había puesto fin a su vida. Más adelante, al referirse a la marcha de Pedro, manifiesta que el rey Agripa I mandó matar a espada a Santiago; y, viendo que eso agradaba a los judíos, encarceló a Pedro, pero el Señor lo liberó, y abandonó Jerusalén. La muerte de Santiago aconteció en los primeros meses del año 44, poco antes de la muerte del propio rey.
La imagen más genuina de Santiago, es la de un apóstol (=enviado), que anuncia el evangelio a las gentes. Se le puede representar, según esto, con un bastón, un zurrón y un sombrero. Sin embargo se ha hecho popular la imagen de "Santiago Caballero", que alguna gente denomina "Santiago matamoros".
La razón de esto se debe a que, según se dice, en la batalla de Clavijo, en el siglo IX, alguna gente percibió en una visión cómo el Apóstol luchaba a caballo al lado de la cristiandad, contra el enemigo, que había invadido el territorio español. Puede incluso pensarse que la gente, al ver que habían vencido al enemigo, que era más fuerte que ellos, hubieran atribuido eso a Dios, que, por medio de su apóstol Santiago, se había puesto del lado de los cristianos. Creo que, en esa situación de euforia por haber vencido, habrán transpuesto a Santiago la expresión bíblica "El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor", que se encuentra tal cual en uno de los Salmos. De ese modo, comenzó a representarse a Santiago montado a caballo y luchando a favor de la cristiandad. Sin embargo Santiago no fue nunca un militar, y sí un apóstol, en un principio más impetuoso, que fue logrando junto a Jesús la humildad y mansedumbre propias del verdadero discípulo.
Evangelista en España
La tradición según la cual Santiago vino a anunciar el Evangelio a Occidente, se ve razonable por algunas afirmaciones del libro de los Hechos de los Apóstoles y de la carta de S. Pablo a los Gálatas. Según los Hechos de los Apóstoles, no ha habido actividad evangélica de Santiago en Jerusalén, cosa que, estando en la Ciudad Santa, podría extrañar a cualquiera, al mostrarse en los evangelios como uno de los tres preferidos de Jesús. En lo que respecta a la Carta a los Gálatas, en ella dice S. Pablo que, a los tres años de su conversión, estuvo en Jerusalén, pasando quince días con S. Pedro, y que, a pesar de ello, no llegó a ver a ningún otro de los Doce apóstoles, cosa extrañísima si estuvieran en Jerusalén. Que en el Concilio de Jerusalén se acepte sin rechazo alguno que Pablo exima de la Ley judía a los llegados del paganismo, sólo se comprende si alguno de los Doce, como Santiago o Pedro, hubieran hecho otro tanto anteriormente. Esto justificaría el que, al poder echarles mano Agripa, intentara matarlos a los dos. Esto, enlaza con otros escritos, según los cuales Santiago "difundió la luz del evangelio en España y lugares de Occidente, hasta los confines del mundo".
El obispo de Iria
La labor del Apóstol Santiago no habrá conseguido muchas conversiones. Pero al menos, Atanasio y Teodoro estarían entre los discípulos encargados de enterrarlo en el campo principal de su misión apostólica.
Ya en tiempos de Teodomiro, el Obispo de Iria, el monje Pelagio y otros vecinos de Solovio, ven luces en un montículo, interpretadas como signos del lugar de sepultura del Apóstol Santiago. Allá van el Obispo y acompañantes, y encuentran los restos de tres personas, que se consideran de Santiago, Atanasio y Teodoro.
Al hacer excavaciones en la Catedral de Santiago, se encontrará, junto a los restos de estas tumbas, la sepultura del Obispo Teodomiro, con su inscripción, que había querido sepultarse junto al Apóstol.

2 comentarios:

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