miércoles, 22 de julio de 2009

El Evangelio de hoy


Juan 20, 1-2.11-18

El primer día después del sábado, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio que la piedra que cerraba la entrada del sepulcro había sido removida. Fue corriendo en busca de Simón Pedro y del otro discípulo a quien Jesús amaba y les dijo:
- Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. María se quedaba llorando fuera, junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó para mirar dentro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies. Le dijeron:
-Mujer, ¿por qué lloras?
Les respondió:
- Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.
Dicho esto, se dio vuelta y vio a Jesús allí, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dijo:
- Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?
Ella creyó que era el cuidador del huerto y le contestó:
- Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo me lo llevaré.
Jesús le dijo:
- María.
Ella se dio la vuelta y le dijo:
- Rabboní,
que quiere decir Maestro. Jesús le dijo:
- Suéltame, pues aún no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes.
María Magdalena se fue y dijo a los discípulos: He visto al Señor y me ha dicho esto.


Traigo a mi mente aquellos momentos en que se me desaparece el Señor. ...
Esos momentos de angustia y desolación. ...
Lo busco y no lo encuentro ...
Recuerdo aquellas circunstancias, ...
aquellos problemas que me hicieron buscarlo y no reconocerlo cuando El me llamaba por mi nombre.

Traigo a mi mente y mi corazón la alegría de comprobar después que El estaba conmigo aunque yo no lo reconociera.
¿Dónde estuvo?
¿quién me tendió la mano?
¿quién me ayudó a recuperar la paz?
Elevo una oración por aquellos que me hicieron sentir el Amor de Dios. ...
Gracias Señor, gracias amigos (a)

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