En estas latitudes el día del padre coincide con la época invernal, por lo que no es de extrañar que la celebración familiar suela estar acompañada del frío o de la lluvia. En este año, además sorprende al país en un momento marcado por tragedias de distinta naturaleza, odiseas o rescates milagrosos, por un debate político intenso que ya nos pone en la antesala de campaña electoral y por una situación económica de incertidumbre que golpea en lo cotidiano a los hogares, sobre todo a los más pobres. En este clima de afección y precariedad, el mercado de la publicidad ofrece un espacio cómodo en esta suerte de burbuja con que se nos invita a "regalonear" a los papás. No es novedad que los días de la madre, el padre y el niño se contaminen con un tinte de consumismo que sobrepasa todos los límites. Lo propio ocurre con el día de los enamorados en incluso con las más importantes festividades religiosas. Lo que no deja de sorprender es la imagen de papá que, por la necesidad de vender, se nos termina proponiendo.
En efecto, por estos días se nos habla de un padre proveedor, hipertecnologizado, amante del deporte y, por lo mismo, en buen estado físico. Basta repasar el panorama de satisfacciones particulares que ofrecen al papá moderno los insertos de las tiendas y centros comerciales. Apelan a un padre tan ocupado en sus quehaceres del empleo que constituyen su razón de ser, pero que al mismo tiempo se relaja "maestreando" y haciendo asados. A ese papá se le hace feliz con un "juguete" digital de última generación, con un balón de la Eurocopa o con un buen set de herramientas.
La maravilla del trasfondo espiritual de estas celebraciones es que toca nuestra vida y nuestra historia, y por lo mismo nos permite unir la expresión de felicitación a la de gratitud. Feliz día, papá, y gracias. Que importante es recordar las grandes lecciones de vida que aprendimos de nuestros padres y que, con las precarias posibilidades que sus épocas les permitían, dejaban huella en nosotros, sus hijos. Por cierto que esas lecciones son mucho más sublimes que el aprendizaje tecnológico o la complicidad con los hijos en los juegos. Cuando agradecemos a papá, pensamos ante todo en el modo de vivir que desde su propia experiencia nos ha legado. En la relación de Jesús con su Padre, descubrimos caminos para valorar de un mejor modo nuestra condición de hijos y de padres. Los que conocen a Jesús contemplan al Padre a través suyo. Nosotros también hablamos, con nuestra vida, de quienes nos formaron en el modo de hacer.
De un modo especial pensamos en este día en aquellos hogares donde la figura paterna está ausente. También en las distintas instancias de la sociedad que atrapan al varón y lo reducen a su sola capacidad de fuerza productiva, quitándole ese tiempo precioso en su papel de esposo y de padre. A todos los papás, feliz día, y gracias.
Mons.Ignacio Ducasse
Obispo de Valdivia
Diario Austral de Valdivia
No hay comentarios:
Publicar un comentario