Mateo 7. 1-5.
“No juzguen a otros, para que Dios no los juzgue a ustedes. Pues Dios los juzgará a ustedes de la misma manera que ustedes juzguen a otros; y con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les dará a ustedes. ¿Por qué te pones a mirar la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no te fijas en el tronco que tú tienes en el tuyo? Y si tú tienes un tronco en tu propio ojo, ¿cómo puedes decirle a tu hermano: ‘Déjame sacarte la astilla que tienes en el ojo’? ¡Hipócrita!, saca primero el tronco de tu propio ojo, y así podrás ver bien para sacar la astilla que tiene tu hermano en el suyo.
Medito sobre esta enseñanza de Jesús. ...
¿Me ha pasado? ...
¿con quien? ...
Los recuerdo ...
Recuerdo los motivos por los que juzgué a esas personas ...
Pido perdón ...
¿Qué puedo hacer para evitar caer nuevamente? …
Pienso en las personas que me parecen que actúan mal ...
Podré yo ser juzgado por lo mismo? …
Converso el tema con el Señor ...
El que conoce todo, y que siempre está conmigo ...
y también con ellos.
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