Mateo 8. 1-4.
Cuando Jesús bajó del monte, mucha gente lo siguió. En esto se le acercó un hombre enfermo de lepra, el cual se puso de rodillas delante de él y le dijo:
—Señor, si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad.
Jesús lo tocó con la mano, y dijo:
—Quiero. ¡Queda limpio!
Al momento, el leproso quedó limpio de su enfermedad. Jesús añadió:
—Mira, no se lo digas a nadie; solamente ve y preséntate al sacerdote, y lleva la ofrenda que ordenó Moisés, para que conste ante los sacerdotes.
—Señor, si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad.
Jesús lo tocó con la mano, y dijo:
—Quiero. ¡Queda limpio!
Al momento, el leproso quedó limpio de su enfermedad. Jesús añadió:
—Mira, no se lo digas a nadie; solamente ve y preséntate al sacerdote, y lleva la ofrenda que ordenó Moisés, para que conste ante los sacerdotes.
¿A quienes conozco hoy que sean como leprosos? …
¿Quiénes son hoy excluidos de la sociedad? …
¿De quienes me aparto instintivamente? …
¿A quienes no me atrevo a tocar o me cuido de que no me vayan a ver con ellos? …
¿a qué me invita este pasaje del evangelio? …
¿difícil? …
¿imposible? …
Le pido ayuda al Señor para no discriminar hoy, con los leprosos de nuestra época.
No hay comentarios:
Publicar un comentario