jueves, 2 de abril de 2009

El Evangelio de hoy

Juan 8. 51-59.
Les aseguro que quien hace caso de mi palabra, no morirá.
Los judíos le contestaron:
—Ahora estamos seguros de que tienes un demonio. Abraham y todos los profetas murieron, y tú dices: ‘El que hace caso de mi palabra, no morirá.’ ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham? Él murió, y los profetas también murieron. ¿Quién te has creído que eres?
Jesús les contestó:
—Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria no vale nada. Pero el que me glorifica es mi Padre, el mismo que ustedes dicen que es su Dios. Pero ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería yo tan mentiroso como ustedes. Pero ciertamente lo conozco, y hago caso de su palabra. Abraham, el antepasado de ustedes, se alegró porque iba a ver mi día; y lo vio, y se llenó de gozo.
Los judíos dijeron a Jesús:
—Todavía no tienes cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham?
Jesús les contestó:
—Les aseguro que yo existo desde antes que existiera Abraham.
Entonces ellos tomaron piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo.


Jesús se presenta aquí como verdadero Dios …
no le creyeron …
traigo a mi memoria esa imagen de Jesús que mejor recuerdo …
su rostro humano …
su cuerpo frágil …
su mirada divina …
y su corazón sagrado y misericordioso …
Me quedo un rato en oración frente a El …
en adoración …
al Hijo de Dios hecho hombre …
en silencio …
¿qué siento? …
se lo digo en oración …
mi oración …

1 comentario:

Anónimo dijo...

ANTES QUE ABRAHAM viviese YO SOY.

Son las casi literales palabras de JESUS, hijo del Cielo, hijo de Maria. "Quien cree en mi no morira
para siempre (o completamente)" --
dice en otro pasaje, de San Juan.
También los Apócrifos consignan este párrafo, del modo siguiente:
"El que sepa interpretar mis Palabras no gustará la muerte"
Para ello es necesario unir el principio (nacimiento) con el final
(la muerte) EN EL CAMINO DE LA VIDA.
Consultad el Apócrifo de Mateo y os sorprenderéis.
Porque no difiere ESENCIALMENTE de los Canónicos, sino en la "rusticidad" de su lenguaje.
No es posible, desafortunadamente, comunicar directamente con palabras la intuición inspiradora de la fé,
o de la sabiduria de la salvación,
especialmente porque se la confunde
con una multiplicidad de asertos secundarios, analíticos, menores o no-esenciales.
Quien busca la fé en un Ecumenismo Universal, al cabo se da cuenta que con distintas formas litúrgicas o linguísticas, se esta transmitiendo un conjunto de valores transversales, y que esos valores o bienes intangibles pasan
por lo mejor del Humanismo, trascendiéndolo siempre.