RD/Efe).-Benedicto XVI reconoció hoy las "virtudes heroicas", primer paso hacia la santidad, de la monja española Felisa Pérez de Iriarte Casado, de la mexicana Manuela de Jesús Arias Espinosa, la peruana Teresa de la Cruz Candamo Álvarez Calderón y la brasileña Dulce Lopes Pontes.
El Papa recibió en audiencia en el Vaticano al prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el arzobispo Angelo Amato, y durante la misma autorizó a la congregación a promulgar el decreto por el será beatificada la monja italiana María Pierina De Micheli (1890-1945), de la Congregación de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires.
También autorizó la promulgación de los decretos que reconocen las virtudes heroicas de diez religiosos, entre ellos las cuatro monjas iberoamericanas.
Felisa Pérez de Iriarte Casado, que adoptó el nombre de Teresita del Niño Jesús, pertenece a la Orden de Santo Domingo. Nació en Eslava (Navarra, norte de España) el 2 de mayo de 1904 y falleció en Olmedo (España) el 14 de octubre de 1854.
Teresa de la Cruz Candamo Álvarez Calderón es la fundadora de la Congregación de las Canónicas de la Cruz. Nació en Lima en 9 de agosto de 1875 y murió en la capital peruana el 24 de agosto de 1953.
Manuel de Jesús Arias Espinosa, que adoptó el nombre de María Inés del Santísimo Sacramento, es la fundadora de la Congregación de las Hermanas Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento y de los Misioneros de Cristo para la Iglesia Universal.
Nació en Ixtlan de Río, en estado de Nayarit, México el 7 de julio de 1904 y falleció en Roma el 22 de julio de 1981.
María Rita Lopes Pontes, que adoptó el nombre de Dulce, pertenece a la Congregación de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios. Nació en San Salvador de Bahía (Brasil) el 26 de mayo de 1914 y falleció en esa ciudad el 13 de marzo de 1992.El camino hacia la santidad tiene varios escalones: el primero es venerable siervo de Dios, el segundo beato y el tercero santo.
Venerable Siervo de Dios es el título que se da a una persona muerta a la que se reconoce haber vivido las virtudes de manera heroica.
Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión y para que sea canonizado (santo) es necesario un segundo milagro. Ese segundo milagro debe ocurrir después de ser proclamado beato.
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