lunes, 27 de abril de 2009

El Evangelio del día de hoy



Juan 6. 22-29.
Al día siguiente, la gente que estaba al otro lado del lago se dio cuenta de que los discípulos se habían ido en la única barca que allí había, y que Jesús no iba con ellos. Mientras tanto, otras barcas llegaron de la ciudad de Tiberias a un lugar cerca de donde habían comido el pan después que el Señor dio gracias. Así que, al ver que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, la gente subió también a las barcas y se dirigió a Cafarnaúm, a buscarlo.
Al llegar ellos al otro lado del lago, encontraron a Jesús y le preguntaron:
—Maestro, ¿cuándo viniste acá?
Jesús les dijo: —Les aseguro que ustedes me buscan porque comieron hasta llenarse, y no porque hayan entendido las señales milagrosas. No trabajen por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y que les da vida eterna. Esta es la comida que les dará el Hijo del hombre, porque Dios, el Padre, ha puesto su sello en él.
Le preguntaron:—¿Qué debemos hacer para realizar las obras que Dios quiere que hagamos?
Jesús les contestó: —La única obra que Dios quiere es que crean en aquel que él ha enviado.


La pregunta de los discípulos se repite hoy en nosotros:
¿Qué debo hacer?, ...
¿Qué obras puedo hacer?, ...
¿Qué cosa quiere Dios que yo haga, hoy? ...
Reviso aquellas cosas que cuando las hago pienso en Dios ...

Reviso aquello que me parece es parte de lo que el Señor me está pidiendo ...
¿Cuáles son para saciar el cuerpo y cuáles para alimentar el espíritu? …
¿Cuáles ayudan a que creamos más en Dios y en Jesús? …
¿En qué se diferencian nuestras obras de las buenas obras filantrópicas?
¿Cómo se nota la diferencia?

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