Carta Abierta del Obispo (e) Federico Pagura al Presidente de la República del Paraguay Don Fernando Lugo.
Miércoles 15 de abril de 2009.
“Querido hermano en Cristo: A través de los medios de comunicación de nuestro país, acabamos de enterarnos de tus recientes declaraciones en torno a un hijo que concebiste hace unos dos años, en tiempos de tu reconocido y fecundo episcopado.
Sé que tu clara y directa confesión levantará olas de críticas, acusaciones y protestas de creyentes y no creyentes, de hombres y mujeres de buena y mala fe, pero sobre todo, de aquellos a quienes tu pensamiento, personalidad y visión de “otro mundo posible”, molestaba, cuando eras obispo reconocido, y ahora, que, como alguien ha dicho, no eres más que un laico libre, para obrar conforme a tu conciencia y convicciones, pero sobre todo en el ejercicio de la función presidencial, para la que fuiste elegido libremente, por la mayoría de tu pueblo, a pesar de todos los intentos que se hicieron para impedir tu candidatura.
Así, como en ocasión de tu elección te expresamos nuestra ecuménica y esperanzada congratulación, hoy te expresamos nuestra solidaridad, ante tu decisión de hacer públicas tus relaciones con tu compañera, y tú compromiso de asumir plenamente tu responsabilidad de padre.
Providencialmente, en este mismo día, el periódico “Critica” de Buenos Aires, dedica una página entera a recordar (pag.25, lunes 13 abril,2009), al obispo Jerónimo Podestá, de la Diócesis de Avellaneda , a quien las autoridades vaticanas de aquellos días (fines de la década del 60),solicitó su renuncia, por sus relaciones con su secretaria Clélia Lúro, ambos fieles amigos de ese inolvidable obispo-profeta, que fue Don Helder Cámara (de Olinda-Recife-Brasil), y ambos también, muy queridos y respetados, por muchos de nosotros, miembros y dirigentes de la gran familia ecuménica de esta generación.
Podestá llegó a presidir la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados, que en esos días reunía a casi 150 mil curas que habían renunciado al celibato, para vivir abierta y libremente la vida matrimonial o en pareja, y reclamar ante las autoridades de su Iglesia, el derecho que les asiste, conforme, entre otras consideraciones, a ser fieles a las palabras de la Primera Epístola de San Pablo a Timoteo, cuando afirma:
“Si alguien aspira a ser obispo, su ambición es buena, de eso no cabe duda. Es necesario, pues, que no se le pueda reprochar nada al obispo. Marido de una sola mujer, hombre serio, juiciosos, de buenos modales, que fácilmente reciba en su casa y sea capaz de enseñar…. Un hombre que sepa dirigir su propia casa, y cuyos hijos le obedecen y respeta. Pues, si no sabe gobernar su propia casa, como dirigiría la familia de Dios” (Cap.3:1-2,4-5-Version Biblia Pastoral Latinoamericana. Edic.Paulinas)
Querido hermano, recordando tu amistad y tu consagración al Sacerdocio durante tantos años, no sólo te encomendamos al Dios y Padre de la Vida, a Jesucristo que vino al mundo para “hacer nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21;5), para que su Espíritu te sostenga no solo para dar cumplimiento a tu responsabilidad paterna, sino también para conducir paternalmente a tu pueblo, y sobre todo a los más olvidados y excluidos de la sociedad, como lo hiciste, a pesar de todas las debilidades que padecemos los seres humanos , durante los años de tu sacerdocio y de tu ministerio episcopal.
Respetando a todos los sacerdotes de tu Iglesia o de cualquier otra, que hayan aceptado el celibato con carácter obligatorio, pero también rogando a nuestro Padre, que tu experiencia y la de muchos otros, que en todos los tiempos, han llegado a renunciar a esa disposición legalista y a la luchar porque tarde o temprano el celibato, se reduzca a una vocación optativa o voluntaria y no más a una carga agobiante y fuente de frustraciones y contradicciones, de las cuales la historia nos ha dejado muestras indubitables.
Personalmente, como obispo de una de las Iglesias nacidas en el siglo 16, no dejo de dar gracias por la alegría y fortaleza del matrimonio y por el regalo de una hija y dos hijos, que no solo nos han dado grandes satisfacciones, sino que desde sus cunas, los hemos consagrado al servicio de nuestra generación, conforme a sus dones particulares.
Que la paz de Dios descanse sobre tu difícil función presidencial y sobre tu pueblo, para que triunfe en el la Verdad y la Justicia, hasta la victoria final de Su Reino, por el cual oramos y trabajamos, en todo el continente y el Caribe”
Firmada el 14 de abril de 2009 por Federico J. Pagura. Obispo (e) de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina.+ (PE)
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