sábado, 25 de octubre de 2008

El Evangelio de hoy


Lucas 13. 1-9.
Por aquel mismo tiempo fueron unos a ver a Jesús, y le contaron que Pilato había mezclado la sangre de unos hombres de Galilea con la sangre de los animales que ellos habían ofrecido en sacrificio.
Jesús les dijo: “¿Piensan ustedes que esto les pasó a esos hombres de Galilea por ser ellos más pecadores que los otros de su país? Les digo que no; y si ustedes mismos no se vuelven a Dios, también morirán. ¿O creen que aquellos dieciocho que murieron cuando la torre de Siloé les cayó encima eran más culpables que los otros que vivían en Jerusalén? Les digo que no; y si ustedes mismos no se vuelven a Dios, también morirán.”
Jesús les contó esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo, y fue a ver si daba higos, pero no encontró ninguno. Así que le dijo al hombre que cuidaba el viñedo: ‘Mira, por tres años seguidos he venido a esta higuera en busca de fruto, pero nunca lo encuentro. Córtala, pues; ¿para qué ha de ocupar terreno inútilmente?’ Pero el que cuidaba el terreno le contestó: ‘Señor, déjala todavía este año; voy a aflojarle la tierra y a echarle abono. Con eso tal vez dará fruto; y si no, ya la cortarás.’ ”

Contemplo mi vida. …
Es como la higuera de la parábola.
¿Qué ramas de mi higuera no dan los higos que el Señor espera? …
¿Cuáles son esos higos?
¿Qué frutos está pendientes de realizarse?

Al igual que el viñador Jesús está abogando por otra oportunidad para mi.
¿Cómo aprovecho esa oportunidad?
Doy gracias al Señor por su paciencia y elaboro un plan para hacer de mi vida una higuera que de frutos abundantes.
¿Cuáles son esos frutos que el Señor espera?

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