domingo, 12 de octubre de 2008

El Evangelio de hoy

Mateo 22:1-14
Jesús siguió hablándoles por medio de parábolas: "Aprendan algo del Reino de los Cielos. Un rey preparaba las bodas de su hijo, por lo que mandó a sus servidores a llamar a los invitados a la fiesta. Pero éstos no quisieron venir. De nuevo envió a otros servidores, con orden de decir a los invitados: "He preparado un banquete, ya hice matar terneras y otros animales gordos y todo está a punto. Vengan, pues, a la fiesta de la boda". Pero ellos no hicieron caso, sino que se fueron, unos a sus campos y otros a sus negocios. Los demás tomaron a los servidores del rey, los maltrataron y los mataron. El rey se enojó y envió a sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos e incendiaron su ciudad. Después dijo a sus servidores: "El banquete de bodas sigue esperando, pero los que habían sido invitados no eran dignos. Vayan, pues, a las esquinas de las calles e inviten a la fiesta a todos los que encuentren". Los servidores salieron inmediatamente a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, de modo que la sala se llenó de invitados. Después entró el rey para conocer a los que estaban sentados a la mesa, y vió un hombre que no se había puesto el traje de fiesta. Le dijo: "Amigo, ¿cómo es que has entrado sin traje de bodas?" El hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a sus servidores: "Átenlo de pies y manos y échenlo a las tinieblas de fuera. Allí será el llorar y el rechinar de dientes. Sepan que muchos son llamados, pero pocos son elegidos".



¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

Alguna vez preparaste una fiesta y nadie llegó?
O sucedió que los que llegaron se quedaron sólo unos momentos, y te das cuenta que tienen algo mejor que hacer?
Se puede organizar una fiesta para nuestro hijo, y luego ver su desilución cuando nadie llega.
Algo así sucede en la lectura del Evangelio de hoy.
Qué es lo que hace Dios? Dios nos busca realmente; nos quiere tenernos junto a Él y quiere una mesa del banquete llena. La mesa de Dios es para todos: Él se dirige al centro de nuestras vidas para buscar a todo tipo de personas - no sólo unas personas.
Si le decimos que sí, entonces aceptamos vivir en forma cristiana: ése es el traje de bodas.
Hay personas que dicen "sí" y viven como "no".
Si acudimos al banquete de Dios, a la Eucaristía, significa que deseamos un cambio en nuestra vida. Eso es el llamado a vivir como Jesús.
El llamado de Dios está pleno de amor y también de exigencia. Nos parecerá una carga liviana cuando recordemos que es el llamado de un Dios que nos ama, y siempre nos da otra oportunidad.
Espacio Sagrado

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