En vísperas del tercer aniversario de la canonización de Alberto Hurtado, Mons. Alejandro Goic reflexiona sobre las vigentes enseñanzas de nuestro santo para la vida social y política de un país que se apresta a vivir elecciones municipales.
En una columna de opinión publicada en El Mercurio este sábado 18 de octubre, Mons. Alejandro Goic, obispo de Rancagua y Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, recuerda que aún están frescos en nuestra memoria "los momentos que hicieron vibrar a todo un pueblo, el 23 de octubre de 2005, cuando el Papa Benedicto XVI declaraba santo de la Iglesia a este hombre que dedicó su vida a buscar siempre y en todo al Señor, a través de una profunda vivencia espiritual y eucarística, de un diálogo fecundo con personas y grupos, y de un modo de entender la acción social revolucionario para su tiempo".
Recordó Mons. Goic que el padre Alberto comprendía que el asistencialismo era una forma simplemente externa de responder a necesidades, apuntando sólo a los efectos de los problemas sociales y no a sus causas.
El Presidente de la CECh manifestó que san Alberto Hurtado no es un patrimonio exclusivo de las grandes instituciones que fundó ni de aquellas de las que formó parte, ni siquiera de la Iglesia Católica a la que llamaba “mensajera de la luz y dadora de vida”. El Padre Hurtado es un don de Dios que pertenece a todo Chile y a su gente. "La vigencia de su mensaje es un desafío que nos interpela a todos, principalmente a aquellos a quienes se han confiado importantes responsabilidades en el orden político, económico y social", añade el obispo.
"En este tiempo de elecciones, la palabra de san Alberto Hurtado nos interpela: “sin justicia social no puede existir democracia integral”. Sus sueños-país nos ofrecen luces a todos los electores, también a los hombres y mujeres que han expresado al país su voluntad de servir como alcaldes y concejales. Quiera el Señor, en el recuerdo del tercer aniversario de su canonización, que en las aspiraciones, proyectos y programas de las nuevas autoridades municipales, se puedan reflejar los valores que nuestro santo proclamó en su época", agrega.
Concluye la reflexión de Mons. Goic señalando que en medio de convulsiones financieras, de apatía y desencanto, viene bien mirar la vida en horizonte positivo y con la vista alegre de este sacerdote santo. "Porque, en la perspectiva del Bicentenario, es hora de que Chile se esfuerce por dar el salto en equidad y justicia social que él vislumbraba hace medio siglo. Queremos confiar en que somos capaces de darlo, y cada oportunidad de diálogo, cada mirada a los ojos, cada decisión de voto, puede ser un paso adelante que nos ponga contentos, Señor, contentos".
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Fuente: Prensa CECh
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