En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: "Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer." Jesús les replicó: "No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos le replicaron: "Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo: "Traédmelos." Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy
Piensen en las sobras: los doce cestos parecen muchos, y no se nos dice qué sucedió con ellos.
Estos alimentos han sido siempre la comida de los pobres: pan de cebada y sardinas.
En la mente de Jesús, esta comida nos alimenta hoy día.
Lo que sobró en esa oportunidad, ha servido para alimentar las almas del mundo para siempre.
Los apóstoles que alimentaron a esa muchedumbre, aún nos alimentan con la Palabra de Jesús y en la Eucaristía, cada vez que recibimos la Comunión.
Un cesto por cada una de las doce tribus de Israel, es otra imágen de la generosidad de Dios para alimentar a todos.
Existe el significado de "Completo" en el número 12: ahí se encuentra la plenitud del regalo que Dios nos entrega hoy.
espacio Sagrado
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