A las 4 de la tarde de ayer, la Iglesia del Gesù, en pleno centro de Roma, estaba a punto de reventar… miembros de la Congregación General, jesuitas de Roma y de otras ciudades de Italia (Massimo Annicchiarico, jesuita italiano que hizo su maestría en Teología en Colombia y otro jesuita italiano, Ugo, vinieron desde Nápoles), muchas religiosas (entre ellas por lo menos cinco o seis superioras generales de congregaciones de espiritualidad ignaciana (Religiosas de María Inmaculada, Esclavas del Sagrado corazón, Esclavas de Cristo Rey, Compañía de María, Hospitalarias del Sagrado Corazón, Jesuitinas…) y laicos/as, amigos y amigas de la Compañía vinieron a unirse a la acción de gracias por el regalo del nuevo Superior General.
Antes de la eucaristía el P. General, con los concelebrantes principales, estuvo en las ‘camarettas’ de San Ignacio, para cumplir con un rito de mucho significado…
En primer lugar, Mario Rivera, diácono colombiano, que estudia teología dogmática en la Gregoriana y vive en el Colegio Bellarmino, proclamó el pasaje de San Mateo: “Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar ‘Maestro’, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie ‘Padre’ vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar ‘Directores’, porque uno solo es vuestro Director: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado”. Un texto que no por sabido, debe olvidarse… no está mal que le recuerden a uno, cuando le dan un cargo en la Iglesia, que de lo que se trata es de ‘servir’ y de hacerse ‘esclavo’ de los demás… Por algo Jesús invitaba a vivir de otra manera la cuestión del poder que es tan importante para el ‘mundo’… ‘No debe ser así entre ustedes…”.
Tras esta exhortación a la sencillez, el secretario de la Compañía, leyó lo que corresponde a las características del Superior General, en la Parte IX de las Constituciones. En el mismo lugar en el que San Ignacio escribió este texto y sobre todo, vivió lo que en él se contiene, el nuevo general recibe este ‘testigo’, para seguir conduciendo a la Compañía en fidelidad a su carisma fundacional.
Terminado el breve gesto, el grupo volvió hacia la sacristía donde les esperaban el resto de los electores para dar inicio a la celebración de acción de gracias.
Durante la procesión de entrada brotaron dos mociones de ‘aplauso’ en medio del pueblo de Dios: la primera, cuando entró en la procesión, como un vecino más, el P. Peter-Hans Kolvenbach… La segunda, cuando apareció el nuevo P. General por la puerta de la Iglesia. Dos gestos de reconocimiento merecidos y compartidos por todos. Saltándose las normas de la ‘etiqueta litúrgica’, el nuevo General improvisó unas palabras de acogida llenas de calor humano y sensibilidad espiritual.
Comenzó su homilía con estas palabras dirigidas a los periodistas: “No voy a pronunciar un ‘mensaje para el mundo’. Sencillamente, comentaré las lecturas de hoy… es decir, haré una sencilla homilía, y no tendré un ‘discurso programático”. Una buena forma de comenzar tumbando falsas expectativas... “El estilo es el mensaje”, comentó Benjamín González Buelta al terminar la misa… sin hacer un discurso programático, señaló los puntos clave de lo que debe ser el aporte de la Compañía de Jesús dentro de la Iglesia… Se dejó guiar fundamentalmente por el texto e Isaías que se proclamó (49, 3. 5-6), destacando tres puntos.
En primer lugar, el Profeta señala que el que es ‘siervo’ es el que enorgullece (agrada) a Dios… “Tu eres mi siervo, de quien estoy orgulloso”. Estamos en la Iglesia para ‘servir’, como quería san Ignacio: “En todo amar y servir” y como quería el mismo Jesús de todos sus discípulos… No vinimos a que nos sirvan, ni a buscar poder o beneficios propios… Vinimos a servir a Dios, a la Iglesia y al mundo… Nuestro servicio es traer ‘salvación’ a todos, sin ninguna distinción, como lo hizo Jesús en su vida, de manera especial para los más pobres y marginados de la sociedad. Ya el papa Benedicto XVI lo recordaba en su primera encíclica: Dios es amor… y que el amor es lo más importante en la vida de la Iglesia.
En segundo lugar, destacó el hecho de que la única fuerza del ‘siervo’ es Dios: “mi Dios fue mi fuerza”. No podemos apoyarnos en ninguna otra cosa ni poner nuestra confianza en ninguna otra fuente, sino en Dios. Como los pobres, que no tienen a nadie más en quién confiar… y recordó una bella anécdota de una inmigrante filipina en Japón, que no tenía más consuelo que buscar a Dios… En este momento, hizo referencia a los saludos que recibió después de su elección… y dijo que tal vez el mensaje más bonito fue el de uno de los electores, que en voz muy baja le dijo: “No te olvides de los pobres”. No sabemos si el que susurró al oído del P. General este mensaje fue el mismo padrecito que recibió ese ‘testamento’ de su madre nonagenaria a través de Skype hace unos días... Puede ser…
La tercera frase que destacó del texto de Isaías fue el hecho de que Dios hace de su ‘siervo’, luz para todas las naciones: “Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra”. Brotó aquí su vena misionera, como era de esperarse… y nos animó a todos a soñar con un anuncio universal, una ‘explosión’ de la salvación que alcance a todos/as a lo largo y ancho de este mundo… Somos portadores de una ‘Buena Noticia’, que tiene que ser una ‘alegría para todo el pueblo’ y no ser un anuncio parcial … Nuestro anuncio tiene que llegar a todas las naciones… y aquí fue cuando dijo varias veces que las naciones a las que tenemos que anunciar el mensaje no son ‘geográficas’ sino ‘humanas’…
Terminó su homilía haciendo referencia al evangelio (Juan 1, 29-34) que insiste en nuestra misión de se testigos para el mundo de la Buena nueva de la salvación. Buena nueva que estamos llamados a llevar a todos, ‘colaborando’ con otros/as en esta misión. No es una tarea para que hagamos ‘solos’, sino con los colaboradores/as que Dios nos ha regalado, a quienes agradeció de corazón tantos servicios que prestan junto con los jesuitas en todos los rincones del mundo.
Concluida la eucaristía, los jesuitas nos dirigimos a la Gregoriana, donde nos esperaban unas reconfortantes bebidas y ‘bocadillos’ para todos los gustos.
Hoy lunes dimos comienzo a la jornada con la foto oficial de la CG en la terraza de la Curia. Después de una foto de todo el grupo, se tomaron fotos por asistencias y a las 10:30 de la mañana se comenzó la etapa ‘ad negotia’ de la Congregación General: recitamos juntos el Veni Creator Spiritus y recibimos un ‘recorderis’ de las normas de la comunicación. Luego el P. General hizo algunos comentarios sobre su servicio a toda la Compañía. Se presentó el plan de trabajo para los próximos días.
En la tarde, tuvimos reuniones por asistencias y celebraciones eucarísticas por grupos lingüísticos. La nuestra la presidió Pere Borrás, provincial de la provincia Tarraconense y lo acompañaron Lluis Magriñá y Josep Sugrañes, responsable de toda la logística de la CG. Celebramos la misa por la unidad de los cristianos y pedimos por toda la Compañía en este día. Estuvo muy presente la celebración de la Virgen de la Altagracia, patrona de República Dominicana. Vale la pena anotar que entre los presentes estuvo el P. Adolfo Nicolás, nuestro nuevo Prepósito General, participando con toda sencillez de nuestra eucaristía en castellano.
Seguimos contando con sus oraciones por este tiempo ‘Ad negotia’ que comenzamos.
Un abrazo de hermano y amigo en el Señor,
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Un abrazo de hermano y amigo en el Señor,
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
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