jueves, 20 de agosto de 2009

Cardenal Errázuriz dice que Maciel tenía doble personalidad


RD
Miércoles, 19 de agosto 2009

"Los médicos cercanos al padre Maciel han dicho que tenía dos personalidades distintas. No solamente un tema de doble vida. En un momento era el fundador y en otro era un pobre hombre". Las palabras pertenecen al cardenal Francisco Javier Errázuriz, arzobispo de Santiago, para referirse a la figura del fallecido sacerdote mexicano Marcial Maciel, fundador de la congregación Legionarios de Cristo y quien, en 2006, fue invitado por el Vaticano a dejar el ministerio público y a llevar "una vida de penitencia", a raíz de acusaciones en su contra por supuestos abusos, según cuenta la Tercera.

Errázuriz fue uno de los entrevistados por Informe Especial de TVN, que emitirá a a las 22.40 de hoy un reportaje sobre el sacerdote mexicano. El espacio recogió las declaraciones de algunos ex seminaristas que aseguran haber sido víctima de Maciel.

Para el reportaje se entrevista al cardenal Jorge Medina, quien recibió en 2004 antecedentes del ex sacerdote chileno Patricio Cerda sobre presuntos abusos. Esos datos fueron traspasados al actual Papa, Joseph Ratzinger, en ese entonces jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe en el Vaticano.

Medina relata que en 2006 se entregó una sanción oficial por parte de la Iglesia a Maciel, lo que "significa un reconocimiento claro de que la iglesia no respaldaba conductas de ese tipo".

RELATOS

En el reportaje de TVN entregan su testimonio algunos de los denunciantes del sacerdote, que aseguran haber sido objeto de abusos mientras estaban a cargo de Maciel en el seminario. Uno de los relatos es del actual sacerdote Félix Alarcón, quien se desempeñó como secretario personal del religioso mexicano.

Alarcón asegura haber sido objeto de abusos reiterados y sostiene que Maciel se inyectaba periódicamente una sustancia derivada de la morfina para calmar supuestos dolores en su cuerpo. Agrega que el sacerdote enviaba a los seminaristas a conseguir el medicamento.

Otro de los ex seminaristas denunciantes, José Barba, sostuvo que Maciel los forzaba a tocarlos, arguyendo que estaba enfermo, y que les ordenaba mantener en secreto estas supuestas prácticas y no aludir a ellas ni siquiera en sus confesiones.