“…perseveraban en la oración con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, y de María, la madre de Jesús…”
María, vaya vida la tuya.
Cuando dijiste: “Hágase”, ¿pensabas en esto?
Sospecho que no, aunque también sospecho que igualmente hubieses aceptado.
No caben muchas palabras ante tu imagen esta semana:
una madre rota, el dolor atravesado de ver a un hijo destrozado;
y, sin embargo, seguir ahí, al pie de la cruz, esperando…
María es el prototipo de la mujer del sábado santo,
capaz de esperar en la hora del silencio.
Capaz de mantener la esperanza
en ese tiempo intermedio,
entre la noche oscura y el amanecer radiante…
De María no nos constan grandes palabras
ni discursos, ni elaboradas profecías.
Sólo sabemos que estuvo ahí, siempre…
Y así nos habla de algunas dimensiones vitales
que hoy siguen siendo imprescindibles:
la aceptación, la firmeza, el silencio fértil,
la valentía, la aceptación (sin regodeo)
de lo que la vida tiene de cruz,
y la fe en la promesa de lo que aún ha de llegar.
¿En qué le he dicho yo a Dios: “Hágase”?
¿Qué tal ando yo de todo eso?
¿Firmeza? ¿Acogida? ¿Silencio fértil?
¿Valentía? ¿Cruz?
¿Qué espero?
Jesuitas de Castilla
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