domingo, 9 de marzo de 2008

El Evangelio de hoy y homilía de José María Maruri SJ


Texto del Evangelio (Jn 11,1-45):
En aquel tiempo, había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo.
Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo». Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella». Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba.
Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea». Le dicen los discípulos: «Rabbí, con que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí?». Jesús respondió: «¿No son doce las horas del día? Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si uno anda de noche, tropieza, porque no está la luz en él». Dijo esto y añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle». Le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se curará». Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño. Entonces Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos donde él». Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con Él».
Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios, y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano. Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa. Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá». Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará». Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día». Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?». Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo».
Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: «El Maestro está ahí y te llama». Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rápidamente, y se fue donde Él. Jesús todavía no había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí. Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto». Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?». Le responden: «Señor, ven y lo verás». Jesús se echó a llorar. Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería». Pero algunos de ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?».Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra. Dice Jesús: «Quitad la piedra». Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día». Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?». Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado». Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!». Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar».
Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en Él.



JESÚS VOLVIÓ A BETANIA PARA MORIR



1.- Estamos a unos días de Semana Santa –a una semana exactamente—y también la escena del evangelio se realiza a unos días del primer Viernes Santo de la historia, y toda ella están transida de Viernes Santo. Su mensaje es que Jesús es Señor de la Vida, pero absorbiendo en Si la muerte y que asume la muerte ajena y da la vida de la que es Señor. Y asume la muerte y da la vida por amor, nadie le obliga ni a asumir la muerte, ni a dar la vida lo hace porque nos quiere.



2.- Y la escenificación de este drama de amistad, muerte y vida se desarrolla en la casa de una mujer, Marta, a la que el Señor quería, así como a su hermana María y a Lázaro, pero la primera a Marta…


¿Cuál es el por qué de este especial amor de Jesús? Claro que para el amor de Dios no hay porqués. Sabéis que está en discusión si esta María de Betania es la misma que aquella María Magdalena. El padre Martín Patino se inclinaba a creer que era la misma y eso explicaría muchas cosas.


¿No es extraño tres hermanos solteros en un ambiente en que todos se casaban jóvenes en al esperanza de tener muchos hijos y que entre ellos Dios eligiera el Mesías? ¿Por qué los tres hermanos solteros? ¿Qué desequilibró la vida de esa familia?


Una María emotiva y cariñosa tal vez no pudo aguantar el ambiente de una casa regentada por una hermana buena pero más que cariñosa, eficaz y perfeccionista. Y un hermano mayor, Lázaro, encorsetado en extremo en el cumplimiento de mil normas sin sentido. Y se fue de casa en busca de libertad, como el hijo pródigo. (¿Y no sería una hija, esta hija, a la que Jesús se refería?)


Un día Marta se acercó al Maestro y con lágrimas en los ojos le descubrió el problema de su casa y Jesús buscó a María y arrojo de ella siete demonios, como dice el evangelio.


La familia volvió a la normalidad, pero se había parado en el tiempo. Los tres hermanos solteros querían a Jesús llenos de agradecimiento y Jesús quería a Marta por su servicialidad y su buen corazón, ocultó en ropajes de brusquedad: “¿Es qué no te importa nada que María no me ayude?” le había dicho una vez. Y hoy le echa en cara no haber vuelto a tiempo: “Si hubieras estado aquí…”. Es decir, si hubieras venido cuando te enviamos el mensajero…


** Jesús quería a Lázaro, íntegro, tal vez hasta el extremo del rigorismo.


** Y Jesús quería a María con el especial cariño con el que el pastor quiere a la oveja perdida y salvada por él entre zarzas y breñas.



3.- Y Jesús los amó más que a su vida, tan evidente era que volver a Judea, y más a Betania a tres kilómetros de Jerusalén era exponer la vida, tanto que Tomás anima a sus compañeros con aquellas palabras: “Vayamos y muramos con Él… Es la muerte lo que van a buscar a Betania.


Jesús sabe más. Y es que lo que va a hacer a Betania va ser el detonante de aquel decreto que los fariseos iban a aprobar en el Consejo…”porque conviene que un hombre muera en lugar de todo el pueblo”Jesús, atendiendo a petición de Marta y María, decreta su propia muerte, lo sabe, pero ¿no hay mayor amor que el que da la vida por el amigo, al que devuelve a la vida, perdiendo la suya?


Esta fue la clave de la primera Semana Santa, un amor a los suyos más fuerte que la muerte, un amor a cada uno, a Marta, a María, a Lázaro… Y a tantas Martas, Marías y Lázaros a lo largo de los siglos: “me amó y se entregó por mí” es el centro de la vida de Pablo. “Y al cabo de tantos trabajos venir a morir en cruz y esto por mi” es la traducción de Ignacio de Loyola. Es el que da la vida por sus ovejas. Es el amigo que da su vida por devolver la vida al amigo.



4.- Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron Consejo y decían: “Qué hacemos, porque este hombre realiza muchas señales. Si le dejamos que siga así todos creerán en él, y vendrán los romanos y destruirán nuestro templo y nuestra nación. Pero uno de ellos Caifás les dijo: ‘Vosotros no sabéis nada. Ni caéis en la cuenta de que nos conviene que muera una solo por el pueblo, en lugar de toda la nación”


De Betania.es

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