El lugar de la hipocresía, de la ceguera, de la tradición impuesta, de la incapacidad para imaginar alternativas. El lugar donde se quiere encorsetar a Dios en un libro, una ley o una historia… sin comprender que Dios desborda lo que percibimos… que es humano irlo descubriendo. Que el Abbá misericordioso es mucho más hondo que el juez de la ley. El lugar de los problemas imaginarios frente a los reales.
Ese Sanedrín que no te comprende, que te percibe como un hereje, como un blasfemo por tomar el nombre de Dios en vano, me recuerda tantos momentos en que en nuestra vida, en nuestras sociedades, y a veces, tristemente, en nuestra Iglesia, nos comportamos así… juzgando y prejuzgando. Instalados en unas convicciones que no nos permiten descubrir la gracia. Atados a una tradición que, en lugar de ser inspiración e historia, convertimos en una losa.
Señor,
enséñame a vivir con apertura de mente, a ver en lo profundo.
A dejarme sorprender.
A no instalarme definitivamente en convicciones que me dan seguridad, pero me alejan de mis hermanos.
Ayúdame a estar siempre dispuesto a conocerte un poco mejor.
Jesuitas de Castilla
1 comentario:
gracia, gracias a esto e podido rellenar un questionario se lo agradezco!
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