domingo, 30 de marzo de 2008

El Evangelio del día de hoy


Juan 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros." Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos." Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo." A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomas con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: "Paz a vosotros." Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente." Contestó Tomás: "Señor mío y Dios mío!" Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto."



¿Qué me estás diciendo, Señor?


Reflexiones sobre la lectura de hoy



Tomás era un hombre moderno para su época, y encontraba difícil aceptar la Fe, como muchos de nuestros contemporáneos.


Fué abandonado por lo que huyeron, su líder negó a Jesús, su confianza en el grupo de Apóstoles quedó herida. No quería seguir con ellos; estaba cansado de todo ello.


Quería creer; pero necesitaba algún tipo de prueba.


Pero la fe crece en una comunidad; por eso es que bautizamos a los niños, porque la Fe crece desde el comienzo de nuestras vidas.


Encontramos el crecimiento de nuestra Fe en la comunidad - por ejemplo en la Misa, compartiendo el Rosario, nuestra fe en un grupo, un buen libro espiritual, intercambiando nuestras dudas; pero nunca cerrando nuestra puerta a Jesús.


Compartimos nuestra Fe en agradecimiento a lo que recibimos por ella.


De Espacio Sagrado

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