Un lugar donde compartir una fiesta, tradiciones, y estrechar lazos con los tuyos.
Un espacio en el que celebrar, pero no de una manera rutinaria, sino poniendo toda tu vida en la celebración…
En esa sala, comiendo con los tuyos tomas un pan que partes y un vino que compartes, y con ello estás expresando lo que es tu vida… y lo que puede ser la nuestra.
En esa sala te ciñes la toalla a la cintura y lavas los pies de los tuyos, porque los que aman lo hacen así, con absoluta entrega.
En esa sala les hablas y les dices: “sois mis amigos…” (¿cómo se sentirían ante esa expresión de cariño?)
Señor, enséñame a amar como tú, entregando la vida (en lo poco y en lo mucho, día a día, a los míos…).
Y a descubrir los cenáculos de mi vida, los espacios donde puedo estar con los míos, y amar hasta la extenuación, y compartir lo que soy y lo que sueño.
¿Tal vez no estaría de más contemplar, una vez, de nuevo, la verdad desnuda de un Jesús que abraza a todos, que se ríe de los que se autodenominan perfectos, que habla de un Dios que es padre?
Jesuitas de Castilla
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