sábado, 21 de noviembre de 2009

Los Mártires de las Reducciones: Roque González, Alfonso Rodríguez y Juan del Castillo


Roque González de Santa Cruz (1576-1628) fue uno de los principales arquitectos de las reducciones Jesuíticas en Paraguay en el área de la cuenca del Río de la Plata. Roque González nació en Asunción del Paraguay el 1576 y estudió con los Jesuitas. Se ordenó sacerdote del clero diocesano y su primera misión fue acompañar a los nativos cercanos a la capital. En 1609 entró en la Compañía de Jesús, y pronto fue enviado como novicio a trabajar con los indios Guaraníes que vivían en las márgenes de los ríos Paraguay y Pilcomayo. Le enviaron para que los convirtiera a la Cristiandad. González logró una fluencia notable del idioma Guaraní y sus predicaciones fueron eficaces. Aunque pocos Guaraníes pidieron ser bautizados, ellos se tornaron más amigables y cesaron de atacar Asunción. Después de dos años, González fue transferido a la misión de San Ignacio que también floreció bajo su cuidado. Más allá de crear un lugar para que las personas pudiesen vivir, él también les enseñó los conocimientos esenciales para cultivar la tierra y criar animales. Él continuó predicando, para ello se valía de los colores, la música y las procesiones para atraerlos.
Los cuatro primeros años de su permanencia en San Ignacio le sirvieron de paradigma para los 12 años que siguieron de su trabajo allí. Él fundó una serie de misiones, o reducciones, a lo largo de lo que ahora es parte del sur del Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina norte-oriental. Él tuvo mucho éxito como un misionero porque tenía muchos talentos, ya que era capaz realizar tareas propias de un arquitecto, de un albañil, sabía de granja y de medicina así como que tenía los conocimientos del pastor. También ayudó viviera como las personas del lugar y que comiera lo que ellos comían. Cuando el hambre se hizo sentir, él la soportó con ellos.
En 1620 fundó el pueblo de Concepción; luego siguieron otras reducciones como la Candelaria y la misión de Asunción en Iyuí, un pueblo de 400 personas que dejó a cargo del P. Juan del Castillo. El P. del Castillo, español de nacimiento, se había preparado en estudios de derecho antes de entrar a la Compañía de Jesús y ser misionero en la América del Sur. El estudió la teología en Córdoba, Argentina, y se ordenó en 1625. Su primer destino fue la misión en Itapuá dónde conoció al P. Roque González, quién, después se lo llevó como compañero para fundar varias nuevas misiones.
Después de eso el P. González partió para Caaró con el P. Alfonso Rodríguez con el propósito de fundar una nueva misión. Los dos Jesuitas llegaron al lugar el 1º de noviembre y nombraron al nuevo pueblo de “Todos los Santos”. A los pocos días bautizaron a tres niños, y su éxito los puso en conflicto con Nezú, el líder religioso local que envidiaba la influencia que los misioneros empezaban a tener sobre las personas. Por ese motivo decidió matar a los misioneros que estaban en su área. El P. González dejó la capilla en la mañana del 15 de noviembre después de la Misa y cuando se dispuso a ayudar a quienes estaban instalando una campana, al inclinarse para atar el badajo uno de los secuaces de Nezú le rajó el cráneo con un hacha. Cuando el P. Rodríguez oyó el ruido, salió de la capilla y también fue inmediatamente golpeado. Depositaron los cuerpos de ambos sacerdotes en la capilla que inmediatamente fue incendiada. Un día después del asesinato de los dos misioneros, algunos de los seguidores de Nezú llegaron a Iyuí y atacaron el P. del Castillo; también prendieron fuego al cuerpo sin vida. Su cuerpo fue recuperado después y enterrado con sus dos compañeros.
Víctor Valdés y María Luisa Ferreira son autores de un video sobre la vida de San Roque González y lo han colgado en YouTube. La grabación tuvo lugar en las Misiones de Asunción y San Ignacio, y ofrece también una entrevista con el P. Antonio Rojas, de la parroquia de Cristo Rey donde hoy está el corazón incorrupto de San Roque. La narración empieza con los primeros años de su vida, el origen de su vocación, su formación en la Compañía de Jesús, su misión, su martirio y el sitio donde se conservan sus reliquias.
Entre otros acontecimientos de interés se narra la ceremonia de canonización en el año 1988, en Ñu Guasu, con la presencia de Juan Pablo II. Próximos a celebrar el bicentenario de la nación, y al repasar los logros de Paraguay como nación independiente, la canonización de San Roque siempre será un punto de referencia y de alegría para los paraguayos.
Para ver el video clique aquí http://www.youtube.com/watch?v=w_swFt-P4Jk
CPAL

1 comentario:

Anónimo dijo...

SAN ROQUE.
Admirable ejemplo de santidad, según rezan los antecedentes conocidos.
Sólo me pregunto si una convivencia tan intensa con los aborígenes oprimidos, el adoptar sus costumbres, idioma, y sólo platicar con la mujeres de los jefes principales, no despertó una violencia primigenia en ellos.
Juan Pablo II se empecina en mostrar una Iglesia repleta de Santos, estatuillas, reliquias, ostentorios, recuerdos...¿siempre es así?
¿Podemos ser devotos de tantos santos? Perdonando la expresión "no alcanzan las velas".
Uno solo es santo y señor, El Cristo, eso sí, no que cada uno de nosotros lo sea sino como un muy lejano Eco.
Y nuestra Madre Divina, si, podemos decir: "mamita Dios", y creo nos escucha con aún más claridad, y amor.
Vaticano III sobre el tema de fondo: la Divinidad de Maria Sacratísima.
Y si cuentan una blasfemia más se equivocan completamente...PORQUE YO NO LA DEJE CAER... un viento malo la mató... y lo digo refiréndome a mi santa madre, a mucha honra, más católica que el mismo dios punto cl.
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