Desde El Salvador, el teólogo habla a ‘VN’ con motivo del 20º aniversario del asesinato de los seis jesuitas de la UCA
(Vida Nueva) A tan sólo unos días de que se cumpla el vigésimo aniversario del asesinato de seis jesuitas, su empleada doméstica y la hija de ésta en la Universidad Centroamericana de San Salvador (UCA), el testimonio de los mártires de la UCA permanece vivo en la memoria de un pueblo que sueña con hacer justicia y verdad –valores que proclama el Evangelio– a estas víctimas y a cuantas han sido crucificadas y abandonadas a su suerte en las cunetas de la historia.
Las palabras del jesuita y responsable del Centro Monseñor Romero, Jon Sobrino, dan fe de lo que, hoy en día, siguen suponiendo los nombres de Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López y López: “Creo que deberían ser un ejemplo de disponibilidad para estar al servicio de la gente que sufre, ya sea en El Salvador o en cualquier otro lugar del mundo”. A lo que añade: “Ellacuría y sus compañeros no fueron mártires por casualidad. Fueron mártires tras 15 ó 20 años de trabajo a favor del pueblo.
Un trabajo en el que se empeñaron tras vivir un fuerte proceso de conversión en los años sesenta”.
Pero Sobrino considera que “no podemos acordarnos de Ellacuría y sus compañeros si no nos acordamos primero de Elba y Celina Ramos”, la empleada doméstica de la casa de los jesuitas y su hija, que también fueron asesinadas el 16 de noviembre de 1989. “Elba y Celina representan a los miles de salvadoreños que perdieron la vida en el conflicto, a menudo víctimas de terribles violaciones de derechos humanos. Eso hay que tenerlo muy presente. Entre otras cosas, porque a Ellacuría y a sus compañeros los mataron por defender a gente como ellas: gente sencilla, pobre, víctima de estructuras injustas y de una guerra cruel”.
El teólogo está convencido de que los mártires de la UCA están vivos de alguna manera “porque producen vida”. En ese sentido, “son más que un ejemplo. Son una fuerza viva o, si se prefiere, un ejemplo en acción. Como Jesús”. Asimismo, afirma convencido que los habitantes de El Salvador “tienen conciencia clara de que alguien les amó y dio su vida por ellos”.
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