miércoles, 18 de noviembre de 2009

Al XX aniversario de su muerte, los mártires de la UCA nos llaman a la liberación


Haga patria, mate un cura". Así rezaba una consigna militar durante la guerra civil que vivió durante doce años el pueblo de El Salvador y que se desatara luego del asesinato del Arzobispo Oscar Romero, en 1980. Nueve años después, un 16 de noviembre, el escuadrón "Atlacatl" del ejército salvadoreño irrumpía en la comunidad jesuita de la Universidad Centroamericana. El resultado, el asesinato de los seis jesuitas allí presentes, de la señora encargada de la cocina y de su hija de apenas 16 años.
A 20 años de esta masacre, aunque estos asesinatos hayan estado siempre presentes en la memoria del pueblo salvadoreño, la "historia oficial" ha comenzado a dar un giro significativo. Porque, como diría una vieja canción "no se puede sepultar la luz", tres gestos recientes rinden un tardío pero igualmente esperado homenaje al martirio vivido por toda la Iglesia salvadoreña en nombre de la fe y la justica anunciadas por Jesús.
El Salvador dio un giro de 180 grados a su política de las últimas dos décadas al reconocer públicamente su responsabilidad en el caso del arzobispo Óscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 por los escuadrones de la muerte. En una audiencia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el Gobierno del actual presidente Mauricio Funes afirmó que reconoce "plenamente" la autoridad del organismo y el carácter vinculante de sus recomendaciones emitidas en su informe de fondo de 2000.
El Gobierno salvadoreño condecoró el día 15 de noviembre a título póstumo con la Orden Nacional Doctor José Matías Delgado, a los seis padres jesuitas, masacrados hace 20 años por un batallón especial del ejército, en plena guerra civil. El grupo estaba compuesto por los españoles, Ignacio Ellacuría, Amando López, Juan Ramón Moreno, Segundo Montes e Ignacio Martín Baró y el salvadoreño Joaquín López y López. La condecoración es la más alta del país y se reserva a personas que han prestado "eminentes servicios" a la nación. Además, en este caso, representa un cambio radical de actitud del gobierno salvadoreño, con relación al criterio escogido por administraciones anteriores para otorgar semejante honor.
En septiembre de este año, la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos aprobó una resolución para honrar y conmemorar la vida y obra de los seis jesuitas y sus dos colaboradoras asesinados en el campus de la Universidad, hace ya 20 años. En la resolución se “recuerdan y conmemoran las vidas y trabajo” de los mártires. Y se hace constar que investigaciones realizadas en 1989 por un equipo especial de trabajo concluyeron que “miembros del Alto Mando de la Fuerza Armada salvadoreña fueron los responsables de ordenar el asesinato de los jesuitas y sus dos colaboradoras, y de obstruir las investigaciones posteriores a los crímenes”. El acuerdo legislativo reconoce el papel de los sacerdotes asesinados como educadores, defensores de los derechos humanos y luchadores contra la desigualdad social y económica en El Salvador. Asimismo, los congresistas motivan a que se “reconozca la contribución continua en lo académico, en lo espiritual y en lo social de la Universidad Centroamericana ‘José Simeón Cañas’” y que “se continúe encontrando inspiración en las vidas y el trabajo de los mártires jesuitas”.
A finales de octubre pasado, la resolución también fue aprobada por el Senado de Estados Unidos. En la Cámara de Representantes, la moción original fue presentada por el congresista James McGovern, a quien la UCA otorgó un Doctorado Honoris Causa el 13 de noviembre, en el marco de la celebración del XX aniversario de los mártires.

Para leer el Discurso pronunciado en la Universidad de Santa Clara, California, el 5 de noviembre de 2009 por el P. Jon Sobrino sj hacer clic aquí Los Mártires de la UCA, Exigencia y Gracia y para leer el del P. Luis Ugalde sj hacer clic aquí Mártires Universitarios .
CPAL

1 comentario:

Anónimo dijo...

EL EVANGELIO DE LOS TALENTOS Y EL CASO JESUITA EN EL SALVADOR:

Justicia y misericordia.

Se trata de un Rey déspota que no puede ser el padre de Jesús, el rey David tampoco era así.
Los Jesuitas son muy cristianos quieren la liberación en una sola vida, de un momento a otro, irreversible, y ahora.
Por eso he sostenido que Catolicismo y cristianismo literalista son incompatibles.
La Iglesia Católica, úniversal y de todo tiempo y lugar, no puede "reducirse a" las enseñanzas CONOCIDAS, literales y dogmaticas, con que se lo presenta.
Dicho con respeto y en espíritu ecuménico, sólo es verdadero santuario, donda haya una Deidad Materna, de infinita bondad por sobre todo. Donde la resurrección y la encarnación sean esenciales.
El dogma de la cruz es un añadido judeo helénico posterior.
El propio cristianismo ha sido históricamente el ídolo del invasor del que habla la escritura.
El dogma de la cruz y de la redención por el dolor extremo, ha sido y es, fuente de todo mal extremo, de toda irracionalidad, excepto interpretada en sentido católico postmoderno. Primigenio.
Hay páginas de este tipo ¿por qué no voy ahí?
Porque no entierro monedas en un solo sitio, las monedas no florecen ni brotan como los árboles.
¡Las monedas no justifican los crímenes! Quizás lo clérigos tenian algo para comer, no lo sé.
Preciso e indispensable es ir mas allá de los canónicos evangelios, de guerras y de jueces, de Judas, esto es, de tragedias griegas mal interpretadas.
Si de esto se concluye que los Jesuitas obraron mal, no es una conclusión válida. Los sacerdotes, a pesar de sus dolores, y también gracias a ellos, por divina gracia, tuvieron sin duda la caridad de una madre, y quien los mató, los agentes intelectuales, morales y de hecho, obraron en contra, no ya de la mera justicia, sino de Misericordia mas "elemental".
De modo que todo filósofo que se precie de Sofista, no justifica lo injustificable.
La Diosa Hera no era, ni es, una deidad de la guerra. Y si los seguidores del Cristo traman una revolución, no sin causa grave, hay medios diplomáticos, pacíficos y santos, COMO JESUS LO DIO A SABER.

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