lunes, 9 de noviembre de 2009

El Evangelio de hoy



Juan 2. 13-22
Como ya se acercaba la fiesta de la Pascua de los judíos, Jesús fue a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de novillos, ovejas y palomas, y a los que estaban sentados en los puestos donde se le cambiaba el dinero a la gente. Al verlo, Jesús tomó unas cuerdas, se hizo un látigo y los echó a todos del templo, junto con sus ovejas y sus novillos. A los que cambiaban dinero les arrojó las monedas al suelo y les volcó las mesas. A los vendedores de palomas les dijo:
—¡Saquen esto de aquí! ¡No hagan un mercado de la casa de mi Padre!
Entonces sus discípulos se acordaron de la Escritura que dice: “Me consumirá el celo por tu casa.”
Los judíos le preguntaron:
—¿Qué prueba nos das de tu autoridad para hacer esto?
Jesús les contestó:
—Destruyan este templo, y en tres días volveré a levantarlo.
Los judíos le dijeron:
—Cuarenta y seis años se ha trabajado en la construcción de este templo, ¿y tú en tres días lo vas a levantar?
Pero el templo al que Jesús se refería era su propio cuerpo. Por eso, cuando resucitó, sus discípulos se acordaron de esto que había dicho, y creyeron en la Escritura y en las palabras de Jesús.


Contemplo a Jesús indignado …
Recorro mi propia historia de fe. ...
¿Me ha ocurrido que mi adoración al Señor se ha distorsionado? …
¿cuándo he caído en la tentación de transformar mi fe en transacciones comerciales con Dios? …
tu me das …
yo te doy …
Repaso mi propia vida …
está llena de gratuidad, cómo la de Dios? …
¿o está centrada en dar para recibir? …
Dejo hoy a Jesús que actúe en mi corazón expulsando a esos mercaderes que llevo dentro y que distorsionan mi relación con el Padre.

No hay comentarios: