Situada a 50 kilómetros de Damasco, esta pequeña población siria de 5.000 habitantes ha conservado esta lengua semítica dentro de un país árabe, gracias a su geografía, que la ha mantenido aislada. En Malula, una pequeña población siria a apenas 50 kilómetros de Damasco, aún se habla y se reza en arameo, la lengua de Jesucristo transmitida de padres a hijos por sus habitantes, que tratan ahora de recuperarla y difundirla.
El pueblo de unos 5.000 habitantes está protegido por un imponente desfiladero que se asoma al desierto sirio, un accidente geográfico que milagrosamente ha permitido su aislamiento y ha jugado a favor de la conservación de esta lengua semítica dentro de un país árabe.
Precisamente a un milagro atribuye la tradición cristiana la creación de este desfiladero, que algunos comparan con el que da acceso a la ciudad de Petra, en Jordania, y que se abrió entre las rocas para permitir la huida de Santa Tecla de sus perseguidores paganos hace dos mil años.
La santa, seguidora del apostolado de San Pablo en Damasco, está enterrada en un monasterio que lleva su nombre, en lo alto del cañón desde el que se divisa Malula.
Cerca de este monasterio, en otra de las joyas cristianas que aún conserva la población, la iglesia ortodoxa de San Jorge, turistas y residentes acuden diariamente a escuchar el "Padre Nuestro" tal y como lo hubiera recitado Jesús.
Los visitantes del templo y el monasterio adyacente, la mayoría turistas occidentales cristianos, se emocionan cuando en su viejo altar, esculpido en mármol en el siglo IV, el guía de turno que les acompaña comienza a decir en arameo: "Abuna di bishemaya..." (Padre nuestro que estás en el cielo).
Casi todos lo oyen con los ojos cerrados, meditan y, cuando son preguntados, aseguran que, por un momento, han creído sentirse más cerca de Dios.
Según explican sus habitantes, Malula está orgullosa de ser la única población de mayoría cristiana que aún conserva en uso el arameo, que también se habla en otras dos localidades vecinas, Bakha y Yubadin, ambas musulmanas.
Un anciano de Yubadin mantiene que el pueblo se convirtió al Islam hace más de 400 años, pero siguen hablando también su lengua, el arameo, de forma pura y sin contaminar por el árabe.
Cuenta también que hace casi un siglo un científico alemán se instaló en esa población para "sumergirse" en el idioma y conseguir recuperar su gramática.
A este le siguieron otros y hoy es frecuente encontrar a expertos en lenguas muertas que visitan o residen en esta región, al norte de Damasco, para estudiar un idioma que era común en la zona hace dos mil años.
En Yubadin, se quejan, no obstante, de que cuesta mucho mantener vivo un idioma que hablan tan pocos y auguran que las nuevas tecnologías y la cercanía de Damasco, donde trabajan muchos de sus jóvenes, podría acabar con ella.
En total, los sirios que aún se expresan en arameo no superan los 18.000, aunque el Gobierno ha creado recientemente un Centro de Estudios del Arameo, que se ubica en Malula, en el que tratan de actualizar una gramática que ha sido conservada por la tradición oral.
Pero el Gobierno sirio también quiere potenciar el lugar como enclave para el turismo religioso en un año en el que las iglesias cristianas ortodoxas del país celebran el Jubileo de San Pablo decretado por el Papa Benedicto XVI.
El santo, nacido hace dos mil años en Tarso (actual Turquía), se convirtió al cristianismo e inició su apostolado en Siria. De su labor evangelizadora quedan importantes huellas en templos, capillas y conventos que pueden ser visitados en Damasco y algunas localidades cercanas, como Malula.
El periodista Digital
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