miércoles, 2 de abril de 2008

El Evangelio del día


Juan 3. 16-21


“Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
“El que cree en el Hijo de Dios, no está condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado por no creer en el Hijo único de Dios. Los que no creen, ya han sido condenados, pues, como hacían cosas malas, cuando la luz vino al mundo prefirieron la oscuridad a la luz. Todos los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan a ella para que no se descubra lo que están haciendo. Pero los que viven de acuerdo con la verdad, se acercan a la luz para que se vea que todo lo hacen de acuerdo con la voluntad de Dios.”




Me dejo inundar por el hecho que Dios me amó primero y para que no sufra la muerte envió a Jesús, no para condenarme sino para que tenga una mejor vida …


¿Qué siento? …


Si Dios quiere mi felicidad,

¿quien me quiere desdichado y con problemas? …


¿Qué mensajes en mi vida provienen de Dios y cuáles del mal espíritu? …

¿Cómo reconocerlos?


¿Hacia donde me impulsa la luz? …

¿Hacia donde las tinieblas? …


¿Qué hechos concretos puedo hacer hoy en consecuencia? …

¿Qué cambios en mi vida cotidiana efectuar?

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