sábado, 17 de mayo de 2008

El Evangelio de hoy



Marcos 9. 2-13.


Seis días después, Jesús se fue a un cerro alto llevándose solamente a Pedro, a Santiago y a Juan. Allí, delante de ellos, cambió la apariencia de Jesús. Su ropa se volvió brillante y más blanca de lo que nadie podría dejarla por mucho que la lavara. Y vieron a Elías y a Moisés, que estaban conversando con Jesús. Pedro le dijo a Jesús:—Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Vamos a hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Es que los discípulos estaban asustados, y Pedro no sabía qué decir. En esto, apareció una nube y se posó sobre ellos. Y de la nube salió una voz, que dijo: “Este es mi Hijo amado: escúchenlo.” Al momento, cuando miraron alrededor, ya no vieron a nadie con ellos, sino a Jesús solo.
Mientras bajaban del cerro, Jesús les encargó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado. Por esto guardaron el secreto entre ellos, aunque se preguntaban qué sería eso de resucitar. Le preguntaron a Jesús:
—¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías ha de venir primero?
Él les contestó:
—Es cierto que Elías viene primero, y que él lo arreglará todo. ¿Y por qué dicen las Escrituras que el Hijo del hombre ha de sufrir y ser despreciado? Pero yo les digo que Elías ya vino, y que ellos hicieron con él todo lo que quisieron, como dicen las Escrituras que le había de suceder.





Recuerdo algún momento de intimidad con Jesús. …


Esos Ejercicios Espirituales, …

ese retiro, …

esa jornada …


Momentos en que toda mi fe me inundó. …


Recuerdo como el Señor me confirmaba mi fe en Jesús. …


Recuerdo lo bien que me sentía y como quería solo seguir allí. …


Jesús me recomienda no compartir esa experiencia hasta que El resucite.


¿Siento que Jesús ha resucitado en mi vida? …

¿Cómo?


¿En qué? …


¿En quienes?

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