Marcos 8. 34; 9. 1.
Luego Jesús llamó a sus discípulos y a la gente, y dijo:
—Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía y por aceptar el evangelio, la salvará. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida? O también, ¿cuánto podrá pagar el hombre por su vida? Pues si alguno se avergüenza de mí y de mi mensaje delante de esta gente infiel y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre y con los santos ángeles.
Jesús también les dijo:
—Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán hasta que vean el reino de Dios llegar con poder.
Jesús me pide que me olvide de mi mismo, ¿Cómo he notado en mi vida que he podido renunciar a los criterios humanos para seguir los de Dios?...
¿Cuál es mi cruz? …
¿Qué cargo en mi vida por otros? …
¿Qué me cuesta llevar, pero que es para mayor servicio de otras personas? …
Finalmente, ¿Cuándo he podido dar testimonio de mi seguimiento de Jesús aunque se puedan burlar de mi? …
¿Me ha ocurrido?
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