Marcos 3. 7-12
Jesús, seguido por mucha gente de Galilea, se fue con sus discípulos a la orilla del lago. Cuando supieron las grandes cosas que hacía, también acudieron a verlo muchos de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del oriente del Jordán y de la región de Tiro y Sidón. Por esto, Jesús encargó a sus discípulos que le tuvieran lista una barca, para evitar que la multitud lo apretujara. Porque había sanado a tantos, que todos los enfermos se echaban sobre él para tocarlo.
Y cuando los espíritus impuros lo veían, se ponían de rodillas delante de él y gritaban:
—¡Tú eres el Hijo de Dios!
Pero Jesús les ordenaba severamente que no hablaran de él en público.
Y cuando los espíritus impuros lo veían, se ponían de rodillas delante de él y gritaban:
—¡Tú eres el Hijo de Dios!
Pero Jesús les ordenaba severamente que no hablaran de él en público.
Contemplo la escena …
Jesús sanando …
Mucha gente acudiendo a El para ser sanado. …
Me meto en la multitud y me acerco también con fe. …
Converso con Jesús sobre mi vida. …
¿Qué dolencia le cuento? …
¿Qué me gustaría que me sanara? …
Esa pena …
esa situación …
esa historia que no me deja estar en paz …
se la cuento en la intimidad de mi oración. …
Jesús la sanará. El me quiere feliz, me quiere en paz, porque me ama.
También me pide que lo guarde en secreto.
¿Qué siento? …
Le ofrezco mi sanación al Señor. …
¡¡Gracias Señor!!
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