“Ver a Nuestra Señora y a José y a la ancila y al niño Jesús después de Ser nacido, haciéndome
yo un pobrecito y esclavito indigno”.
Ver a las personas. Puerta de entrada al misterio que se nos revela. Misterio encarnado, hecho carne, condición humana divinizada.
Ver las personas sin avalanzarse sobre ellas, sin apropiamientos, ni posesiones. Sin proyectar deseos infantiles que oculten el misterio que se nos quiere revelar.
En tu Hijo Jesús te ex-pusiste, saliste de la eternidad a la intemperie de los tiempos, y en una herencia corrompida, divino y humano con nosotros, anidó tu amor un vuelo de alas solidarias girando hacia la altura, elevando sin fin el horizonte.
En tu Hijo Jesús te ex-pusiste, te encarnaste para decirte cerca, en la inaudita pretensión de ser todas las lenguas y colores en una carne mortal y reducida, de ser una parábola inagotable de acentos infinitos por los siglos, llegando viva y nueva para todos hasta el dintel de los sentidos.
En tu Hijo Jesús te ex-pusiste, te arriesgaste en el abajo vigilado, excluido y fracasado, para ofrecernos la Vida en encuentros vulnerables, en la mejilla sin trampa, a veces besado como amigo y al final triturado sin remedio hasta la muerte y el escarnio.
En tu Hijo Jesús te ex-pusiste, no te impusiste con teofanías de fuegos y espantos siderales, ni con la seducción astuta, ni con el poder armado, porque sólo en encuentros libres pueden engendrarse auroras para resurgir desde la noche más divinamente amanecidos.
A LO LARGO DE ESTA SEMANA:
· Me puedo ejercitar espiritualmente en “ver las personas” que me rodean,con las que convivo o trabajo. Puedo caer en la cuenta de mi mirada sobre ellas: miradas serenas, miradas reconciliadoras, miradas posesivas, miradas que matan, miradas...
· Me puedo ejercitar espiritualmente en reconocer mi identidad verdadera, la del “pobrecito y esclavito indigno”, la de aquel que ha sido convocado aservir. Servidor, como el Señor Jesús.
De los jesuitas de Valencia, Centro Arrupe
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