sábado, 10 de noviembre de 2007

Orando con el P. Arrupe


LLAMADOS A SER COMPAÑEROS DE JESÚS

El mundo de hoy necesita
la verdadera luz de la esperanza
que le devuelva la alegría y el bienestar.

Para ello necesita un descubrimiento más
en medio de tantos como va haciendo:
el descubrimiento de Dios vivo.

Así como Ignacio, también nosotros
nos podemos sentir fuertes y alegres:
“No temáis la empresa grande,
mirando vuestras fuerzas pequeñas,
pues toda nuestra suficiencia
ha de venir del que para esta obra os llamó
y ha de dar lo que para su servicio es necesario...

Baste a nosotros hacer
según nuestra fragilidad lo que podemos
y el resto queramos dejarlo a la divina providencia,
a quien toca y cuyo curso no entienden los hombre
y por eso se afligen de aquello que debieran alegrarse”.

Esa parte que le toca hacer a Dios en la vida del mundo
y en vida personal de cada uno de nosotros
es la base granítica de la esperanza de Ignacio
y debe serlo también de nuestra esperanza.
Nuestra fragilidad natural no puede impedir
el funcionamiento y el desarrollo del plan divino.

Pedro Arrupe, SJ.

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